Mejorarán viviendas sociales de la periferia con más de US$ 9 millones

La medida es parte del Presupuesto 2011 y busca reparar 2.000 departamentos deteriorados en las zonas segregadas de Santiago.

por Alejandra Carmona
(La Tercera – 07/10/2010)

“El terremoto fue una oportunidad”. Al margen de la catástrofe, Francisco Irarrázaval, secretario ejecutivo del Programa Desarrollo en Barrios del Ministerio de Vivienda, cree que el movimiento que asoló al país significará un salvavidas para los conjuntos sociales de la periferia de Santiago, íconos de la política habitacional de hace tres décadas y que han generado bolsones vulnerables de pobreza, hacinamiento y marginalidad.

Como una medida posterremoto, el gobierno invertirá a nivel nacional 1 millón 200 mil UF, es decir, más de 25 mil millones de pesos, en el mejoramiento de estos condominios en todo el país. Eso significa la reparación de 9.300 departamentos a nivel nacional, de los cuales, 3.000 están en la Región Metropolitana. “Es una intervención con un componente social y otro físico. Se organiza a la comunidad y se construye equipamiento y áreas verdes. Generalmente es necesario arreglar techumbres, mejorar fachadas. El objetivo es que el barrio completo progrese”, destaca Irarrázaval.

Los condominios de Santiago que recibirán reparaciones por los daños provocados después del 27 de febrero están en las comunas de Ñuñoa, Estación Central y Cerro Navia.

Una celda departamento

La inversión posterremoto es el puntapié inicial para el mejoramiento de 2.000 departamentos adicionales en la Región Metropolitana de este mismo tipo que se ubican en comunas como La Pintana, Puente Alto, Quilicura, Maipú, Pedro Aguirre Cerda, y que están en evidente estado de deterioro. El presupuesto 2011 contempla 200 mil UF adicionales para replicar el mismo esquema de intervención del terremoto (US$ 9 millones), pero a escala barrial.

“En los últimos 30 años el país redujo un enorme déficit habitacional. Se hizo mucho esfuerzo en construir gran cantidad de viviendas que son de muy bajo estándar y que no cuentan con equipamiento. Hoy tenemos casi 1 millón de personas en departamentos que parecen pabellones carcelarios. Eso probablemente será el desafío más grande que enfrentará este ministerio en el futuro”, agrega Irarrázaval.

El mapa de la segregación

Desde el 80 hasta el año 2000, la política habitacional ubicó a 250 mil familias en la periferia de la capital. Un mapa elaborado por el Ministerio de Vivienda y Urbanismo da cuenta de que en los mismos barrios se ha generado hacinamiento, vulnerabilidad social y violencia intrafamiliar, que no hacen más que perpetuar la pobreza.

Por ejemplo: dos de cada tres jóvenes de entre 15 y 20 años no estudian ni trabajan. También se pueden ver muestras en educación: la escolaridad promedio en La Pintana es de 8,8 años; mientras que en Providencia es de 13,8. Otro ejemplo de la misma comuna: mientras el ingreso promedio familiar bordea $ 410.000, en Vitacura es de $3.120.000.

Desde la década del 80, las comunas escogidas como destino para edificar viviendas sociales fueron San Bernardo, Puente Alto, la Pintana, Quilicura, Renca y Maipú. Dentro de ellas, se generaron barrios con departamentos de baja calidad habitacional y urbana que creó una fuerte segregación social. Si entre los 80 y los 90 hubo una erradicación forzada de campamentos desde suelos con alta proyección inmobiliaria hacia la periferia, la década siguiente se caracterizó por el bajo estándar. No se les llevó equipamiento ni áreas verdes. No se delimitaron los espacios comunes dentro de los conjuntos habitacionales ni se instalaron suficientes luminarias. Además, se les dejó con mala conectividad.

Por ejemplo, en comunas como Vitacura o Las Condes hay 20,3 m2 de áreas verdes por habitantes. En comunas como La Pintana o Puente Alto hay 2,3.

En Puente Alto, de 697 mil habitantes, un tercio vive bajo la línea de la pobreza. El alcalde de esa comuna, Manuel José Ossandón, cree que la política de vivienda fue un salvavidas de plomo para los habitantes. “Este es un país súper clasista, que ha segregado a las personas. Durante el gobierno militar sacaron a los pobres de los barrios ricos . La Concertación tuvo la oportunidad de arreglar la embarrada, pero no lo hizo”, enfatiza Ossandón y da un ejemplo: “En Bajos de Mena, en Puente Alto, viven más de 150 mil personas, ¡más que en Vitacura! y no tienen ni una sola farmacia, ni una sola librería, ni una sola ferretería, ni un servicio público. Sólo un pequeño supermercado mayorista. Y los consultorios se construyeron 10 y 14 años después de que la gente había llegado. Se dedicaron a crear viviendas, pero no hogares para la dignidad de la gente”.

A esto se suma un círculo vicioso difícil de traspasar. Estos conjuntos no pagan contribuciones; los municipios reciben menos dinero en sus arcas y se amarran más de manos si quieren invertir en educación o salud para mejorar el estándar de vida de sus habitantes. ¿Qué más hacer con estos edificios? Alejandro Aravena, director de Elemental, reflexiona: “Como los departamentos no tenían en su ADN la capacidad de valorizarse y dado de que lo único que vale es el suelo, lo único posible es demoler y hacerlos de nuevo. Y no habría que escandalizarse, porque a Chile le cambió el estándar: el Chile de los años 80 era un país con 3 ó 4 veces de menos ingresos per cápita. Chile ya está en otra realidad”.