Inmigrantes ya son 10% de los acogidos en Hogar de Cristo

Por A. Carmona
(La Tercera – 19/08/2010)

Los extranjeros se concentran en la casa padre Alvaro Lavín, en la calle Esperanza, del centro de Santiago.

Ana López pensó zafar del terremoto lanzándose desde el segundo piso de un edificio. Trabajaba cuidando una anciana en Bilbao con Los Leones cuando los 8,8 grados del 27 de febrero la hicieron saltar. El resultado fue una fractura en el hueso calcáneo del pie izquierdo y un esguince en el pie derecho. “Yo veía que el edificio era un barco en el mar”, cuenta sentada en uno de los sillones de la hospedería para mujeres del Hogar de Cristo, con la oscuridad de su piel, sus 55 años y su felicidad hundiéndose en uno de los cojines.

Está contenta, porque dice que en la hospedería ha encontrado un nivel de solidaridad que nunca esperó. Aquí la recibieron, después de vivir en la calle, para que pudiera recuperarse de sus lesiones.

Llegó hace un año tres meses de Cali y es huésped de esta casa desde hace tres meses. El Hogar de Cristo tiene tres hospederías en Santiago: la que ocupa Ana, que recibe a mujeres y también a sus hijos; una que acoge a hombres sobre 50 años y la casa Alvaro Lavín, ubicada en Esperanza con Mapocho que recibe a hombres desde 18 años. Es en esta última donde se concentran los inmigrantes; personas en su peak de actividad laboral que han venido a Chile a buscar un mejor futuro y que terminan viviendo por períodos en la calle.

“En promedio, las hospederías están recibiendo a un 10% de inmigrantes y la casa de Alvaro Lavín ha llegado a tener 20%, aunque hay harta movilidad”, comenta el sacerdote jesuita Rodrigo Aguayo, director del Servicio Jesuita a Migrantes, que trabaja en conjunto con el Hogar de Cristo. Entre los huéspedes hay peruanos, cubanos, colombianos e incluso dos ucranianos.


Un síntoma del país

En la actualidad, en Chile viven 352.344 inmigrantes y el boom de ingresos de extranjeros de países vecinos se vivió en 1996, “especialmente por situaciones laborales y económicas”, según explica Carmen Gloria Daneri, jefa del Departamento de Extranjería y Migración del Ministerio del Interior.

Pensando en esta curva migratoria ascendente, es que hace siete años los jesuitas decidieron crear un servicio a migrantes que en 2009, de la mano del sacerdote Aguayo, se transformó en fundación. Ellos entregan atención sicológica y asesoría jurídica a los extranjeros que viven en condiciones vulnerables.

“El aumento en las hospederías va de la mano con la explosión de inmigrantes en el país, es un síntoma de lo que pasa en Chile”, dice Aguayo, quien cree que mientras la población extranjera más vulnerable sigue creciendo, no existe una política acorde para acogerlos.

La mayoría de los inmigrantes proviene de Perú, Argentina y Bolivia. La situación está al amparo de una ley de 1975 y un reglamento del año 1984 que regula lo relacionado con residencias, ingresos y egresos del país, expulsiones, causales de revocación, rechazo y atribuciones del Ministerio del Interior en políticas migratorias.

“Aún Chile está en pañales en políticas migratorias; por ejemplo, el país no ha incorporado el tema de los derechos en la legislación”, dice Aguayo.

Carlos Muñoz, director de relaciones institucionales de la Corporación Colectivo sin Fronteras, que trabaja con inmigrantes tiene un diagnóstico similar: “El país es poco acogedor con los migrantes, partiendo por las personas y principalmente las instituciones. Faltan políticas de acogida, comenzando por una real ley migratoria; fue hecha para restringir la entrada a Chile y en un contexto de expulsión de personas. No responde a la nueva situación de la migración en Chile ni a la situación mundial de migraciones”.