Se oye en la calle: “Ministra, escucha: ¡Túnel Minero!”

Por Rafael Guendelman Hales Licenciado en Artes Visuales y Diplomado en Teoría del Cine UC

El conflicto en La Reina y Peñalolén en torno al trazado de Vespucio Oriente ha planteado dos temas interesantes: uno, el movimiento vecinal en un sector, en principio, pasivo, que ha crecido de manera sorpresiva y potente, y dos, se ha instalado sin cuestionamientos el debate de cómo queremos nuestra ciudad (o qué significa el “desarrollo” urbano).

Vivo en La Reina y gracias a ello he podido ser testigo directo de la evolución del conflicto. Lamentablemente no he podido estar en el principio de éste, pero he sido testigo y activo de lo que ha pasado en las últimas semanas. Así, me he encontrado con un movimiento singular, en el cual las masas de jóvenes han sido reemplazados por adultos y adultos mayores, donde la convicción en sus demandas y la resistencia para llevarlas a discusión han sido los principales pilares.

En las manifestaciones no se ha sentido miedo. Se ha parado Vespucio y Larraín en horas peak – 7 am y 8 pm – y más allá de que hayan llegado fuerzas especiales (para “luchar” burdamente contra señores y señoras) he visto cómo la resistencia, física y mental, ha solidificado un movimiento que en principio parecía desierto y que hoy florece y se retroalimenta.

En general esta resistencia ha representado algo muy positivo, que es a la ciudadanía exigiendo ser escuchados, y específicamente, en un tema que nos convoca a todos: la ciudad. Sin embargo, muchos lo han cuestionado porque también representa la lucha de aquellos que “pueden ser escuchado”, evidenciando de paso un diseño urbano y social que beneficia sólo algunos sectores (ya sabemos cuáles).

¿Porqué en La Florida sí y en La Reina no? Es una pregunta válida que desenmascara la inequidad dicha anteriormente, pero también encuentra respuesta en el contexto social de sus construcción. Es hoy, y lamentablemente no ayer, cuando los habitantes de Santiago están tomando conciencia y acción sobre la construcción de su ciudad. No sería bueno volver atrás.

Vespucio Oriente ha significado un desarrollo positivo en ciertos aspectos, pero de paso ha separado y destruido barrios, me parece interesante la descripción en “Ganar la Calle”:

“Vespucio es una carretera que conecta puntos distantes. Pero lo que une también separa y, así, fragmenta y segrega los territorios que atraviesa. Prueba de ello son las numerosas pasarelas peatonales y puentes vehiculares que la cruzan, en un intento por “re-unir” sus dos lados con suturas puntuales, cuya función es curar la herida que su trazado dejó en la ciudad”.1

Es así, como este debate nos invita a pensar la ciudad y poner sobre la mesa no sólo si va haber expropiación o no, si la autopista va a ser por arriba o por abajo, sino que plantea una primera interrogante: ¿para quiénes construimos ciudades?, y también, ¿hacemos autopistas o potenciamos otro tipo de transporte?, ¿los barrios se recorren o simplemente se transforman en No Lugares entre la casa y el trabajo?, ¿Qué pasaría si se invirtiera como se invierte en Autopistas, en hacer una verdadera red de ciclovías?

Todo lo anterior teniendo en cuenta que el uso de automóvil va en fuerte aumento, y que si se sigue así pronto estaremos pensando en construir una segunda Autopista en Vespucio, ya que no dará abasto la que hoy estamos construyendo.

Una segunda pregunta, que podría anteceder a la primera, apunta a ¿quiénes hacen las ciudades?, ¿los técnicos, ingenieros y arquitectos? ¿la ciudadanía en su uso cotidiano? Es importante pensar esto tomando el ejemplo puntual de Vespucio Oriente, donde la gente se vio de golpe con una posibilidad de expropiación sin poder opinar sobre ello. Ésto ha generado angustia y confusión. Es necesario potenciar los espacios de encuentro entre habitantes y autoridades, pero también es necesario para quienes construyen, el recibir la opinión de quienes la habitan; “¿qué sentido tiene seguir aislando a técnicos de usuarios en vez de resaltar (y promover) la proliferación de fórmulas híbridas que emergen?”2

¿Por qué no crear un sitio web que genere un primer debate y una posterior votación en torno a temas específicos sobre la ciudad?

Los intereses económicos han primado en el proyecto Vespucio Oriente, en La Reina y Peñalolén. La próxima construcción del mall Plaza Egaña necesitará un desahogo para la cantidad de automóviles que transitarán, y por lo tanto, se exige con urgencia la construcción de la autopista.

A lo anterior se suma el aumento de ofertas de inmobiliarias en los terrenos aledaños que no serían expropiados por la autopista. Hoy es fácil ver a empresas ofreciendo puerta a puerta, exageradas cantidades de dinero para asegurar sus edificios. La carretera ofrece desarrollo, principalmente económico, a costo de destruir un barrio consolidado, donde plazas y calles se siguen usando, y en el que su densa vegetación le hace un interesante contraste al Santiago gris que conocemos.

El movimiento vecinal en este conflicto ha logrado defender el barrio, al menos, en la primera batalla, logrando hacer que se replantee la expropiación, y el diseño quede en cero con la presión de realizarlo por el eje Vespucio. Pero además de ello ha logrado algo que viene como consecuencia gratuita: ha obligado a los vecinos a salir a la calle, apagar la tele, abrir las rejas y entrar en una dinámica de diálogo que hoy parece anacrónica. El conflicto ha cohesionado a los vecinos y se ha generado lo que tanto se defiende desde la teoría: la vida vecinal y el uso de los espacios públicos, como motor del encuentro.

Hoy se esbozan algunos desafíos. En primer lugar, dicho anteriormente, es necesario plantear la ciudad como el espacio físico de la cultura y por lo tanto, hacerla en conjunto, entre profesionales de diversos sectores3 , y la ciudadanía que la usa. Y en segundo lugar, para el movimiento vecinal, los desafíos están en ver de qué manera la cohesión y los espacios de diálogo se pueden mantener, cuando las amenazas del proyecto Vespucio Oriente dejen de existir.

El futuro de esta situación, sigue incierto, pero al menos esta frase ya se siente antigua:

“Como en Chile la ciudadanía no tiene conciencia urbana, la autoridad y los políticos podemos dormir tranquilos. Por el momento”.4

Hoy al menos, No.

  1. FORRAY, Rosanna y SÉPULVEDA TAULIS, Camila. En Ganar la Calle. Instituto para la ciudad en movimiento, ediciones Infinito, 2009. P. 108.  []
  2. TIRONI, Manuel. Artículo Sociología Urbana en Catálogo SCL 2110. Uqbar 2010. P. 558.  []
  3. Por ejemplo, ver de qué forma se le podría dar mayor participación a Psicólogos, Antropólogos, Artistas, etc.  []
  4. HALES, Patricio. Apuntes de la ciudad. Ediciones corporación ciudad 1996. P.9.  []