La lucha por descarbonizar o por las 350 ppm

(La Nación. 01/11/2009)

Por Raúl Sohr / Columnista LND

Esta semana, decenas de miles de personas en cientos de ciudades, a lo largo y ancho del mundo, salieron a las calles con carteles que llamaban a: ¡Volver a las 350 ppm! ¿Qué exigencia exótica es esa? se preguntarán algunos. Bueno, las partes por millón, o su acrónimo ppm, corresponden al sistema de medición del grado de concentración de gases de efecto invernadero (GEI) en la atmósfera. El dióxido de carbono, o el CO², en 2007 alcanzó un nivel de concentración atmosférica que pasó de las 385 ppm, un aumento de más de 100ppm desde 1750. Según el Panel Intergubernamental para el Cambio Climático de la ONU (PICC), el punto crítico, fatídico dicen algunos científicos, se encuentra en las 450 ppm. ¿Es muy grave que las ppm ya frisen la cota 400? La respuesta es que es un fenómeno de seriedad crítica pues hay una relación directa entre las ppm y el calentamiento global.

Los estudiosos de la atmósfera se han remontado a cientos de miles de años gracias a las muestras obtenidas del hielo formado en épocas remotas. Los análisis revelan que, en los últimos 650.000 años, las ppm de CO² nunca sobrepasaron las 300 ppm, pese que hubo varios períodos glaciales y fases de calentamiento.

En la última década y media, se aprecia un aumento de casi 40 por ciento en las emisiones. Lo que viene a ser unos 13 kilos de carbono por persona. En Estados Unidos, las emisiones de CO² crecieron entre 1990 y 2008 en 27 por ciento. En China, país que ha vivido un proceso de crecimiento económico sin precedente histórico, el salto fue de 150 por ciento: de 2,3 mil millones de toneladas a 5,9. Las cifras son abrumadoras pues en los últimas decenas de miles de años la concentración de CO² ha oscilado entre 180 y 280 ppm. En los últimos 50 años, el salto es fenomenal y pasa de 280 a 385 ppm.

Al Gore, Premio Nobel de la Paz, señala que el calentamiento global “es la mayor amenaza contra la humanidad, más que el terrorismo, las armas nucleares y la pobreza”. La razón para su diagnóstico es que, en sus palabras, “como especie podríamos sobrevivir tal vez a otro conflicto generalizado, pero la humanidad no podrá sobrevivir a los efectos del calentamiento global si no lo corregimos a tiempo”.

Un aumento de tres o cuatro grados causará grandes inundaciones en zonas costeras. Para 2050 cabría esperar unos 200 millones de personas desplazadas por el aumento del nivel de los mares y sequías más intensas. Uno de los países asiáticos bajo amenaza es Bangladesh que, por sus bajas costas, podría ver la emigración forzada de más del 20 por ciento de su población.

No existen cálculos a prueba de errores sobre el impacto de los GEI y su resultante en los aumentos de temperaturas. No hay una escala de convertibilidad matemática precisa. La sensibilidad climática es el aumento de la temperatura global promedio en un período significativo, luego de duplicar la concentración de CO². De acuerdo con las estimaciones del PICC, la temperatura ha aumentado entre 2,5 y tres grados centígrados, esto es desde la medición realizada a partir del nivel preindustrial a finales del siglo XVIII. La oscilación proyectada podría ir de 1,5 a 2 grados por la parte baja y hasta 4,5 por la alta. Hay científicos que estiman que la sensibilidad climática podría exceder incluso de los 4,5 grados. Por el momento se trabaja con la hipótesis que una concentración de 550 ppm se traducirá en un aumento de tres grados.

Para poder fijar una meta visible y clara, en relación a las emisiones de CO², ha surgido un movimiento que pugna a volver al menos a las 350 ppm. Este es el nivel que algunos científicos han fijado como el máximo aceptable de concentración de dióxido de carbono en la atmósfera. Cifras superiores traerán alteraciones mayores como consecuencia del calentamiento global. Ya se juegan los descuentos para la gran reunión internacional que se realizará en Copenhague en diciembre. Las señales provenientes de los gobiernos, convocados por las Naciones Unidas, no son alentadoras. Estados Unidos no ha mostrado una voluntad decidida por firmar un acuerdo que permita extender, con mejoras, el Protocolo de Kioto, que fijaba metas precisas en la reducción de emisiones. En cambio, China e India, dos de los grandes emisores de GEI, sí han dado pasos para reducir sus respectivas participaciones en el incremento de las ppm.

En todo caso todavía hay posibilidades para que se establezca un nuevo régimen de control de las emisiones. En esta materia ambiental, Chile ha guardado un conspicuo bajo perfil. Es negativo que el grueso de los nuevos proyectos energéticos del país sean sobre la base de carbón, que junto con el petróleo figura a la cabeza de los combustibles contaminantes. Es un asunto que concierne a cada habitante del planeta pues, a final de cuentas, si hay algo que es patrimonio de la humanidad toda ese es el aire que respiramos.