El nuevo “lifting” del Teatro Cousiño

Desde vedettes argentinas hasta predicadores evangélicos han utilizado desde 1927 esta sala cercana al Parque O’Higgins. Tras cinco años de abandono, reabre sus puertas para presentar obras de teatro escolar.

por Benjamín Blanco
(El Mercurio – 06/06/2011)

No ha tenido siete vidas, pero casi. El Teatro Cousiño cuenta tantos usos como manos de pintura en sus murallas: funcionó como cine, salón de baile, iglesia evangélica y sede vecinal, todo esto en 84 años de existencia. Este espacio de 380 butacas y ubicado en calle San Ignacio -en pleno barrio Viel- conoció en los años 60 y principios de los 70, de plumas y lentejuelas. En su escenario desfilaban las vedettes de la compañía revisteril Humoresque, una de las más hilarantes de la ciudad junto al Bim Bam Bum.

Luego de cinco años de abandono, un empresario quiere revivir al Teatro Cousiño. Pero su uso será distinto a los anteriores: a fin de año reabrirá convertido en una sala de Santiago destinada a exhibir obras de teatro para escolares.

“Las necesidades de la gente van marcando la pauta de esta sala. Si antes había un boom de espectáculos nocturnos y el espacio fue destinado para eso, ahora lo que faltaba en la ciudad era un lugar para obras para niños y adolescentes”, cuenta Mario Contreras, jefe de ventas del Teatro UC y actual arrendatario del local. “Me hice cargo a mediados de 2009 y gente ligada a la compañía Humoresque me han pedido hacer funciones de ese estilo. He dicho que no, ese tiempo ya pasó y no quiero revolucionar el barrio”, agrega.

Construido en 1927 por los arquitectos Manuel Cifuentes y Horacio Guzmán, el teatro fue catalogado por la prensa de la época como “una simpática salita”, con un moderno equipo de audio para esos años. Además de presentaciones teatrales y diversas reuniones sociales (las butacas no estaban adosadas al piso, por lo que se podían retirar y organizar bailes), en el lugar se instaló un proyector y se exhibieron algunas películas. “En 1938 se mostró el filme mexicano ‘La Rancherita de Carmen’ con relativo éxito”, comenta Juan Camilo Pardo, Coordinador Centro de Patrimonio Cultural de la UC y experto del Barrio Viel. “Un plano de 1946 da cuenta de que este teatro contaba con una capacidad para 220 butacas en el primer piso y 190 en la platea alta y pertenecía a los hermanos Munir y Wady Chama”, agrega.

Ese año, el teatro fue adquirido por otro empresario de origen árabe: Salim Zacur. Con él, el espacio encontró la fama. Luego de que un incendio destruyera parcialmente el Teatro Picares -ubicado en Av. 10 de Julio- parte de los actores que se presentaban ahí se mudaron al Teatro Cousiño y fundaron la compañía Humoresque. “Eran obras revisteriles de alto nivel, a la altura del Bim Bam Bum. Se traían vedettes de Argentina, ‘las típicas de tango’ las llamaban. También venían coreógrafos de ese país y había modistas del barrio que hacían la ropa únicamente para cada temporada, que duraban un mes”, cuenta la hija de Salim, Mariam Zacur, quien heredó el inmueble en 1994. “Venían matrimonios, donde las mujeres lucían sus mejores abrigos de piel. Una obra que me impactó cuando niña fue una llamada ‘Las Brujas de Salim’, porque le pusieron ese nombre haciendo el juego con el nombre del clásico de Arthur Miller y el nombre de mi padre”, recuerda,

Mariam, doctora de profesión, reconoce que después de 1973 la vida nocturna se apagó en Santiago. “Además, con el arriendo de las películas y el cable, la gente comenzó a hacer vidas puertas adentro y sólo salía a la calle de día”, cuenta. Por eso, Salim Zacur debió buscar nuevos usuarios para el teatro y los encontró en la fe: durante 25 años una confesión evangélica utilizó el espacio. “En ese tiempo comenzó el mayor deterioro del teatro. Ellos sólo usaban la nave central y no ocupaban los camarines ni los baños, que fueron poniéndose feos”, agrega Mariam.

Desde 2006 el edificio estuvo abandonado. Por esos años, la hija de Mariam Zacur y el hijo de Mario Contreras eran compañeros de curso en el Colegio Pedro de Valdivia de Agustinas. Mientras ambos padres charlaban en una reunión de apoderados, Contreras se enteró de la existencia del teatro. “Yo soy de San Felipe y no tenía en mis libros a ese teatro. Me animé, lo visité y vi en las condiciones que estaba. Eran pésimas. Pero me entusiasmó igual”, cuenta. Contreras vendió una casa para financiar el arriendo ($ 500 mil mensuales) y hacer los arreglos más urgentes, como habilitar baños y camarines y comprar luminarias y equipos de audio. “En febrero del año pasado estaba a punto de sacar los permisos, pero con el terremoto se cayó el cielo falso. Nuevamente tuvimos que hacer arreglos y recién ahora pude iniciar los trámites nuevamente”, agrega Contreras.

Aunque aún no abre, el teatro ya comenzó a tener vida. Contreras cede el espacio para reuniones de la junta de vecinos y una vez prestó la sala para que el grupo Mazapán hiciera una presentación a los niños del barrio.

Además, en el espacio realiza sus ensayos la compañía Teatro Cousiño, la misma que utilizará el escenario cuando está abierto al público. Por ahora, los seis integrantes del grupo sólo ensayan las obras para presentarlas en colegios de la ciudad. “Trabajamos con textos del Mineduc, obras de Moliére y Shakespeare, por ejemplo. Luego vamos a las escuelas y las presentamos ahí. Cobramos por eso y así ingresa dinero”, cuenta Contreras. “Cuando abramos, la idea es que ellos vengan para acá. Los traeremos en buses”, remata.