Transantiago: Tacos y falta de información obligan a retorno de los “sapos” a los buses

Por Francisco J. Fuentes, El Mercurio.

Tradicional método para regular frecuencia de las micros

Habían desaparecido junto con las máquinas amarillas, pero el tránsito y la contingencia diaria exigieron revivirlos.

Año 2006. Santiago se encontraba aún lejos de la partida del Plan Transantiago. En ese entonces, miles de buses amarillos recorrían el pavimento santiaguino encontrando en cada esquina y en cada paradero a los clásicos “sapos” de las micros.

“A tres del Car’e muerto” o “va pitiao y con platea”, eran algunas de las frases más recurridas que los típicos personajes solían gritar al paso de cada bus por algún semáforo, mientras el chofer intentaba descifrar el particular lenguaje corporal con que acompañaban cada mensaje algo encriptado. La primera frase implicaba que el bus más cercano había pasado tres minutos antes, mientras que por “platea” se referían a que “viajaba con todos los asientos ocupados”, por lo que recomendaba acelerar para conseguir más pasajeros.

A cinco años de la puesta en marcha del Transantiago, la implementación de un sistema sinóptico de seguimiento para los buses no logró evitar que día a día millones de santiaguinos se vieran sometidos a severos retrasos y a una frecuencia insuficiente en los recorridos que cruzan las zonas de mayor demanda.

Lo anterior, explican en la industria, se debió a que el modelo original -que proveía el AFT por medio de la empresa Sonda- no lograba cubrir las necesidades de información que tenían las empresas transportistas. Así, varias firmas comenzaron tímidamente a reeditar a los viejos “sapos” desde 2008, y la labor ha comenzado a institucionalizarse con los nuevos contratos, que traspasan a los privados la responsabilidad por el cumplimiento regular del servicio.

Ad portas de la suscripción de nuevos contratos de gestión tecnológica, los intercomunicadores, el uniforme y el trato amable se han vuelto más frecuentes en la nueva generación de “sapos”, que ahora responden al nombre de “asistentes de ruta” o “reguladores de frecuencia”.

Express, Alsacia, SuBus, STP y Metropolitana cuentan en conjunto con al menos 400 de estos funcionarios, que hoy -a diferencia del pasado- operan con sueldo y horario fijo, imposiciones y hasta crédito bancario.

Entre ellos, Jorge Valdés (34) quien día a día administra información sobre frecuencia, estado mecánico y regularidad de los recorridos que unen a Renca con el centro de Santiago. Para él, la vieja jerga callejera mutó hacia otro tipo de lenguaje: “Código, 561754. Destino: depósito de Renca por avería.. qsl..”.

“El trabajo me encanta, es muy dinámico y se actualiza cada tres minutos. La verdad es que aquí uno no se aburre, porque a cada minuto hay que responder a una contingencia y velar por el buen servicio”, dice.

Añade que desde que se modificaron los contratos de operación, “se ven más buses en las calles, las personas ya no reclaman y casi no hay retraso. Eso, en parte, es gracias a nosotros”. A diferencia del “sapo” antiguo, el actual es menos independiente. Recibe un plan de trabajo del Centro Operacional de Flota (COF) y hace que el conductor lo cumpla.

El supervisor César Rodríguez -quien sobrevivió al antiguo sistema amarillo, donde era inspector de patio-, dice que “esta pega es 100% mejor que las micros. Antes ganaba el mínimo y hoy, con sueldo e imposiciones, es raro el operador que no se haya comprado un auto”. Según dice, estos nuevos asistentes “benefician al sistema y a los pasajeros, porque ayudamos a resolver problemas de ruta que la tecnología no resuelve, como los tacos, la delincuencia o incluso un accidente”.

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6.200 buses deben regular diariamente su frecuencia para no recibir multas.

$420 millones es el monto de cobros en multas que ha hecho Transantiago en 2012.