El cambio radical de la Casona Ariztía

Por Paulina Cabrera, La Tercera.

La ex sede del Partido Radical, cuya ala oriente usa el Bar The Clinic, albergará un hotel-boutique, tres nuevos bares, una tienda, un teatro y una azotea verde.

Desde mañana, a las 19 horas, la antigua sede del Partido Radical, en la esquina sur de Miraflores con Monjitas, se convertirá en tienda, galería de arte y cafetería. Será la primera etapa de un proyecto que en los próximos meses sumará un teatro, tres bares, una pista de baile, un hotel boutique y una “azotea verde” con pasto. El proyecto busca rescatar la Casa Ariztía, diseñada en 1925 por los arquitectos Ismael Edwards Matte y Federico Bieregel. En su ala oriente, hoy se ubica el Bar The Clinic, cuyos dueños también son responsables del nuevo espacio.

La casona, que posee dos chimeneas y hasta un ascensor, fue dividida en dos partes en 1946. Esos muros fueron derribados para que The Clinic esté conectado al futuro centro gastronómico y cultural, aun cuando cada lugar tiene públicos diferentes.

“El bar cumple muy bien las expectativas de los usuarios, pero había otras inquietudes que no podíamos resolver, como la necesidad de una pista de baile”, dice Patricio Mora, gerente comercial del proyecto y uno de los cuatro socios del bar.

Los trabajos en el ala poniente partieron en julio. Con los planos originales en la mano, el arquitecto Cristián Contreras recuperó los arcos y el patio de luz principal, que en los años 50 prácticamente desapareció con una ampliación y una escalera. “Donde está ahora la galería de arte funcionó la sala de gimnasio de la casa. De hecho, se pueden ver los ganchos desde donde se colgaban los punching ball y las peras de boxeo”, detalla Contreras.

Otras piezas valiosas que se rescataron fueron los tallados en las maderas de las puertas, los espejos originales, los coloridos vitraux en las ventanas y un púlpito (plataforma elevada donde se puede dar un discurso o una prédica en el caso de las iglesias) por la entrada de Miraflores.

La galería de arte, donde se presentarán exposiciones, tendrá una cafetería. A su vez, dos grandes habitaciones de la casa fueron destinadas a una tienda de libros, discos, películas, accesorios y ropa de diseñadores jóvenes.

Asimismo, el primer piso tendrá murales de siete colectivos y artistas urbanos jóvenes como Piguan, Macarena Yáñez, Bus, 12 Brillos, Payo, Claudia Poblete, A la Pinta y Edo.

La cochera de la casa, que se transformará en teatro, se abrirá en noviembre con butacas rescatadas del Cine Huérfanos, desde donde se podrán ver obras y muestras de cortometrajes y documentales.

En el segundo piso estará una agencia de turismo y tres bares de distintos estilos que confluirán en el gran salón adornado con lámparas de lágrimas, el mismo en donde en los años 20 se bailaba vals y foxtrot. En enero abrirá sus puertas El Conversatorio (que se especializará en espumantes), Vitrales (con tapas y pinchos adaptados al paladar criollo) y Tavernilla (dedicado a los vinos, quesos y charcutería), que ocupará la habitación mayor que da al balcón principal de la casa.

En abril de 2013, el tercer piso, donde originalmente se ubicaban los dormitorios de los residentes, se transformará en un hotel boutique con 10 habitaciones, cada una ambientada con una estética diferente. El cuarto piso, agregado a la construcción original, será destinado a oficinas.

En sus casi nueve décadas de historia, la propiedad ha tenido fines habitacionales, políticos, educacionales y hasta policiales. “Fue construida por encargo de Luisa Ariztía de Edwards, tía del arquitecto Ismael Edwards Matte, como residencia. Tiene distintos accesos y espacios comunicados por escalas interiores”. explica Patricio Duarte, profesor del Instituto de Historia y Patrimonio de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Chile.

El edificio es de estilo neobarroco hispanoamericano, con columnas salomónicas en forma de espiral y balcones. “Dentro de Santiago es la casona que alcanza la máxima expresividad del estilo neobarroco”, sentencia el arquitecto, quien también observa una influencia limeña en la construcción. Sin embargo, la casa de 1.400 metros cuadrados también tiene elementos góticos como las gárgolas de piedra en las caídas de agua y de fierro que sirven de ornamentación.

En 1946, la casona comienza su larga lista de dueños. Primero la compró Justo Villanueva Castro y en 1972 pasó a manos del entonces Partido Izquierda Radical (PIR), que la adquiere en 800 mil escudos. En esa época también funcionó en el mismo espacio la Radio Yungay. Tras el golpe de Estado de 1973, el inmueble es confiscado y destinado desde 1977 a oficinas de la Policía de Investigaciones. Posteriormente, fue sede del Instituto Chileno Británico. En 1999, los partidos PPD y PRSD, continuadores legales del PIR, pidieron su restitución, pasando a manos de los radicales hasta 2009.

“La Municipalidad de Santiago fue la que gestionó su protección como Inmueble de Conservación Histórica”, recuerda la asesora urbanista del municipio, Sandra Gysling, quien detalla que el ex alcalde Raúl Alcaíno congeló los permisos de edificación cuando la propiedad estuvo a punto de venderse a una inmobiliaria que proyectaba en el terreno un edificio en altura.

Tras comprarlo a los radicales en $ 650 millones, el inmueble en su totalidad hoy pertenece a la inmobiliaria RAC, que lo arrienda a los dueños del Bar The Clinic. El nuevo espacio -que espera atraer a 50 mil personas al mes, 20 mil más que el bar- aun no tiene nombre. “Vamos a tener que emborracharnos uno de estos días y decidirnos”, remata Mora.