Publicación de la semana: “Landscrapers”

Landscrapers. Building with the land

Autor: Aaron Betsky
Editorial: Thames & Hudson
Idioma: inglés
ISBN: 978-0-500-28538-1
Año: 2002

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Sobre el libro: Este texto, con un interesante tratamiento tipográfico y fotográfico, explora la relación entre la arquitectura y el diseño urbano y el territorio en que las construcciones se insertan. Tomando en cuenta el principio de que el pecado original de la arquitectura es reemplazar el terreno, el autor analiza cómo esta intervención humana, artificial, modifica el entorno.

Y a partir de esa relación de superposición, de suplantación del espacio originario por la construcción que surge, el tratamiento que el arquitecto da al emplazamiento, puede entablar un lazo de integración o rechazo su entorno: el libro recorre precisamente obras que se integran al paisaje, que lo sacan a relucir en vez de negarlo. Incluso, se dedica un capítulo completo a un tipo de construcciones que son las que se entrelazan más con el terreno: la versión contemporánea de las cuevas, originariamente utilizadas para culto y refugio, son las nuevas construcciones subterráneas.

Índice:

– Introduction

– Engineered Utopias

– Caves and Caverns

– Unfolding the Land

– A New Nature

– Notes

– Illustration Credits

– Project Credits

– Index

Extracto: (Introducción) “Los pecados de la arquitectura emergen de su naturaleza como una construcción artificial, pero son también el resultado de por qué y cómo hemos construido a través de los siglos. El acto de construir edificios asume que la tierra por la que caminamos no es suficiente. Debemos encerrar un espacio con muros, suavizar la superficie, y poner un techo sobre nuestras cabezas para protegernos de los elementos. Esos son esencialmente actos defensivos: la tierra deja de ser sólo un lugar y pasa a convertirse en territorio, algo que podemos definir como de nuestra propiedad y debemos defender de otros. Levantar un edificio es como suponer que no es apropiado mostrar nuestra propia piel; en vez de eso debemos formar una segunda piel, presentar una máscara al mundo exterior, y ampliar lo que somos creando espacios. En ese sentido, también es una marca de nuestro pecado.

Cuando comenzamos a construir como sociedad y no sólo como individuos aislados, este sentido de la defensa fue llevado mucho más lejos […] Cuando la arquitectura no era defensiva, era desafiante. Ante las montañas, los mares, informes extensiones de tierra y la escala del cielo, los templos e instituciones culturales trajeron un sentido de orden al universo ilimitado […] A través de las épocas, hemos continuado levantando edificios con esta mentalidad. Nuestros castillos, palacios, iglesias y bibliotecas son celebraciones de todo lo que no es naturaleza. Son monumentos a nuestra habilidad de reunir materiales, comunmente de lugares uy lejanos, de acuerdo a principios abstractos y de hacer edificios que se mantienen erguidos y orgullosos mientras cobijen un interior racional y funcional…”