Estados Unidos: El paso de las carreteras a las líneas de tren

El modelo de crecimiento urbano de los Estados Unidos se ha caracterizado por la fuerte expansión de sus ciudades, donde lo característico ha sido la articulación de una red de autopistas e infraestructura público-privada que ha promovido la utilización del automóvil. En base a este contexto, el gobierno ha impulsado un programa de 13.000 millones de dólares que pretende construir la primera red ferroviaria de alta velocidad del país, que contempla 10 líneas repartidas en un total de 31 estados.

En la actualidad, en EE.UU. existe una media de tres vehículos por cada cuatro personas, convirtiéndose en el país que más utiliza esta clase de transporte a nivel mundial. El deterioro de la infraestructura, el aumento considerable de los flujos y la congestión vehicular, como los altos precios del petróleo, se han convertido así en verdaderas trabas para un modelo que pone como eje central al automóvil.

Las discusiones presentes sugieren profundos cambios en un sistema que puede verse seriamente afectado en el mediano plazo.

Los expertos en diseño y planificación urbana señalan que la construcción de redes ferroviarias apunta a acercase a patrones de movilidad sustentables, como los que operan en Japón y algunos países de Europa, y pareciesen ser el punto de inflexión respecto al modelo desarrollado en los años 50s que todavía es reconocible y experimentable en muchas ciudades.

Recordemos que en el año 1956 el presidente Eisenhower impulsó el Sistema Interestatal de Carreteras, justificándolo sobre las bases de seguridad nacional, el cual ha sido la piedra angular para un sistema que promueve el rol del automóvil y alcanza hoy el 28 por ciento del total global de los mismos (238 de 860 millones totales).

El programa permitirá revertir dicha situación al reducir los tiempos de desplazamiento e incrementar la movilidad, ya que interconectará grandes regiones urbanas y disminuirá al mismo tiempo la congestión en otros medios de transporte. Lo que resulta una verdadera solución ya que desde principios de los 80 los tiempos de traslado han aumentado considerablemente, por lo que más que un sinónimo de movilidad el automóvil se está transformando en inmovilidad producto de la paralización y congestión del tráfico.

De la misma manera, se logrará una importante reducción en las emisiones contaminantes y permitirá hacer frente a la crisis energética que se avecina. Las crisis petroleras son hoy en día un riesgo de primer orden, y un país donde el 88% de los 133 millones de trabajadores se desplazan en coche a su lugar de trabajo, se encuentra en una situación peligrosamente vulnerable. En Estados Unidos, la necesidad tanto de recortar las emisiones de carbono como de prepararse para los menguantes suministros de petróleo requiere un giro en las inversiones desde las carreteras y autopistas a las vías férreas

Programa de red ferroviaria de alta velocidad

El nuevo plan de la administración estadounidense prevé una inversión total de 13 mil millones de dólares en el transcurso de cinco años, con un desembolso de 8 mil millones de dólares en los primeros dos años de trabajo. De acuerdo al Departamento de Transporte de Estados Unidos y la Administración Federal de Ferrocarriles, las primeras concesiones podrían entregarse durante los próximos meses.

En términos de planificación, el plan prevé el desarrollo de dos tipos de servicios: trenes de alta velocidad al estilo de los que funcionan o se están proyectando a nivel mundial y, al mismo tiempo, una extensión de los servicios actuales con una progresiva actualización tecnológica para incrementar la calidad de sus prestaciones y su velocidad.

Los proyectos en marcha se ubicarán en regiones metropolitanas donde la densidad urbana recientemente haya alcanzado niveles óptimos como para mantener un sistema de transporte de esta magnitud.

Los estados con mayores problemas de congestión serán los principales beneficiados con este paquete de estímulos. Entre estos, California y Florida tendrán prioridad con una inversión de 2.300 y 1.300 millones respectivamente. El primero contará con un conector de 645 kilómetros de largo entre San Francisco y Los Ángeles y, el estado de Florida, por su parte, tendrá una línea de 135 kilómetros entre Tampa, Orlando y Miami.

Aunque los distintos proyectos aparecen descritos como parte de una red de alta velocidad, no todos prevén que los trenes sean de gran rapidez. El corredor previsto en California será el más rápido, ya que permitirá a sus trenes alcanzar velocidades cercanas a los 350 km/h. En Florida, las máquinas correrán a 270 km/h. En cambio, en Ohio se calcula una velocidad no superior a los 127 km/h.

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La principal dificultad del programa

Si bien es cierto que la restructuración del modelo de transporte es una de las promesas de Obama, en la actualidad la recesión económica y las acciones en materia de política fiscal hacen entrever que el programa ha dejado de ser una de las prioridades de su gobierno.

En este sentido, el ambicioso proyecto estadounidense, que pretende incorporar una idea de transporte regional de grandes distancias, puede no tener la fluidez necesaria de fondos públicos para su realización.

En esta línea, se hace necesario que los diferentes estados, municipios y condados establezcan relaciones inter-gubernamentales con el gobierno federal, de modo que poco a poco los proyectos vayan siendo completados. Solo así el programa de redes ferroviarias se convertirá en una medida estratégica que considere un transporte eficaz, más ecológico y económico y muy útil para unir diferentes puntos de la extensas geografía estadounidense.

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