Nueve estudios advirtieron desde 1999 necesidad de subir exigencias constructivas en Concepción

W(El Mercurio, 5/4/2010)

Documentos advertían de la baja calidad del suelo penquista, lo que, en caso de un terremoto, destruiría el 5% de las viviendas. Por Patricio González

Casi una decena de estudios académicos realizados por el Departamento de Ingeniería Civil de la Universidad de Concepción advirtieron desde hace once años que cerca del 5% de los edificios construidos en el centro de la capital del Biobío sufriría daños de consideración en caso de producirse un fuerte terremoto, como el sucedido el pasado 27 de febrero.

Los ingenieros y profesores de ese departamento Mario Guiliano y Peter Dechent encabezaron nueve investigaciones académicas, en las cuales se intentó cuantificar la seguridad del terreno en que estaban los edificios, considerando la calidad del suelo y las fallas geológicas de la zona.

“Lo que queríamos dejar eran documentos que permitieran a los ingenieros, antes de impulsar sus obras, saber cuál era la realidad sísmica del terreno donde construían. Curiosamente, las predicciones que arrojaron esos estudios, algunos de los cuales fueron publicados en el extranjero, funcionaron bastante bien: calculamos que el 5% de los edificios de Concepción ubicados en las zonas de riesgo iban a sufrir daños y la cifra oficial fue bastante cercana a ese porcentaje”, explica Guiliano.

La capital del Biobío tiene al menos tres fallas geológicas conocidas y están construidas en terreno tipo III. Éste es de mala calidad, con características pantanosas o de sedimentos de río. En esas zonas los estudios revelaron que habría problemas.

El diseño de nuevos edificios, agregan, también se fue relajando y perdiendo rigor, incluyendo muchas variaciones formales y asimetrías que fueron desequilibrando la estabilidad de las construcciones, por lo que era fácilmente predecible que tendrían graves problemas frente a un sismo severo.

Aunque sus estudios no incluyeron al colapsado Alto Río, explicaban que la zona donde fue construido es riesgosa, al igual que otras donde se ha permitido una alta concentración de edificios sin considerar la calidad de los suelos y la presencia de fallas geológicas en los instrumentos de planificación urbana.

“Ahora lo que vamos a hacer es cotejar el comportamiento real de los edificios con los estudios desarrollados, y aproximar las conclusiones finales que nos permitirán definir un índice de vulnerabilidad para edificios, que pensamos entregar a las oficinas de cálculo y de arquitectura. Es necesario saber que al proyectar un edificio de forma irregular en altura se debe tener mucho cuidado para evitar que esta construcción sufra daños severos y colapse”, asegura Guiliano.

Ambos ingenieros afirman que para evitar futuros desastres es esencial que todos los actores de la construcción se pongan de acuerdo y planifiquen de manera correcta. Y no sólo en el caso de terremotos, sino que también en materia de inundaciones, otro de los problemas que tiene Concepción. “Nosotros realizamos varias advertencias, pero nadie ha tomado el toro por las astas y dicho claramente que en ciertas zonas no se pueden construir viviendas. Sí parques y centros comerciales, pero viviendas no”, dice Guiliano.

Dechent agrega que el terremoto también debe servir para “repensar” desde una perspectiva de país sísmico no sólo la construcción de edificios, sino que también toda la infraestructura de servicios básicos de gas, agua potable, luz, puentes y carreteras, evitando las presiones por diseños vanguardistas y los reducidos tiempos de ejecución.

“Actualmente se proyecta con la asistencia de muchos programas computacionales para diseñar, pero sabemos que éstos no incluyen los criterios de diseño y su uso puede ser engañoso, ya que, a la larga, pueden soportar cualquier cálculo que se les aplique. Lamentablemente creo que, después de tanto tiempo sin tener un terremoto de proporciones, muchos se olvidaron de estos estudios”, asegura.

Ambos ingenieros reconocen que muchas veces en Chile se buscan ingenieros calculistas que diseñen estructuras con poco acero y a quienes lo hacen se les critica por “fierreros”.

ESTUDIO DE SANTIAGO / C 7

”Nosotros realizamos varias advertencias, pero nadie ha tomado el toro por las astas y dicho claramente que en ciertas zonas no se pueden construir viviendas”.

MARIO GUILIANO

ACADÉMICO DEL DEPARTAMENTO DE INGENIERÍA CIVIL DE LA U. DE CONCEPCIÓN

El origen de los informes del suelo penquista

Después del sismo de 1985, la autoridad de la época emitió normas muy estrictas para evitar el colapso de las construcciones. Desde 1999, los académicos lideraron estudios y memorias de título para saber si las lecciones aprendidas todavía seguían siendo aplicadas, principalmente por el boom inmobiliario de la ciudad y por la presión para liberar algunos terrenos no aptos para edificar.

“Estamos claros que las normas de seguridad establecidas son suficientemente buenas para el país. De hecho, la mayoría de los edificios resistió, pero también teníamos en claro que acá se debían tomar precauciones especiales que no se estaban aplicando en todos los casos. Por eso nosotros analizamos si se estaban construyendo “estructuras sanas” para Concepción”, dice Dechent.

Desarrollo inmobiliario: precio vs. calidad

El arquitecto Roberto Burdiles, ex director de la Escuela de Arquitectura de la Universidad del Biobío, agrega que muchas veces la presión que ejerce el sector inmobiliario lleva a tomar algunas decisiones apresuradas y de forma equivocada. En ese punto coincide con Guiliano en que Chile es un país sísmico que, por esta condición, no puede llevar a que se le considere un “país desechable” que cada 30 años debe asumir el elevadísimo costo de tener que reconstruirse.

“Se ha buscado, de parte del sector inmobiliario, dar respuestas económicamente eficientes a los requerimientos de vivienda y equipamiento, sin considerar el impacto que ocasiona en la fisonomía de la ciudad. Muchas veces, los resultados se contraponen con la calidad que el espacio y la vida urbana requieren. Se hace uso de lugares no apropiados para ser edificados en altura ignorando la existencia de fallas geológicas, la calidad y capacidad mecánica de los suelos”, dice Burdiles.

Agrega que también es necesario revisar los estándares en la calidad en la construcción, ya que no basta sólo con focalizarlos en aspectos “estéticos” que definen la calidad de los materiales de terminación. “Si queremos evitar futuras tragedias, también es necesario elevar los estándares de confort y seguridad en el diseño, en la construcción y en los sistemas de fiscalización pública”, concluye el arquitecto.