Espacios comunes: Urbanismo, Sostenibilidad y el arte del Placemaking

Tokio, Japón © michaelvito; vía Flickr

El movimiento verde se tambalea en la cúspide del éxito. Si bien queda mucho por hacer para fomentar la cooperación y la inversión con el objetivo de enfrentar las emisiones de carbono y el cambio climático, la proliferación de las consideraciones medioambientales han abarcado casi todos los aspectos de la vida cotidiana. Mientras que la mayoría de las personas en nuestra sociedad dudarían en calificarse como ecologistas, es innegable que hay una creciente apreciación de la belleza natural y un deseo de armonía para nuestro diseño urbano. Sobre todo, hay un deseo básico de vivir, ahora y en el futuro, en un lugar seguro, feliz y saludable. En ninguna parte esto es más evidente que en el proceso de diseño para la renovación de los espacios públicos, lo que se está convirtiendo en una actividad más inclusiva y dirigido para y por la comunidad, con el fin de otorgar un gran beneficio para el planeta y la población.

Como la gente se vuelve gradualmente más comprometida en la tendencia para una vida sostenible, es lógico pensar que primero convertirá su entorno inmediato. Fuera de la casa, el debate se centra en el diseño y la distribución de los espacios de la comunidad, y es aquí donde la filosofía del Placemaking puede ofrecer información valiosa. El Placemaking, en pocas palabras, es el diseño de los espacios públicos teniendo en cuenta los deseos, intereses, inspiraciones y las necesidades de la comunidad local. Con frecuencia, este proceso de colaboración se encuentra en lo que podríamos considerar como una zona tradicional, comunidad al aire libre, un parque o en el mar. Sin embargo, como el localismo y la sostenibilidad se establecen dentro de las prioridades de quienes toman las decisiones, también se empiezan a ver estrategias orientadas hacia la comunidad del diseño en lugares no convencionales. Una forma de diseño ideal para este nuevo proceso incluye, por ejemplo, el diseño de edificios para servicios públicos, tales como comisarías, hospitales y museos.

Más detalles a continuación.

Michigan, EE.UU. © Michigan Municipal League (MML): vía Flickr

Ya hay algunas historias exitosas de Placemaking. De hecho, la integración de la comunidad en la elaboración de estas ideas es un principio tan generalizado que es difícil elegir qué ejemplo mencionar. La vanguardia del diseño urbano no radica únicamente en la creación de espacios con los deseos en mente de los ciudadanos, sino que como propone Kaid Benfield, miembro del Consejo de Defensa de los Recursos Naturales, también se basa en la incorporación de acciones verdes y tecnología en esos espacios. Este último elemento serviría, según Benfield, para tratar el exceso de agua en las zonas con infraestructura verde.

Mercado Hackescher, Berlín, Alemania. © La Citta Vita; vía Flickr

Algunos diseñadores urbanos también están empujando los límites actuales para alentar a los miembros de la comunidad a participar activamente en debates ambientales. Un proceso de diseño que merece ser mencionado es la que precede a la labor de desarrollo de Hove Park, en Inglaterra. Este proyecto, basado en el Placemaking, consistió en la instalación de equipos, y  juegos gratis, previa consulta con los escolares locales. A las personas que utilicen los juegos, se le pedirá que consideren la historia del espacio y su valor para la población. Esta participación activa de la comunidad en general, que normalmente no pueden asistir a las reuniones de planificación o de grupos de presión medioambiental, tiene el efecto de aumentar la legitimidad y la arquitectura física de los proyectos de sostenibilidad. Entonces, ¿cómo puede seguir creciendo este proceso de diseño ambiental y a la vez mejorar nuestros espacios públicos?

© The Academy of Urbanism; vía Flickr

En primer lugar, se debe promover la expansión de la tecnología de bajo impacto. A medida que nuestro conocimiento aumenta, también lo hace la utilidad y la relación costo-efectividad de este enfoque. El uso generalizado de la tecnología sostenible no sólo tendría un efecto real en nuestro medio ambiente, sino que sería también más legítimo situar objetivos “verdes” en la mente de las comunidades.

En segundo lugar, hay que fomentar el desarrollo del Placemaking como una filosofía de diseño fundamental. Si se van a crear espacios verdaderamente sostenibles a escala nacional o mundial, es esencial que se escuche a las comunidades que utilizarán esos espacios. Sólo con un consenso genuino podemos acelerar nuestro avance hacia una sociedad verde.

Vía Sustainable Cities Collective.