Al rescate de los barrios patrimoniales

Por Graciela Marín, La Tercera.

En 2012, los vecinos del barrio Yungay, el Parque Forestal, Lastarria y Pocuro Sur se organizaron y estuvieron en guardia para solucionar sus problemas.

Fueron cuatro árboles centenarios, arbustos, césped y bancas de fierro fundido y madera. En mayo, la Municipalidad de Santiago inició la remodelación de la Plaza Yungay, desatando la ira de los vecinos que habían luchado para que en 2009 el barrio histórico fuera declarado Zona Típica. Juntaron más de dos mil firmas para defender el corazón de su barrio y acordaron una demanda para detener las intervenciones. Finalmente, la denuncia derivó en agosto en una sanción contra la municipalidad de 100 UTM por violar la Ley de Monumentos Nacionales.

Fue una victoria para los pobladores, organizados bajo el nombre de Vecinos por la Defensa del Barrio Yungay. Su agrupación ya es de larga data: desde 2005 que velan por los intereses del tradicional barrio, primero motivados por la basura que se acumulaba en las calles. Luego se extendió a la defensa del patrimonio, para evitar que el plan regulador comunal permitiera construir edificios en altura.

“Hace cinco años nadie hablaba de patrimonio”, dice Rosario Carvajal, vocera de los vecinos de Yungay. “Lo nuestro es una pelea de David contra Goliat. Antes la gente creía que vivía en casas viejas, pero ahora son revaloradas. Buscamos una recuperación integral: rescatar el sentido de comunidad. Creemos que Yungay no es el barrio del pasado, sino del futuro, porque está hecho a escala humana y es sustentable”.

Las soluciones a sus problemas muchas veces pasan por la autogestión. Así, la organización de vecinos ha implantado una Escuela Taller de Artes y Oficios Fermín Vivaceta, con la que enseñan y difunden carpintería, yesería y técnicas tradicionales de construcción, y una Escuela de Gestión. Uno de sus objetivos es defender las construcciones de adobe del barrio. “En Chile no hay una política pública respecto de las construcciones en adobe, así que nosotros damos una respuesta ciudadana a eso. El adobe es sustentable y es un excelente aislante térmico y acústico. Las casas de adobe resisten bien, siempre y cuando tengan la mantención adecuada, que es lo que queremos enseñar y difundir”, explica Carvajal.

Otros barrios de Santiago se han organizado para identificar y solucionar los problemas de sus comunidades. Entre ellos está la zona cercana al Parque Forestal. “En tres años duplicamos la cantidad de inscritos en la Junta de Vecinos. Sabemos el cariz que queremos darle al barrio. Según los resultados del censo, acá hay más gente joven, solteros y es uno de los sectores con menos niños de Santiago. Hemos sabido leer nuestro barrio”, dice Tito Vergara, dirigente de la Junta de Vecinos N° 1 de Santiago.

En 2012 lanzaron una campaña para quitar los grafitis de los muros y recientemente gestionaron la instalación de una caseta de seguridad para el Barrio Lastarria.

También han tendido lazos con “el vecino mayor”: el Centro Gabriela Mistral (GAM). Desde un primer conflicto por el nivel de ruido de los conciertos al aire libre, han evolucionado a actividades en conjunto, como alianzas para el Día del Patrimonio.

En el Barrio Lastarria, perteneciente a la misma Junta de Vecinos, los pobladores crearon este año una feria callejera de arte y diseño. “Lastarria es un barrio al que llega cada vez más gente joven. Queríamos dar cuenta que los vecinos también tienen emprendimientos”, explica María Paz Díaz, vecina y organizadora del evento.

Uno de los esfuerzos más recientes es el del “barrio de las flores”, ubicado entre las calles Tobalaba, Pocuro, Jorge Matte y Bilbao, en Providencia. Ahí los vecinos del sector Pocuro Sur reaccionaron ante el interés inmobiliario en las casas del barrio, difundieron afiches con el lema “Quiero mi barrio con casas” y exigieron al municipio revisar el plan regulador. Se encontraron, además, con que la junta de vecinos correspondiente, la N° 10 y la más grande de la comuna, no tenía dirigentes ni sesionaba hace décadas en su sede del Club Providencia.

“Nos juntamos como grupo de vecinos y mandamos cartas al ex alcalde. Primero fueron 12, después 64, y en la tercera carta ya éramos 140 vecinos”, explica Paula Riveros, dirigenta vecinal. “Nos respondieron que no estimaban necesario modificar el plan de regulación ni creían necesario reducir las alturas. Luego planteamos un estudio seccional, lo que implica congelar los permisos de construcción durante ese período. También fue rechazado”.

El conflicto motivó a crear una nueva Junta de Vecinos, la N° 10 A. También a mejorar la comunicación entre los vecinos. “Las inmobiliarias buscan que los vecinos vendan sus casas. Es un tema complejo y es necesario conversar entre nosotros, transparentar posiciones, para que la calidad de vida se preserve”, dice Riveros.

La nueva organización ya ha rendido frutos. Tras una serie de robos en el barrio, se coordinaron con Carabineros, realizaron una asamblea con los vecinos e informaron sobre el plan cuadrante. También han estrechado lazos con la nueva alcaldesa de la comuna, Josefa Errázuriz, quien manifestó su intención de proteger los barrios de Providencia.