BiCimenterio: memoria, empoderamiento y denuncia

Por Ignacio Voullième, Sociólogo de la Universidad Alberto Hurtado, Alumno del diplomado de Planificación y Gestión Urbana Integrada de la Universidad Católica.

Las animitas en Chile, y en general en América latina, adornan nuestros espacios públicos para recordar personas y acontecimientos de una forma fisca, a estos se les otorgan características divinas por lo que se transforman en símbolos de adoración. Quienes dan píe a estas animitas son, por lo general, personas comunes que tuvieron muertes lo suficientemente duras como para llegar rápidamente al por eso se encuentran más cerca de Dios y desde ahí nos pueden echar una manito.

Puede que esta tradición se haya entrecruzado con el auge del ciclismo urbano a nivel mundial, o haya sido tan solo el ímpetu de denuncia lo que dio pie a las llamadas “Ghost Bike” o “Bicicletas Blancas”. Este hecho, ya presente en las grandes ciudades del mundo, consta en encadenar una bicicleta pintada de blanco en los lugares en que se generaron muertes de ciclistas en manos de vehículos motorizados. Esta tradición nace en Estados Unidos en la ciudad de Saint Louis, y se ha expandido hacía otros países y ciudades como Holanda, Inglaterra, Ecuador y Argentina. En la página web de la organización (www.ghostbike.org), que dio pie a esta tradición, es posible encontrar la ubicación de las bicicletas blancas encadenadas en cada una de las ciudades que se han sumado a esta causa.

En Internet también, se pueden encontrar diversos videos, donde se realizan, por parte de los familiares, dolorosos encadenamientos días después del fallecimiento de un ser querido. U otros menos duros, que buscan dar cuenta de esta práctica. Esta columna es una invitación a comenzar en Chile esta práctica, y así hacer visibles a nuestras víctimas, las que seguirán aumentando debido al crecimiento sostenido de ciclistas (15 a 18% al año), a la expansión sin fin del parque automotriz (25% en 5 años), y a la lenta reacción del gobierno para dar espacios cualitativamente significantes a esta demanda urbana.

Esperemos que no tengamos que encadenar más bicicletas. Sin embargo esta es, una invitación a hacer nuestra esta práctica, a hacer nuestro ese espacio y recordar a nuestra manera, a quienes compartían esta forma de vivir la ciudad. Es sin duda una buena forma de recordar al diseñador y gestor cultural Arturo Aguilera, quien falleció el 10 de Agosto en el hospital El Salvador, tras un accidente ocurrido a las 00:50 de la mañana en la intersección de Santa Isabel con Bustamante. En esa esquina fue arrollado por un chofer ebrio, que luego se dio a la fuga. Acciones como la cicletada que lo acompañó hasta el cementerio, y la peregrinación espontánea hasta esa intersección por parte de ciclistas y ciudadanos que no lo conocían, comienzan a reforzar lo poco que tenemos de cultura urbana, cívica y la empatía que hemos perdido en arriba de los autos.

Espero que esta expresión física y silenciosa de la defectuosa distribución de la ciudad, en cuanto a las prioridades en el transporte, comience a hacerse presente en nuestras calles para recordarles a los automovilistas y autoridades que sus acciones tienen consecuencias y que cada día somos más.