Washington, una urbe de contrastes donde conviven y se enfrentan los afroamericanos y los latinos

(El Mercurio. 10/10/2009)

ERIKA LÜTERS GAMBOA

En Washington, Martin Luther King pronunció en 1963 su discurso “I have a dream”, un hito en su lucha por los derechos civiles. La misma ciudad vivió el 20 de enero de este año uno de los hechos históricos más importantes del último tiempo: la asunción del primer Presidente negro de los Estados Unidos.

Pese a los aires de cambio que llevó Barack Obama a la Casa Blanca, en Washington siguen conviviendo dos universos diferentes y las fricciones raciales son habituales.

A la ciudad se la conoce también como “the chocolate city”, y no porque allí se produzca ese delicioso producto, sino por la gran cantidad de afroamericanos que viven o trabajan allí.

A veces llamada sólo el “DC” (Distrito de Columbia), la ciudad es una urbe de contrastes.

Los negros habitan preferentemente el sector sudeste de la ciudad. En esa zona, las avenidas llevan nombres como Martin Luther King o Malcom X y las viviendas son sencillos edificios de ladrillos.

Los blancos, de mayor poder económico, se agrupan preferentemente en el noreste y los barrios lucen una mejor arquitectura.

Lo único que suele unir a ambas comunidades son los Washington Redskins, el equipo de fútbol americano local.

Como capital de la nación, la ciudad alberga las sedes de los tres poderes del Estado, y esto hace que en sus calles y avenidas circulen frecuentemente políticos, diplomáticos, hombres de negocio y empleados del gobierno federal.

El otro segmento de la población lo componen la gran comunidad afroamericana y los latinos, especialmente salvadoreños y mexicanos.

El sello de la ciudad es su estatus de territorio, y no de estado. Esto significa que sus habitantes no tienen representación en el Congreso.

“Es una ciudad marcada por el racismo institucional”, señala Pedro Cruz, del Washington Peace Center.

“Una de las razones por las cuales se le ha negado el derecho a representación es precisamente por la composición étnica. Estrategas del Partido Republicano se oponen al derecho al voto por ser la ciudad muy pobre, muy demócrata y muy negra”, expresa Cruz a “El Mercurio” desde Washington.

La ciudad está rodeada por los estados de Virginia y Maryland, y es tradicional que las familias se instalen en sus barrios residenciales que ofrecen mejores servicios, especialmente colegios. Aunque la juventud prefiere el DC por su variada agenda cultural y de entretención.

Hasta hace un tiempo, los latinos tenían su propio barrio en el centro de la urbe. Pero en los últimos años se impulsó una renovación urbana con incentivos para que gente de mayor ingreso, generalmente de origen anglo, se cambiara a la ciudad. Esto hizo subir los precios de los inmuebles, haciéndolos prácticamente inaccesibles para latinos y afroamericanos.

Los latinos, especialmente, tuvieron que emigrar y cambiarse a barrios donde tienen que compartir y competir por servicios públicos, empleos y viviendas con la población afroamericana.

La situación ha creado tensiones entre las comunidades y los planes para evitarlo, dicen, no han funcionado.

“Trabajamos en la apertura de un centro que proveyera adiestramiento laboral a los vecinos afroamericanos y entregara un lugar seguro en donde jornaleros (en su mayoría latinos) pudieran ir a buscar trabajo. El proyecto no progresó, por la oposición de un sector de la población afroamericana, que prefirió no recibir los servicios de este centro si también se los daría a trabajadores que ellos perciben como inmigrantes ilegales”, relata Pedro Cruz.

Divisiones benefician a los blancos

Las tensiones entre las comunidades afroamericana y latina benefician a la minoría blanca a través del clásico “dividir para reinar”, según el activista del Washington Peace Center, Pedro Cruz.

Por eso su institución comenzó con la iniciativa “Black and Brown Dialogue”, que busca crear espacios de diálogo y afinidad entre ambas comunidades para romper con el racismo y la xenofobia.

“Desarrollamos un programa en donde latinos discuten las causas de por qué la gente emigra a la ciudad y los afroamericanos hablan de sus luchas por los derechos civiles”, indica Cruz.

Pese a que Washington tiene las leyes más progresistas de Estados Unidos en términos de protección a los ciudadanos en contra de la discriminación sobre la base racial u origen nacional, “la ciudad no tiene los recursos para hacer cumplir esas leyes”, concluye Cruz.

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591.833

habitantes tiene Washington D.C., según el censo de 2008.

53,4%

de raza negra o afroamericanos.

32,8%

blancos.

8,6%

latinos o hispanos.

3,4%

asiáticos. El resto lo conforman personas de otras razas.

Bandera de lucha de la izquierda

Las tensiones entre afroamericanos y latinos afloraron esta semana cuando el concejo municipal de Washington no confirmó el nombramiento de la chilena Ximena Hartsock Lincolao como directora del departamento de Parques y Entretención.

El debate lo lideró el ex alcalde de esa ciudad, el afroamericano Marion Barry, quien le enrostró a la chilena que ella no estaría en condiciones de entender la cultura negra, por no haber nacido allá y por ser mujer.

“Barry es un político que por muchos años ha usado las tensiones raciales para lograr sus objetivos. El racismo es su bandera política”, señala el escritor y columnista Deroy Murdock.

“Mucha gente de izquierda con frecuencia usa el asunto racial para buscar poder y cuando hay un conflicto de inmediato se lo atribuyen al tema racial”, agrega el experto en temas raciales.

“Gente como Barry ve un racista detrás de cada árbol, de cada auto, al lado de cada esquina. Exageran la influencia del racismo en Estados Unidos para atraer fácilmente los votos de los negros”, indica Murdock.