Grandes ONG ambientalistas manejan más de US$ 1.000 millones para actuar en el mundo

La sueca WWF, la canadiense Greenpeace y la estadounidense NRDC están presentes en más de 100 países. En Chile, estas tres entidades apoyan a Patagonia sin Represas, además de asesorarlos en publicidad y comunicaciones.

Mario Riveros M.
(El Mercurio – 26/05/2011)

En 2008 el vocero de la organización ambientalista más grande de Estados Unidos, la National Resources Defense Council (NRDC), Robert Kennedy Jr., se reunió con la Presidenta Michelle Bachelet para conversar sobre HidroAysén, que en ese momento comenzaba su tramitación ambiental.

Tras la cita, el sobrino del ex Presidente John F. Kennedy, escribió una carta a The New York Times donde señaló que la Mandataria le había confidenciado su rechazo a “las grandes represas”. Afirmación que fue desmentida desde La Moneda.

Pero, y pese al apellido de su interlocutor, ¿por qué una Presidenta chilena recibe a un abogado estadounidense para hablar de un proyecto eléctrico que se construirá en nuestro país?

Es el resultado de un lobby ecologista, diseñado para contrapesar el poder de negociación de las grandes corporaciones y que, sólo en sus tres entidades más grandes -la NRDC, Greenpeace y la World Wide Fund for Nature (WWF)- tienen presupuestos anuales que superan los US$ 1.000 millones, algo así como el 0,7% del PIB chileno. Estos recursos -que fácilmente podrían duplicarse si se contabilizaran las finanzas de las miles de ONG ambientalistas que operan en todo el mundo- sólo se usan con un solo fin: influir.

En todo el globo

Estas entidades han llegado a actuar en casi todo el mundo, financiando operaciones, levantando conocimiento científico que ayude a su causa y “creando conciencia” en las ciudadanías nacionales para, entre otras cosas, rechazar los proyectos que consideran que afectan negativamente el medioambiente.

Además, se preocupan de cultivar relaciones con políticos y líderes de opinión de primer nivel. The New York Times, por ejemplo, ha considerado a la NRDC como la ONG ambientalista más poderosa del mundo, no sólo por su alcance con líderes globales de primer orden, sino que también porque entre sus autoridades se cuentan desde directores de empresas como GAP, hasta actores como Leonardo DiCaprio.

En pocas palabras, dice Patricio Rodrigo, director ejecutivo de Patagonia sin represas, los ambientalistas hacen que temas como HidroAysén “ya no sean problemas nacionales, sino que globales”.

Y así es como, dicen representantes de estos organismos, han logrado metas. ¿La más importante? Poner en agenda el tema del calentamiento global.

Algunas de estas organizaciones logran también recursos por parte de los gobiernos. Es el caso de la Fundación Heinrich Böll, nacida al alero del Partido Verde Alemán, que cada año recibe más de US$ 60 millones del gobierno germano con el fin de influir en todo el mundo sobre diversas materias, incluida la ambiental.

En Chile parte de este lobby ha llegado con Greenpeace, la World Wide Fund for Nature (WWF), la NRDC, la WaterKeeper Alliance y Earth Action, por nombrar algunas.

Las ONG, establecidas como alianzas o como capítulos nacionales, operan activamente en el país y recaudan recursos aunque, principalmente, se dedican al activismo medioambiental.

Muchas veces, además, aportan con fondos a campañas como la de Patagonia sin Represas, quizá el movimiento que más recursos ha concitado en Chile, y que Patricio Rodrigo estima ha gastado más de US$ 4 millones en cuatro años.

Esto sin contar las visitas de Kennedy, la entrega de know how para armar grupos ciudadanos de presión activa (por ejemplo, los vigías costeros que ha establecido la Waterkeeper Alliance), la publicidad y publicaciones en medios en otras partes del mundo.

En todo caso, como explica Rodrigo, el método de trabajo en el caso de Patagonia sin Represas -integrada por 82 entidades ambientalistas, chilenas y extranjeras- es horizontal, donde cada una de estas organizaciones se dedica a aportar en lo que tiene mayor expertise .

La NRDC, por ejemplo, financió y desarrolló la campaña publicitaria, así como la compra de estudios sobre HidroAysén en el exterior.

Cifras millonarias

Pero para lograr todo esto se necesita, más que influencia, recursos. Y en eso las ONG ecologistas se han convertido en verdaderas empresas de primer nivel, no sólo levantando aportes, sino que también administrando los recursos que manejan.

Por eso es que hoy todas tienen departamentos de finanzas separados de los “operativos”, y planean presupuestos anuales e incluso lanzan, una vez al año, memorias anuales, donde hablan de sus logros y metas, además del uso de sus recursos.

Algo como lo que hace la suiza WWF, entidad que sólo en el año 2010 logró conseguir US$ 760 millones.

La organización -que tiene más de 4.500 empleados en los 100 países en que está presente- se preocupa desde los tigres de Sumatra hasta las represas en la Patagonia, y coopera activamente con esas causas.

Greenpeace, en tanto, recibió en 2009 US$ 195,9 millones a nivel mundial. Según explica Matías Asun, director ejecutivo del capítulo nacional de la entidad canadiense, en Chile se obtienen ingresos por cerca de US$ 650 mil: una parte de ellos queda en el país y el resto se envía a la matriz.

La NRDC, en tanto, reportó ingresos por US$ 115 millones en 2010, con lo que se dedica a generar, principalmente, conocimiento científico y lobby en todo el mundo, desde sus oficinas en Nueva York. Además tiene 350 empleados, principalmente abogados y científicos, entre los que se cuenta Robert Kennedy Jr.

PATAGONIA sin Represas dice que ha gastado cerca de US$ 4 millones en cuatro años.

100

son los países donde está presente la WWF, entidad fundada en 1971.

99%

de los recursos de Greenpeace en el mundo provienen de donaciones.

350

empleados son los que tiene la NRDC, principalmente en Nueva York.

Elevadas y pequeñas donaciones

El mayor apoyo de las organizaciones ambientalistas está en una amplia base de voluntarios, que hacen múltiples trabajos gratuitos, como también aportantes. La WWF, por ejemplo, tiene más de cinco millones de donantes en todo el mundo, que se suman a desembolsos de empresas y gobiernos. Otras como Greenpeace prefieren financiarse únicamente de sus tres millones de aportantes, antes que de otras vías, con lo que, a su juicio, evitan conflictos de interés que les impidan operar libremente. En todo caso, y tal como explica Patricio Rodrigo, de Patagonia Sin Represas, en algunos casos logran acceder a fondos públicos concursables. Por ejemplo, cuenta Rodrigo, fue el caso de un estudio financiado por fondos del Gobierno Regional sería el puntal de su oposición a la central Río Cuervo, propuesta por la anglo-suiza Xstrata.