Una ciudad de película

Por Carlos Palacios (La Tercera 11/08/2010)

En Santiago se filman comerciales para el resto del mundo. Es una escenografía versátil capaz de simular un rincón parisino o la urbe más moderna. Sepa cómo se ve tras el lente de una cámara.

Noche de invierno, luces navideñas y gente caminando por una plazoleta céntrica en Madrid. El suelo está cubierto de nieve, el viento que sopla es helado y un hombre, muy abrigado, le grita a los transeúntes lo contento que está con su nuevo plan de celular Orange. Esa escena se estuvo transmitiendo durante todo diciembre de 2009 en España, pero lo que ninguno de los televidentes imaginó es que el spot se había filmado en pleno barrio de la Bolsa de Comercio de Santiago (en la calle Nueva York), que la nieve era sal de cuarzo, y que los copos eran espuma. Maquillar la esquina de esa calle santiaguina tomó más de cuatro horas.

No es muy sabido, pero cada vez es más común que Santiago se disfrace para simular ser otro lugar del mundo. Desde hace 10 años que en la ciudad corre una industria relativamente nueva llamada servicios de producción internacionales. Se trata de empresas extranjeras que filman sus campañas publicitarias en destinos remotos por tres razones principales: para abaratar costos de producción, aprovechar la diferencia estacionaria, y porque aquí encuentran una gama amplia de locaciones.

Tal como la compañía de telefonía móvil española, Orange, marcas como Pepsi, BMW o Wolkswagen, han hecho lo mismo. Porque filmar en el fin del mundo cuesta entre un 30% y un 50% menos que hacerlo en Madrid, París o Nueva York. “Si se tiene en cuenta que un presupuesto para un comercial extranjero suele superar los US$ 200 mil, (acá) se ahorran cerca de US$ 60 mil. Casi todo es más barato, desde el personal que asiste hasta los arriendos y los actores”, dice José Miguel Barake, productor ejecutivo de Cine3, la productora que estuvo a cargo del rodaje del comercial navideño de Orange en Chile.

Además del ahorro en costos, aquí se encuentran casi todas las locaciones que un creativo publicitario pudiera imaginar. “Lo que tiene esta ciudad y que no tienen otras de Sudamérica, es una mezcla ideal de arquitectura norteamericana y europea. Tiene una parte antigua, como el sector de Concha y Toro -que parece Europa- y también una moderna, como en El Golf , con edificios de espejos y rascacielos que se asemejan a Toronto o Nueva York. Y también, tiene suburbios como La Dehesa, con casas estilo norteamericano”, dice Ryan Wagner, productor ejecutivo de Moonlighting, una compañía sudafricana que se instaló en Chile hace cuatro años y que se dedica exclusivamente a los servicios de producción internacionales.

Claudio Droguett es dueño de Twist, otra productora. Tras 17 años en Nueva York, volvió a Chile en 2000 con buenos contactos. “El país crecía y Santiago era una ciudad segura y con estabilidad económica y política”, explica Droguett. “Además, la cercanía del océano y la montaña la hacen un lugar privilegiado para filmar”, opina.

Una labor importante en la identificación de los lugares apropiados para rodar, es la que desempeña Juan José Durán. El es lo que en la industria fílmica se conoce como “researcher”. Cuando llega un guión a Chile, es quien busca los lugares y los elementos necesarios para mostrárselos a los productores internacionales antes de que se apruebe el presupuesto. “En Santiago se puede encontrar todo lo que hay en el mundo, pero pequeño. Tenemos un obelisco, pero chico; un parque estilo francés, como El Forestal, pero chico; tenemos leones salvajes, pero son pumas, y águilas que en realidad son aguiluchos”, cuenta Durán.

Hace cinco años, en 2005, la marca Kellogg’s filmó en Santiago una campaña para su producto Vector, un cereal para deportistas que se vende en Canadá. La primera locación fue la fachada posterior de la Biblioteca Nacional que, con su estilo neoclásico, debía confundirse con zonas antiguas de las distintas urbes canadienses. El tiro de cámara adecuado fue suficiente para lograr el efecto sin intervenir el espacio. Pero no siempre es así de fácil.

Para tener un control de lo que sucede en una esquina durante un rodaje, existen los location managers. “Partimos con el scouting, que es la búsqueda y el levantamiento fotográfico de los lugares. Luego se contacta a los dueños de las casas o los edificios y si son espacios públicos, a las municipalidades para acceder a los permisos”, cuenta Felipe Herrera, quien se dedica a esto desde 2002.

Esta labor va mano a mano con la de los directores de arte, como Francisca Cuesta. Parte de su trabajo es cambiar la apariencia de los lugares donde se pretende filmar. “Recuerdo que debíamos convertir el sector de Concha y Toro en un rincón de Portugal, con una clásica pichanga de barrio. Cambiamos la señalética de las calles, las patentes de autos y las fachadas de los negocios”, dice Cuesta.

“La primera vez que escuché de Santiago fue hace 10 años, y ahora siempre cotizo aquí. Todos en el medio publicitario de Toronto quieren venir para acá”, cuenta Aerin Barnes, productora ejecutiva de Partn&rs Films, una compañía canadiense. Según ella, además de precios competitivos, esta ciudad ofrece buena conectividad y buenos servicios hoteleros y de restaurantes.

Pese a lo anterior, el país todavía tiene desafíos. Según el productor de Procine, Andrés Silva, hace falta una comisión fílmica que regule la industria. Esto es que, entre otras cosas, facilite los permisos para acceder a locaciones. Actualmente, es ProChile la única entidad gubernamental que tiene un rol en el rubro, pero sólo a nivel de difusión. No de regulación.

Está por amanecer y hay un solo auto estacionado en un mirador de La Reina Alta, que para efectos del spot, simula el paisaje entre cerros, en Montreal. Los vidrios están empañados, el automóvil da saltitos intermitentes. Una mujer policía vestida de uniforme azul, se acerca con su linterna y apunta hacia el interior del vehículo. Su cara se descuadra cuando ve a una anciana recogerse el cabello y arreglarse el vestido, mientras un viejito le saluda haciendo señas. El rodaje era para la automotora canadiense Napa Autopro y se estuvo exhibiendo el verano de 2009 en ese país. Si se trata de aparentar, Santiago sabe cómo hacerlo