Fuerte inversión en paseos costeros de balnearios transforma áreas semiabandonadas en exitosos atractivos turísticos

W(El Mercurio, 1/2/2010)

Desarrollo de nuevos espacios urbanos es valorado por turistas nacionales y extranjeros, que los visitan en masa. Por Verónica Gallegos y corresponsales

Áreas verdes, espacios para la práctica deportiva y zonas para el desarrollo de la cultura convierten a los paseos costeros en uno de los principales atractivos de los balnearios, al recuperar lugares que antes estuvieron semiabandonados, con malos accesos y nula infraestructura.

Viña del Mar, Coquimbo, La Serena, Villarrica y Punta Arenas son algunas de las ciudades que potenciaron sus costaneras para brindarles a los visitantes un nuevo punto de atracción turística. Conscientes de la belleza escénica del borde costero, invierten fuerte en obras de hermoseamiento para desarrollar estas nuevas áreas urbanas.

En Viña del Mar, el municipio invirtió $3.000 millones en un completo plan de desarrollo de su borde costero. El parque que corre paralelo a la avenida Jorge Montt suma 50 mil metros cuadrados de paseos construidos.

Esto permitió renovar la playa de 2,6 km ubicada entre la avenida Perú y Punta Ossa, la más larga de las diez que existen en el borde costero de la comuna. Lo que antes eran terrenos semibaldíos, hoy son paseos obligados de turistas y viñamarinos.

“Vengo desde Reñaca exclusivamente a practicar deporte con mi señora. He venido muchas veces a Viña y las nuevas obras están bárbaras”, dice Miguel Ortiz, turista argentino.

En el largo tramo costero hay ferias artesanales, juegos infantiles, ciclovías y máquinas de ejercicios. “Es agradable que haya vegetación junto al mar. Se puede caminar en familia con tranquilidad y seguridad, además está todo limpio”, opina Miguel Cabezas, de Santiago.

Gabriel González, presidente de la Cámara de Turismo de Viña del Mar, considera que el paseo costero de la ciudad “es el principal atractivo de Viña. Antes era un punto negro, pero ahora es uno de los sitios más visitados por la gente”.

Paseo de 10 kilómetros

Hace más de una década, las playas de La Serena no eran más que dunas con casi nulo acceso. Hasta que se construyó la Avenida del Mar. En los últimos 10 años, los municipios de Coquimbo y La Serena invierten en el desarrollo de los 10 km de costanera entre el puerto y el Faro Monumental.

Nuevas luminarias, palmeras, kioscos y ciclovías atraen a diario a los turistas, quienes pueden pasear y practicar deportes con plena seguridad.

“Es increíble y muy seguro el paseo costero. Vimos cuando eran dunas nada más, ahora esto progresó y es fantástico. Acá se puede andar en bicicleta, venir a la playa, comer y recorrer todo esto hasta Coquimbo”, dice Aída Arce, de San Juan, Argentina.

Debut en Villarrica

Por años, Villarrica vivió de espaldas a la ribera del lago. Los accesos eran pésimos y las playas sucias. Hasta el año pasado.

La nueva y flamante costanera de Villarrica, de 1,7 km de extensión, se convirtió en la principal del balneario. Cientos de turistas y vecinos trotan, ocupan sus ciclovías o simplemente pasean cada día para disfrutar las vistas del lago y del volcán.

“Es excelente para quienes gustamos de realizar deporte al aire libre. Aquí podemos trotar o andar en bicicleta sin mayores problemas y con una vista privilegiada. Sin duda que ahora llegarán más turistas a Villarrica, atraídos por esta hermosura”, dice Roberto Negrín, proveniente de Puerto Varas.

Es la obra más importante de las últimas décadas en la zona. Tiene accesos a las playas Pescaditos y Pucará, antes abandonadas y convertidas en basural.

En el Estrecho

Punta Arenas recuperó su mirada al mar en mayo pasado, cuando se inauguró el tramo central de la costanera de 8,2 km, entre la calle José Méndez y el río Las Minas. En la zona había casas, basurales y playas abandonadas.

Con una inversión de $20 mil millones, la ciudad recuperó un espacio de cara al Estrecho de Magallanes, su principal atractivo. “Ahora tienen una linda costanera, aunque le falta un poco más de vida. Quizás influye el clima, muy marcado por el viento”, dice Osvaldo Veas, turista santiaguino.