Viviendas de menos de 50 m2 se consolidan en las grandes ciudades

Cambios inmobiliarios:

Familias de menor tamaño, adelantos tecnológicos y aumento de solteros explican esta tendencia, según la Cámara Chilena de la Construcción. Urbanistas lo atribuyen al incremento en el precio de los terrenos.

Por Manuel Valencia, El Mercurio.

Siete años han pasado desde que Cristina Concha (35) compró un departamento de menos de 50 m2 en la céntrica calle Merced, para vivir con su pareja, su hija Sofía y un perro. Pese a la escasez de espacio, esta dentista siempre encontró ventajas en su propiedad. “Para mí, siempre fue beneficioso, porque armé la casa con pocas cosas y fue cómodo porque no había mucho que ordenar. Nunca necesité una persona que me hiciera un aseo profundo. Y al tener pocas cosas, compré lo preciso, un par de adornos con onda y no necesité más”, cuenta.

Su caso no es aislado y muestra una tendencia inmobiliaria creciente que se refleja en las cifras: hace 11 años se construían 2.000 viviendas de menos de 50 m2 en el Gran Santiago, cada tres meses. La cifra aumentó en más de ocho veces el primer trimestre de este año, que totalizó 17.000 viviendas de este tipo, según un estudio de la consultora habitacional Collect GFK.

De acuerdo al gerente de Vivienda y Urbanismo de la Cámara Chilena de la Construcción, Pablo Álvarez, la tendencia responde a diversos factores. “Hay cambios demográficos que implican este tema. En los 60 había 5,3 personas por hogar. El año pasado, ese promedio se redujo a tres integrantes por familia. También hay aspectos sociológicos: crece el número de solteros y adultos mayores que buscan espacios más reducidos y ajustados a su realidad”, explica.

A su juicio, la tecnología también influye: “Las cocinas se integran a los livings . Las familias más pequeñas no buscan un ambiente de cocina, y como tienen notebook, no necesitan pieza para el escritorio. Además, muchas optan por baños más chicos porque lavan en la lavandería”.

Según estadísticas de la Cámara Chilena de la Construcción, desde enero de 2003 hasta marzo de este año hubo 54.714 permisos de edificación. De ellos, 30.669 corresponden a Santiago Centro, donde el promedio de la superficie es de 41 m2.

“Jibarización”

Para Esteban González, director de estudios de la consultora AGS Visión Inmobiliaria, el fenómeno se denomina “jibarización” de las viviendas, en alusión a los indígenas ecuatorianos que reducen las cabezas de sus muertos por razones estéticas y culturales.

En su opinión, el fenómeno es más por el aumento del valor de los suelos: “Responde a una dinámica de mercado y cambios estructurales en el núcleo familiar. Los precios de las viviendas se han encarecido producto del aumento de los costos de construcción, mano de obra y precio del suelo”.

Esto ha detonado que los departamentos cada vez sean más estrechos y se le saque el máximo rendimiento a cada metro cuadrado. “Para compensar las alzas se reducen los metros cuadrados vendibles”, señala.

Hace un par de meses, Cristina volvió a ser mamá y la llegada de la niña le complicó las cosas. “Con la guagua se hace mucho más difícil y por eso estoy buscando dónde irme. Aunque aquí tengo dos dormitorios, apenas caben las camas. Mi hija necesitaba espacio para los libros y me urge un lugar para la bebé. No queremos irnos, pero estamos obligados a hacerlo”, agrega.

El cambio de esta joven responde a lo que los urbanistas llaman “transición” de las viviendas: compradores que buscan propiedades para etapas iniciales de su vida y que luego las cambian y las mantienen como una inversión.

Sin embargo, el consultor de Atisba, Iván Poduje, afirma que “esto no garantiza que la vivienda definitiva sea casa. De hecho, en familias que tradicionalmente demandan casas, el departamento además es visto como una alternativa de reemplazo, debido a sus atributos de seguridad y cercanía”.

Agrega que la tendencia de construir en núcleos urbanos consolidados -denominada “infilling” (llenado interno)- “también se produce por fenómenos como la congestión vehicular, restricciones normativas y geográficas que limitan la oferta y desplazamiento de los servicios. Es un hecho inédito en la historia de Santiago y es un cambio estructural que también se ve en grandes ciudades como Iquique, Antofagasta, el Gran Valparaíso o Gran Concepción”, afirma.