Editorial – Integración energética en la región

POR MARÍA ISABEL GONZÁLEZ

(La Tercera. 21/10/2009)

Las ventajas de la integración energética entre países vecinos son variadas y muchas: maximiza la utilización de la infraestructura disponible, reduce los requerimientos de reservas e inversiones y aprovecha las sinergias, entre otras. Todo esto se traduce en mejoras de la competitividad regional.

Así lo han entendido los gobiernos democráticos chilenos, que han hecho esfuerzos significativos por alcanzar mayores niveles de integración con los países vecinos. Tuve la oportunidad de trabajar activamente por la suscripción de los protocolos de integración gasífera y eléctrica con Argentina, materializados durante el gobierno del Presidente Eduardo Frei. También fui testigo de los innumerables esfuerzos de integración regional del gobierno del Presidente Patricio Aylwin, tanto con Bolivia como con Argentina y con Perú.

Como casi todo en la vida, la integración tiene beneficios, pero, de la misma forma, riesgos. Los chilenos bien hemos conocido estos últimos recientemente, a través de las vicisitudes vividas por la falta de gas natural argentino.

Sin embargo, esta realidad ha quedado atrás con la construcción de una planta de recepción y regasificación de gas natural licuado (GNL), que es gas natural que ha sido enfriado para licuarlo, logrando reducir su volumen en más de 600 veces, y que nos permite importar gas desde cualquier procedencia. Esta planta puede abastecer de este combustible a la Región Metropolitana y la Quinta Región. También está prevista una planta de este tipo en el norte del país, para abastecer los consumos de las empresas eléctricas que, a su vez, entregan suministro eléctrico a la minería.

Ante este escenario, han surgido nuevas alternativas de integración para aprovechar de mejor forma las cuantiosas inversiones dedicadas a estas plantas de regasificación. Así, se plantea la posibilidad concreta de abastecer, a través de intercambios con Argentina, los consumos de gas de la Octava Región para uso domiciliario, industrial y vehicular, como la planta de producción de metano para exportación ubicada en la XII Región de Chile, aprovechando la infraestructura de gasoductos ya construidos entre Chile y Argentina. Además, estos intercambios permitirían abastecer el déficit de gas natural que se produce en invierno en el país vecino.

Esta alternativa de revertir los flujos en los gasoductos es una opción que surge ahora, que no se pronosticaba a principios de los años 90 y que, por lo tanto, no quedó plasmada en los acuerdos de integración. En este contexto, se requieren ciertas modificaciones legales, especialmente en la República Argentina, para que funcione satisfactoriamente.

Adicionalmente, dado el interés de Paraguay y Chile por concretar transacciones de energía eléctrica, también a través de intercambios con Argentina, esta nueva fase de integración permitiría la concreción de este proyecto, que favorece tanto a Chile como a Paraguay, que dispone de energía eléctrica no comprometida con sus vecinos, Brasil y Argentina.

Con esto, Chile y Argentina darían un paso significativo en su integración energética e iniciarían una nueva etapa en su relación bilateral, dejando en el pasado los lamentables inconvenientes que ha ocasionado la falta de gas, compartiendo los gasoductos, líneas eléctricas y el terminal de gas natural licuado en Quintero.

Al parecer, en integración energética no todo está perdido: la región es grande, los recursos abundan, por lo que nos queda mucho por hacer.