Los otros vecinos de Nueva Las Condes

[Villa San Luis] A fines de 2010, estos residentes contiguos al barrio financiero recibieron una oferta por sus viviendas y no la aceptaron por lo “baja”. Mientras, la inmobiliaria afirma que fue la última.

Por Evelyn Briceño, El Mercurio.

LOS edificios de Nueva Las Condes brillan aunque no haya sol. Desde el año 2000 que en los terrenos ubicados al interior del triángulo que forman las calles Presidente Riesco, Alonso de Córdova y Manquehue no cesa de levantarse el nuevo barrio financiero de Santiago. Y aunque su fisonomía está definida, aún existe un paño de 15 mil m2 -conocido como “lote 18”- donde permanecen aún departamentos de la antigua Villa San Luis, un conjunto de viviendas sociales construidas en 1972 para los “sin techo” que habitaban en Las Condes.

Se trata de la manzana comprendida entre Cerro El Plomo, Urano, Av. Presidente Riesco y O’Conell (ver infografía). En 2005, vivían ahí 116 familias y fue ese mismo año que la inmobiliaria Proyecta Gestión ofreció $ 80 millones por las viviendas, cifra que aceptó sólo un propietario. En 2010, la suma creció a $ 120 millones y 92 grupos familiares los que aceptaron.

Las restantes 23 familias consideraron la oferta muy baja y otras, simplemente, no quisieron dejar sus departamentos. Hoy, son una decena de blocks de baja altura con departamentos de entre 60 y 80 m2, los que siguen anclados a este codiciado terreno. “No me voy ni a palos de acá”, dicen en coro, porque ni siquiera esperan un mejor precio por la venta de sus viviendas. No están dispuestos a moverse de la comuna, porque, según señalan, ahí están sus redes.

Otros apelan al dinero. “Espero que me ofrezcan por lo menos $ 200 millones”, dice Florencia, una de las habitantes originales de la villa. “Trabajo aquí, tengo consultorio a una cuadra, el supermercado al frente y el Metro a pasos. Los que aceptaron vender ahora están en Maipú, Lampa o Quilicura, porque no les alcanzó para quedarse en Las Condes”, agrega.

En 1976, en pleno régimen militar, el Ejército desalojó gran parte de los 1.038 departamentos de la Villa San Luis para traer a personal de sus filas. De los habitantes originales quedaron sólo 116 familias. “Luego del retorno de la democracia nos quisieron echar, pero no lo consiguieron”, cuenta Ana María, quien vive hace 40 años en el lugar. Agrega que en ese momento iniciaron una batalla por recuperar sus títulos de dominio, objetivo que cumplieron en 2000.

En 1996, los militares vendieron a una inmobiliaria la parte de la villa ubicada al poniente y al sur. El precio: más de 80 millones de dólares. Además, abandonaron dos blocks en el lote 18, los que aún están en pie.

El director de la Corporación de Mejoramiento Urbano (Cormu) entre 1970 y 1973, Miguel Lawner, lamenta que esos terrenos se “hayan transformado en un gueto, en un lunar, luego de que el resto de las familias tuvieran que salir por la presión económica”, afirma.

El lugar quedó en estado de semiabandono, sólo habitado por los 23 grupos familiares mencionados. Muchos de ellos, consideraron muy bajo la cifra ofrecida por la inmobiliaria, sobre todo, después de que en 2006 una oficina de ingenieros calculistas hiciera una tasación de sus viviendas y determinara que valían $ 280 millones.

El presidente de la junta de vecinos entre 2005 y 2011, Carlos Vera, cuenta que les advirtió a todos sobre este estudio. “Pero la mayoría aceptó la oferta, tentados por el dinero rápido. Varios están arrepentidos”, dice.

En Proyecta Gestión señalan que esa tasación es una“fábula”. “Esas 23 familias están mal asesoradas y sus pretensiones son desmedidas. Para nosotros ya no es prioridad negociar con ellos. No habrá más ofertas”, enfatiza Felipe Gilabert, gerente general de la empresa.

Florencia reconoce que está esperando más dinero. Ana María insiste en que su decisión de quedarse va más allá del dinero. “No estoy dispuesta a vender. Mis recuerdos y mi vida están aquí. La plata no me convence”, asegura.

Para Miguel Lawner, la salida a este problema sería que el municipio y el Serviu gestionaran una solución habitacional para que estos vecinos sigan en Las Condes. Pero en la municipalidad son claros y aseguran que se trata de un asunto entre privados, en la que ésta no tiene ninguna injerencia.