Punitaqui, la comuna con el 94,8% del suelo erosionado

Por MATÍAS ROVANO BUSTOS, El Mercurio

El problema se agrava por falta de precitaciones:

El drama de una comuna agrícola cuya juventud además migra en busca de mejores oportunidades.

El 14 de octubre de 1997 la comuna de Punitaqui, en la Región de Coquimbo, sufrió un terremoto que la dejó, literalmente, en el suelo. Hoy, en cambio, luce renovada, pues en poco tiempo se logró recuperar su infraestructura. Pero desde mucho antes, otro “terremoto”, uno silencioso y lento -la erosión y la sequía- está azotando la agricultura, su principal actividad económica.

Al ingresar por Ovalle, pareciera que sus campos están llenos de vida, con verdes cultivos de uva junto a la carretera. Pero al adentrarse a sectores más rurales, el panorama es desolador. Los vecinos relatan que alguna vez los secos cerros que rodean el valle fueron un vergel.

El problema de la erosión en Punitaqui es grave. Según un informe de la Unidad de Diagnóstico Parlamentario de la Cámara de Diputados, allí la desertificación avanza en “forma muy severa”, al punto que el 94,8% de sus suelos (1.339 km2) presenta daños, el porcentaje más alto en el país.

El alcalde, Pedro Valdivia, reconoce que las causas se remontan a la época de la Conquista española, cuando los primeros vecinos usaban los árboles como leña. “Éramos vecinos a las zonas donde funcionan mineras, mucha leña se ocupó en fundir cobre (…) 50 años atrás puedo dar fe de que existían bosques. Ahora todo eso está erosionado”, agrega.

En medio de la sequedad del sector de El Peral, el agricultor Edison Ruiz dice que producto de la sequía y la mala calidad de los suelos, hoy sólo puede mantener un par de árboles y unas cuantas matas de hortalizas. De las 50 cabras que tuvo Ruiz, hoy sobreviven nueve. En un año “bueno”, perdía sólo 25.

“No hay agua y todo está muy seco, el suelo se echó a perder. La cosecha de un año para otro da el doble menos (…) tenemos el otro problema, que no llueve”, cuenta.

El drama de la erosión empeora no sólo por efectos naturales. Diego Lastarria, director regional del Servicio Agrícola y Ganadero (SAG), puntualiza que un error frecuente es el cultivo en suelos con alta pendiente, sin mediar obras de conservación.

“La situación es demasiado complicada y se agrava por la falta de lluvias que tenemos. Muchas personas, sobre todo los jóvenes, están dejando el campo”, agrega Marcela Segovia, vecina de Los Colorados. De hecho, el alcalde Valdivia asegura que la población de Punitaqui envejece, porque los jóvenes o “se van a trabajar a la uva o al norte en minería”.

Mientras el fenómeno avanza, los agricultores son los que más se ven afectados. Al borde de las lágrimas, Julio Olindo mira lo poco que queda de sus paltos, que mantiene con escasa agua. “Me punzo los ojos para tirarle un poquito de agua”, dice entre broma y resignación.

Maritza Maluenda, campesina de Punitaqui, afirma que “teníamos habas, zapallo y plantas bien surtidas. Ahora mire, no tenemos nada”, se lamenta.

$3.000

millones ha destinado el SAG a recuperar suelos degradados en la IV Región.