El medio siglo del artífice de Providencia

Por Darío Zambra, La Tercera. – 23/12/2012

El arquitecto que creó la Av. 11 de Septiembre -originalmente Nueva Providencia-, el Parque de las Esculturas y los cafés literarios, cumple 50 años como asesor urbano del municipio. Desde ahí impulsó los cambios que convirtieron a la comuna en una verdadera ciudad.

Quedan pocas oficinas tan austeras como la del arquitecto Germán Bannen (84). En la que ocupa en la Municipalidad de Providencia, apenas hay una mesa, un computador, un par de sillas diseñadas por su colega Cristián Valdés, un archivador, una foto en blanco y negro de la comuna y una mesa para dibujar, la única que hay en todo el municipio.

“Todos los otros arquitectos que trabajan aquí usan el computador para dibujar. Yo lo hago a la antigua. La mano se me mueve sola”, cuenta mientras ríe.

En esa misma mesa diseñó obras emblemáticas, como el Parque de las Esculturas, la remodelación de Av. Pocuro, el Club Providencia, la Plaza Pedro de Valdivia y los clásicos cafés literarios. También la Av. 11 de Septiembre, el proyecto que transformó por completo la comuna y que originalmente se llamaba Nueva Providencia.

Desde su cargo de asesor urbano del municipio, Bannen se convirtió en el artífice de lo que hoy se conoce como Providencia. Y este año cumple exactamente medio siglo impulsando su desarrollo urbano. Llegó ahí en 1962 para hacer un reemplazo como arquitecto revisor de la Dirección de Obras y, cuatro años después, fue designado en el puesto que conserva hasta hoy.

Antes de eso, y tras titularse como arquitecto en la Universidad Católica de Valparaíso, Bannen había trabajado en Milán, Italia. Pero regresó a Chile porque tenía una idea en mente: solucionar los problemas urbanos de Providencia, la comuna donde nació y creció.

“Lo que aprendí en la escuela fue que los problemas de arquitectura están en la ciudad y que era esencial resolverlos hoy. Y lo más lógico era hacerlo en mi ciudad, que es Providencia”, sostiene.

Bannen siempre ha sostenido la idea de que cada comuna de Santiago es una ciudad en sí. “Esta área metropolitana es un territorio compuesto por 34 ciudades. Son interdependientes y operan en conjunto, pero son diferentes. Ñuñoa es una, La Reina es otra, y así. Yo me considero providenciano”, asegura.

Sin embargo, cuando Bannen partió en el municipio, la comuna carecía de los servicios y la infraestructura propia de una ciudad. Poseía un carácter más bien residencial y había un comercio muy incipiente en la Av. Providencia. Según el arquitecto, “se estaba transformando, pero tenía el desorden habitual de Santiago y había que replantearla. O actuabas en ella o se podía destruir”.

Para lograrlo, lo primero que hizo fue impulsar la renovación del plan regulador comunal, que no se modificaba desde los años 40. En el nuevo se definió la creación de un centro para la comuna, que incluía la construcción de la Av. Nueva Providencia, la que al final fue bautizada como 11 de Septiembre.

Esa transformación del centro de la comuna sólo era viable si el Metro pasaba por ahí. Pero los planes del tren subterráneo eran otros: para extenderse desde la Estación Salvador al oriente tenía contemplado ir a través de Av. Andrés Bello y luego por Av. Kennedy.

Para conseguir que se cambiara el trazado, Bannen tuvo que sentarse a negociar, en 1973, con la Junta Militar de Gobierno. “Nos reunimos varias veces en el edificio Diego Portales. Y pese a que era una pelea de David contra Goliat, curiosamente fueron bien receptivos a nuestra propuesta, mucho más que los ingenieros del MOP, que preferían la opción de la Costanera”, recuerda Bannen.

Tras conseguir que el Metro pasara por la Nueva Providencia, el arquitecto debió librar otra batalla, la de las expropiaciones de terrenos. Asegura que entre los vecinos afectados había ex alcaldes, empresarios, el Arzobispado, abogados y personas relacionadas con la Junta Militar.

Bannen recuerda una anécdota de esas negociaciones: “En una casa enorme de Guardia Vieja vivía una señora, viuda de un militar que había sido profesor de Pinochet. Todos los miércoles se juntaba con Lucía Hiriart y otras señoras a jugar canasta. Cuando fui a informarle que la expropiaríamos, dijo: “De aquí a mí me sacan sólo con las patas para adelante”. Le buscamos un departamento, se lo mostramos y le encantó. Después, me invitó a tomar té en su nueva casa. Hubo varios casos así. Cada vecino de Providencia era un personaje importante”.

Tras el cambio al plan regulador y la creación del nuevo centro, aparecieron los servicios, el comercio, las oficinas, los pasajes peatonales y el período de esplendor de esa zona de la comuna.

Hoy, Bannen siente una satisfacción especial cuando camina por vías como Hernando de Aguirre y Luis Thayer Ojeda y mira las calles equipadas como plazas, con escaños, jardineras y bebederos. “Veo a la gente paseando y me doy cuenta de que se está haciendo ciudad por los proyectos y normas que planteamos hace más de 40 años. Y eso me pone feliz”, remata el arquitecto.