Los picnics urbanos se toman las plazas y parques de Santiago en noviembre

En el Parque Araucano, el jueves 8 de noviembre y el domingo 18 se podrá compartir una comida al aire libre.

por Evelyn Briceño

Un día sin lluvia, una manta, un sándwich o ensalada y algo para beber. Eso, más las ganas de estar al aire libre, le bastan a un santiaguino para tenderse en el pasto de plazas o parques y disfrutar de un picnic en medio de la ciudad. Una tendencia que dos organizaciones -Fundación Mi Parque y De Picnic- tomaron. En noviembre, cuando ya las nubes debieran disiparse, ya hay tres de estos eventos agendados .

Andrea Gómez, directora ejecutiva de Fundación Mi Parque, recomienda algunos lugares, como los parques Forestal, Araucano y la plaza Loreto, en el barrio El Golf. “Cada uno tiene su impronta y encanto”, dice.

Pero recalca que, más allá de esta sugerencia, lo importante es que la gente se acerque cualquier día a la plaza más cercana y extienda su manta.

La cruzada de De Picnic es similar: ocupar los espacios públicos, no necesariamente en un acto oficial. “Incluso una platabanda con pasto sirve para conectarse con la simpleza y compartir con los vecinos”, dice Claudio Olivares, una de las cabezas de este colectivo.

Comida simple

Los chefs Pamela Fidalgo -de Coquinaria- y Carlo von Mühlenbrock -dueño de Osadía- coinciden en que un picnic debe ser simple. Mientras Fidalgo dice que “con una ensalada y un jugo basta”, su colega opina que lo ideal es que los menús sean picoteos fáciles de manipular y que no manchen.

Sin embargo, aportan algunas ideas para protagonizar un encuentro más sofisticado. Para beber, por ejemplo, la chef sugiere un Bellini (jugo de durazno con champaña). En Coquinaria, incluso, venden la mezcla que usa el restaurante neoyorquino Cipriani -autor de este cóctel- para preparar un Bellini perfecto.

Von Mühlenbrock agrega que en el mercado hay espumantes sin alcohol que pueden servir para estas ocasiones. “Lo otro es hacer una refrescante limonada con un toque de berries, como frambuesas o frutillas”, dice.

Para comer, el experto recomienda un picoteo con aceitunas aliñadas con aceite de oliva y perejil, acompañadas de tortillas precalentadas en el horno (así quedan crujientes). “Son mucho menos calóricas que cualquier snack”, asegura.

Otra de sus ideas es hacer un fondue de queso artesanal: “Calentar camembert al calor de una vela pequeña y luego untar con él panecillos de tres cereales”, dicta el chef. “Y no olvidar los huevos duros. Pelarlos puede ser toda una experiencia para los niños”, agrega.

Un queso gorgonzola, un jamón patagónico de wagyú, un frasquito de centolla y un paté de salmón entran en la selección de Pamela Fidalgo, quien sugiere, para finalizar, cupcakes. “Son fáciles de transportar en una caja plástica y son atractivos a la vista”, dice.

Von Mühlenbrock suma un detalle: “Infaltable el termo con buen café y un trozo de chocolate”.

Los accesorios

El mercado se ha ido sumando a esta tendencia en la ciudad. No son pocas las tiendas de regalos que venden canastas de mimbre con utensilios incluidos en su interior. Se pueden encontrar en Nichicha Nilimoná (8.9800293) o en la tienda Cap D’Or. La de esta última trae copas -para encuentros románticos- y un pequeño cooler incorporado, para las latas de cerveza o para los que llevan queso.

¿La manta? En la tienda Pequeña Compañía (Bartolomé de las Casas 2484) hay unas acolchadas y lavables.

En materia de novedades, el local Kitchen Republic tiene termos de origen alemán que no se quiebran en su interior. Ahí también se pueden encontrar coolers e icepacks (pastillas refrigerantes) y envases plásticos para tortas. Puede ser una celebración de cumpleaños diferente en noviembre.