Matadero Franklin inaugura exposición sobre sus 163 años

Una muestra fotográfica organizada por locatarios resume la historia del primer matadero de Santiago, creado en 1847.

por Benjamín Blanco
(La Tercera – 09/09/2010)

Alrededor de 350 reses y 350 cerdos a la semana llegó a faenar el Matadero Franklin en la década del 30, su época dorada. Aunque hace 40 años el lugar dejó de utilizarse para matar animales, sigue siendo uno de los mercados principales para encontrar los mejores cortes de carne de Santiago. En total, son 163 años de historia, que son expuestos en una muestra fotográfica, organizada por los locatarios del lugar.

“La identidad de este mercado va de la mano con la historia de Santiago y el Bicentenario. En estos 163 años han ocurrido incendios y huelgas”, comenta José Reyes, actual administrador del complejo. “A la inauguración vendrán todos los concejales de la comuna de Santiago y el diputado Felipe Harboe”, agrega.

El crecimiento de la población en 1850, cuando se sobrepasaron los 100 mil habitantes en Santiago, obligó a las autoridades a construir un matadero que reuniera las condiciones mínimas de salubridad de la época y que, además, estuviera cerca del centro. Así, el 5 de noviembre de 1847, la alcaldía de Santiago realizó un remate público para construir el primer matadero municipal de la ciudad. ¿El lugar? Dos potreros del Fundo San José, perteneciente a don Antonio Vial, que tras el crecimiento de la ciudad quedaron rodeados por las calles San Francisco, Arturo Prat, Franklin y Placer. “Los terrenos fueron donados y, a pesar de la intención de cercanía, al poco tiempo el matadero empezó a quedar algo lejos”, explica Carlos González, médico veterinario de la Universidad Andrés Bello y conocedor de la historia del matadero.

Fue en junio de 1910 que el gobierno dictó un decreto ley para dotar al galpón donde se faenaban los animales de un inmueble más amplio e higiénico. Con fondos destinados a la pavimentación de las calles, en 1912 se edificó la actual construcción. Sin embargo, el cambio de normativas y la creación del Matadero Lo Valledor, gestionado por privados, llevaron al cierre de la tripería de Franklin, transformándose, solamente, en un mercado en 1969.

“Hubo una ley que regulaba los mataderos a mediados de los años 60, y Franklin estaba por debajo de las normas. Lo que era válido en 1910, no lo era en 1960”, relata González.

En sus 163 años de historia, el aporte culinario del lugar ha sido notorio. Relevante es el “caldo de pata”, reconstituyente sopa preparada a partir de una extremidad de res, y una suerte de versión pobre del Barros Luco, el Barros Borgoño. Este último es un simple sándwich de queso, que incluía un vaso de borgoña. Todo en uno.

“Era un pan con vino que tuvo mucho éxito en los años 50. Pero el nombre Barros Borgoño también está ligado al matadero, pues el liceo de ese nombre está cerca de acá y uno de los cánticos de los alumnos hace alusión al matadero Franklin”, finaliza José Reyes.