Ambicioso plan busca recuperar área arrasada por incendio forestal en Biobío

Primera iniciativa de este tipo en Chile:

Ya comenzaron los trabajos para proteger el suelo y se completó la recolección de semillas para restituir el bosque nativo quemado.

Por Sebastián Henríquez, El Mercurio.

“Mira, allá se ve algo de verde”, dice Juan Carlos Sandoval, mientras apunta a uno de los cerros en donde el incendio forestal de Pichiqueime redujo la capa vegetal a carbón y cenizas.

El fuego, que se inició en ocho focos simultáneos la madrugada del 31 de diciembre, arrasó con 28 mil hectáreas de plantaciones forestales y bosque nativo en las comunas de Quillón, Ranquil y Florida, en la Región del Biobío. Dos personas murieron y 870 resultaron damnificadas antes de que la lluvia apagara las llamas el 9 de enero.

La capa verde a la que apunta Sandoval, jefe de la unidad de Agua y Suelo de Forestal Celco, es el primer rebrote de pasto y maleza que asoma después de la catástrofe.

Son principalmente aromos y zarzas que, aun siendo consideradas plagas, tienen ahora un rol clave para recuperar el suelo.

Por eso, los 160 operarios que trabajan hoy sembrando en los predios de la forestal no removerán estos brotes. “Los dejamos, aunque reduzcan la productividad”, dice Sandoval. Explica que esta medida es una de las contempladas en el programa de la empresa para rehabilitar las ocho mil hectáreas de su propiedad afectadas por el incendio forestal.

Con iniciativas como éstas, el Gobierno y privados desarrollan un ambicioso plan que busca recuperar el suelo, la flora y la fauna del área afectada por el fuego, de aquí a cinco años.

“Este es un esfuerzo inédito”, afirma Jorge Serón, presidente de Corma Biobío, quien explica que “incluso, ni siquiera en la quema de los parques nacionales se ha hecho un programa con esta dimensión, con esta envergadura, y con esta visión”.

Para concretarlo, se han conjugado los esfuerzos de Celco con la asistencia de distintos organismos del Gobierno, que invertirá unos $2.700 millones en el proceso para asistir a pequeños propietarios en la recuperación de sus suelos.

La iniciativa más importante apunta a disminuir la erosión conteniendo las cárcavas (socavones producidos por este fenómeno). Para combatirlas se instalan una serie de diques de madera o sacos para que el agua sedimente antes de seguir su curso cerro abajo. El uso de sacos es una innovación local.

Serón explica que se buscaron métodos baratos para que se repliquen en pequeños predios de campesinos, y que los sacos han demostrado una gran utilidad.

Un paso más complejo es la recuperación de la flora autóctona, que se perdió en el cerro Cayumanqui.

Por dos años no se tocarán las áreas de bosque nativo para no entorpecer la recuperación natural del bosque. En caso de que esto no dé resultado, las semillas del lugar ya fueron recolectadas, y serán sembradas en viveros para que puedan reconstituirse en el hábitat dañado.

28.000 hectáreas fueron consumidas en el incendio.

10 días se prolongó el fuego.

222 casas fueron destruidas.

Tres fiscales llevan una causa por incendio con resultado de muerte en este siniestro.

333 pequeños propietarios tendrán asistencia de Conaf para reforestar.

500.000 plantas donará Corma a campesinos de la zona.