Lastarria suma 30 restaurantes y se consolida como polo gastronómico

Este año ya han llegado cinco nuevos locales y pronto se abrirá el del chef Pancho Toro.

Por Carlos Reyes Barría, La Tercera.

“Cuando partimos en 1992 no éramos más que cuatro locales. Donde hoy hay cafeterías, sólo había almacenes de barrio, porque Lastarria era meramente residencial, con algunos chispazos de bohemia”, comenta el dueño del restaurante Gatopardo, Pedro Verdejo, uno de los pioneros en la oferta culinaria del sector. Para esa época, sólo algunos locales como su par italiano -el restaurante Squadritto- y el francés Les Assassins existían en el barrio y competían con su carta mediterránea. Hoy, 20 años después, ya son 30 los locales gastronómicos que conviven en Lastarria, y con el curso de los años se asocia como un lugar para paladares exigentes.

Al emblemático Café del Biógrafo -que reabrió a fines de marzo, luego de permanecer cerrado por 11 años- se le suma la llegada de cuatro nuevos locales al vecindario durante este año: Bocanáriz, Mamboleta, Peztoro y Mulato. Y en dos semanas más se inaugurará una nueva sucursal del restaurante Nolita, del chef Pancho Toro. En 2013 será el turno del nuevo Liguria, en la antigua casona que ocupó el Instituto Chileno Francés.

Según la crítica gastronómica Pilar Hurtado, la zona se ha consolidado como un polo de atracción para los santiaguinos amantes del buen comer, el diseño y la moda. “Antes el sector estaba marcado por el bar Berri y un par de cafés donde se reunían escritores como Arturo Fontaine y Gonzalo Contreras, cercanos a la librería que tenía Lafourcade en la Plaza Mulato Gil de Castro. Hoy tienes una vitrina de comida mediterránea, peruana e internacional y una gran oferta de vinos”.

Como el que ofrece el winebar Bocanáriz, en Lastarria 276, que abrió sus puertas hace dos semanas y recibe a sus comensales con sommeliers que recomiendan la cepa precisa entre sus 304 etiquetas. “Elegir el barrio no fue una apuesta arriesgada, porque tiene muchísimo potencial: es un lugar histórico y turístico, entonces quisimos instaurar una oferta urbana de vinos aquí”, comenta una de las socias de Bocanáriz, la enóloga Daniela Lorenzo.

Algo similar les sucedió con el sector a los dueños del restaurante de comida chilena Mamboleta, abierto en mayo.

Lo que se viene

Ahí donde están el Café Lastarria y la librería Ulises, se instalará el nuevo Nolita. Ya no tendrá manteles largos como los de Isidora Goyenechea. “Este público es muy distinto. Acá hay más gente joven, a la que le gusta ver las exposiciones del GAM y las películas de El Biógrafo. Seremos más despeinados y nos convertiremos en un espacio de conversación distendida, con terraza y sillones”, cuenta una de las chefs, Anita Toro.

La carta es prácticamente la misma, con su tradicional tortellonis, pero incluirá una parrilla fresca de mariscos, que será el sello de Lastarria.

Ahí el restaurante llegará a hacerle compañía al bar La Junta, arribado hace más de un año, y el que se ha transformado en un polo cervecero. “El barrio vive su boom hace dos o tres años, era el momento para hacer esa apuesta juvenil y mezclada con la onda lastarrina de la buena comida”, dice el administrador del bar, Claudio Molina.

El presidente de la Asociación de Empresarios del Barrio Lastarria, Alfonso Molina, es testigo de la consolidación de este polo que agrupa ya a 30 locales. “Nuestro barrio tiene una identidad cultural y culinaria. Lo que queremos es construir una marca Lastarria y por eso nos reunimos a unificar criterios, por ejemplo, en torno al estilo de mesas, logos y plantas que tienen que tener los restaurantes”, dice.

Molina explica que la intención de todos sus socios es, también, “atraer boutiques de nivel para ser un barrio bisagra entre el centro y la zona oriente de Santiago”.

Por su parte, Jonathan Pardo, administrador del restaurante fusión instalado hace más de un año en Lastarria, Interludio, está convencido de que la llegada del bar Liguria traerá “energía positiva” para el barrio y se seguirán sumando otros.

Quienes han ido llegando en el último tiempo coinciden en que el perfil del público sigue siendo el del profesional joven y que a estos se han agregado los ejecutivos del centro de Santiago y los extranjeros que llegan por centenas. Por eso, según cree la administradora del restaurante Geométrico, Carmen Luna, la zona sigue teniendo gran potencial en materia gastronómica y para paladares más exigentes.

Según Pilar Hurtado, el creciente interés de moverse por este barrio se debe, en cierta forma, a que está flanqueado por centros culturales, como el GAM, el Mavi y el Museo de Bellas Artes, y que atrae a un tipo de comensales particular: los amantes de la buena mesa.

“El barrio ha subido de categoría en términos culinarios. La llegada del Nolita es una muestra de ello. Además, hoy se nota que comer bien en el centro ya no es algo snob, tiene que ver con alimentarse bien, mezclar sabores distintos y eso se está dando en el barrio”, agrega la crítica gastronómica.