Los guardianes del “oro rojo”

El alerce puede vivir hasta tres mil años. Eso, si no cae víctima de la tala ilegal que lo acecha por parte de leñadores furtivos o “mecheros” de la madera. Por eso, la Conaf comenzó este año a fiscalizar desde el aire la corta no autorizada del bosque nativo. Una cruzada extensa, que ahora se desarrolla a cientos de metros sobre la tierra.

Por Sebastián Sotorff, El Mercurio.

Desolador, solitario y completamente devastado. Así es “El Purgatorio”, un lugar que se puede conocer sin la necesidad de estar muerto. Sólo basta con recorrer unos 80 kilómetros desde Concepción hacia la cordillera de Nahuelbuta para toparse con esta pequeña localidad agrícola, ubicada junto a lo que antes era un pequeño, pero exuberante, bosque nativo de la Región del Biobío.

Lo que antes era un área colmada de arrayanes, coigües y robles, hoy no es más que un terreno barroso, repleto de árboles cercenados y quemados, que terminaron sus días convertidos en simple leña.

“Antes uno pasaba por aquí y era todo tan verde. Da pena verlo así, porque era un lugar muy bonito”, dice un niño que se acerca al sitio baldío donde un helicóptero modelo Sokol de Conaf acaba de aterrizar. Se trata de una fiscalización sorpresa, que la institución implementó por primera vez a nivel nacional durante la semana pasada.

Fueron seis regiones y más de 2.600 kilómetros de patrullaje aéreo en cinco días, que permitieron complementar el trabajo en terreno que tienen que desarrollar los inspectores de la corporación.

Muchos de ellos deben caminar durante días, acceder a zonas peligrosas o acampar en medio de la nada para constatar la tala ilegal del bosque nativo, una lucha que por más esfuerzos que se involucren, parece no acabar.

Sólo en 2011, Conaf detectó 613 cortas no autorizadas a lo largo del país. Durante el primer semestre de este año se han descubierto 310 talas de este tipo y en estos cinco días, la institución localizó a través del aire más de 150 cortas forestales entre las regiones Sexta y Décima. Muchas de ellas ahora deben ser investigadas para constatar su legalidad.

Sin embargo, hay un robo silencioso que se sigue generando en algunos bosques del país. Se trata del “floreo”, una suerte de robo hormiga practicado por “mecheros” que ingresan a un bosque, cortan el mejor ejemplar y lo faenan para venderlo como leña, madera o carbón. Esto no sólo afecta la sustentabilidad de una zona completa, sino que también pone en riesgo la perpetuidad de especies nativas y protegidas, como el alerce.

Este árbol, monumento natural desde 1976 y cuyos ejemplares pueden alcanzar los tres mil años de antigüedad, está en peligro de extinción. Su madera, conocida como el “oro rojo” por sus condiciones especialmente apreciadas en la construcción, fue indiscriminadamente explotada por más de cuatro siglos. Una de las consecuencias se aprecia observando amplias zonas del sur del país, convertidas en verdaderos cementerios de alerces, cuyos troncos sobresalen solitarios en medio de extensos terrenos verdes.

Lobo del aire

Desde el aire no sólo se aprecia la sombra del Sokol, surcando impenetrables bosques, alerzales y zonas repletas de troncos apilados. También se detecta la presencia de furtivos leñadores, que miran sorprendidos su paso fiscalizador.

Los inspectores se valen de estas pistas, de rastros de camiones o de algún movimiento irregular en el bosque. Ver estas gigantescas arboledas desde las alturas no es igual que fiscalizar a pie.

Así que buena parte del éxito de esta inspección se debe a las funciones que cumple el Sokol, una aeronave que estuvo marcada por la polémica. El aparato, de origen polaco y avaluado en 8,5 millones de dólares, aterrizó en el país en 2010. En enero de ese año fue presentado en público y 36 días después se anunció su enajenación, producto de sus costos operacionales y la inexistencia de un piloto calificado para comandarlo.

Finalmente, la institución se quedó con el aparato, que hoy es utilizado para aplacar los incendios forestales y dar apoyo a la fiscalización del “oro rojo”. Es como un sabueso.

“Este helicóptero nos permite alcanzar lugares a los que no podíamos llegar de manera terrestre, por lo que su adquisición vino a perfeccionar nuestro trabajo. Así que ahora es difícil que se nos escape una corta ilegal en el país”, explica Tomás Bennett, jefe del departamento de fiscalización forestal de Conaf. Si el año pasado sólo se pudieron concretar dos patrullajes aéreos, durante este semestre se han realizado cuatro y se espera completar al menos dos más antes de que termine 2012.

“Muchas de las críticas formuladas a la aeronave fueron por simple ignorancia”, explica el piloto del Sokol, Mauricio Gutiérrez, quien combate incendios forestales desde 1982.

Pese a que no es actor , este abogado y ex miembro de la Fuerza Aérea ha participado en películas como “Sussi”, “Johnny Cien Pesos” o “Secuestro express”. Pero no al frente de la cámara, sino filmando persecuciones y accidentes. El piloto protagonizó, además, las primeras transmisiones televisivas aéreas, cuando el show de “Pepito TV” lanzaba regalos desde el aire en diferentes lugares de Santiago. Este verano combatió el incendio en las Torres del Paine y ahora lleva más de 20 horas volando por varias regiones del sur.

Han sido cinco días en que la calma de los bosques milenarios ha sido interrumpida por el ruido que genera este intruso volador. Fueron jornadas intensas, que ahora darán paso a otra persecución: la legal .

Para personas como Benett, esta fiscalización es casi una cruzada. “En general, en nuestro país la Ley Forestal se cumple. Pero hay gente que aún no quiere entender lo que significa el bosque nativo y mucho menos el alerce. Simplemente es gente mala, porque es muy difícil comprender las motivaciones de alguien para talar estas especies, que son únicas en el mundo y que llevan miles de años en el planeta”.