Andar en bici y ahorrar: los beneficios de la bicicleta para la economía cotidiana

 

© bikeandroll.com. Bike and Roll tiene un servicio de arriendo de bicicletas para hacer las compras

 

Además de ser un medio de transporte ambientalmente amigable, seguro cuando se utiliza con responsabilidad, y saludable, transportarse a diario en bicicleta también puede ser beneficioso para las economías locales, como también para la doméstica de cada usuario.

Si pensamos en que se ahorra el gasto en combustible, a la hora de usar la bicicleta, el dinero que iba a invertirse en la gasolina, y que de una u otra manera iría a parar a la cadena de distribuidoras nacionales, tiene más chance de quedarse en la comunidad local y fortalecer el comercio a menor escala.

Según la columnista Elly Blue, de Girst (en palabras simples, una web de noticias medioambientales), un ciudadano norteamericano podría ahorrarse entre 3 mil y 12 mil dólares anuales, transportándose en bicicleta en vez de en auto. Y el ahorro aumenta cerca de mil dólares cada año.

Blue también plantea que se origina una suerte de economía de la bicicleta, en ciudades que gozan de poco tráfico, ciclovías adecuadas, y son más amigables con el tránsito en bicicletas que las grandes ciudades.

Por ejemplo, un estudio de la industria de fabricación de bicis hecho en 2008, en Portland, estimó un aporte de cerca de 90 millones de dólares anuales a la economía local. Y, descontando las ganancias de la industria manufacturera, no hay que olvidar los servicios que se originan del ciclismo, como los recorridos turísticos sobre dos ruedas. En 2010, en el estado de Wisconsin se ganaron 1 billón y medio de dólares por concepto de turismo en bici.

Además, en términos cotidianos, quienes viajan más en bici que en auto necesitan recorrer menores distancias para encontrar servicios que satisfagan los requerimientos de la vida diaria: escuelas, almacenes y tiendas locales pueden beneficiarse e incluso incrementarse en cantidad en barrios o en pequeñas ciudades amigables para la bicicleta.

Foto vía Girst.org. Infografía por Mgmt Design, cortesía del National Building Museum

 

Incluso uno de los beneficios locales que puede traer el fomento de la cultura ciclista es el hecho de que bajen los costos de los servicios de salud y de infraestructura: se va generando una población más saludable, y que necesita menos espacio y equipamiento más barato para estacionar. De hecho la presencia de estacionamientos para bicis, versus los para automóviles, indica cuán frecuente es el uso de las dos ruedas en una ciudad. Y claramente instalar parqueaderos de bicicletas es muchísimo menos complejo y caro que construir y administrar grandes playas de estacionamientos.

Si imagináramos un desarrollo del ciclismo local en Santiago, o en otra ciudad grande, por ejemplo, veríamos que éste se presentaría como una  manera de fortalecer el comercio local, e incluso la generación de empleos dentro de una comuna. Y se iría modificando poco a poco la condición de “dormitorio”  que tienen algunas comunas, desde las que se desplaza gran cantidad de gente a trabajar a otras comunas lejanas.

Muchas personas utilizan la bicicleta para recorrer amplias distancias, evitando los tacos y aglomeraciones del transporte público, para ir y venir del trabajo, pero los trayectos cortos serían el ideal para estos viajes sobre dos ruedas, ayudando de paso a levantar los comercios e infraestructuras locales, y a descontaminar.