Editorial – Cambio climático: hora de cumplir

(La Tercera.21/09/2009)

Por José Manuel Barroso

Nos quedan menos de 80 días para Copenhague. El borrador del acuerdo hoy tiene unas 250 páginas de alternativas y un sinfín de frases entre paréntesis. Si no llegamos a un acuerdo, este documento podría convertirse en la nota suicida más larga y global de la historia.

El cambio climático está ocurriendo más rápido de lo que creíamos hace sólo dos años. Seguir como hasta ahora de seguro significará un fenómeno catastrófico en el curso de este siglo. Este es el desafío más importante para la actual generación de políticos.

Estoy muy preocupado por las perspectivas para la Cumbre de Copenhague. Las negociaciones están cerca de estancarse. El riesgo es que ocurra un colapso, tal vez sobre la base de un profundo quiebre entre los países desarrollados y los en vías de desarrollo. El mundo no puede darse ese lujo. No es tiempo de jugar póquer; es tiempo de poner las ofertas sobre la mesa y que ellas estén al borde de nuestras limitaciones políticas. Es lo que Europa ha hecho y seguirá haciendo.

Parte de la respuesta está en identificar lo central de un potencial acuerdo que pueda llevar a un resultado exitoso. Por ello creo que los líderes que se reunirán en Nueva York y Pittsburgh esta semana pueden marcar la diferencia.

La primera parte de un acuerdo es que los países desarrollados necesitan aclarar sus planes sobre reducciones de emisiones a mediano plazo, y mostrar liderazgo, de modo que éstos vayan en línea con nuestras responsabilidades por emisiones pasadas. Si queremos alcanzar al menos una reducción del 80% para el 2050, estos países deben esforzarse por alcanzar las necesarias reducciones de 25% a 40% para el 2020. La UE está lista para ir desde un 20% a un 30% si otros hacen esfuerzos comparables.

En segundo lugar, deben reconocer que tienen que ayudar a financiar las acciones de mitigación por parte de los países en vías de desarrollo. Nuestro estimado es que para el 2020, los países en desarrollo necesitarán unos US$ 150 mil millones anuales para hacer frente al cambio climático.

Parte de esto será financiado por ellos mismos. Pero la otra parte tendrá que venir de los países desarrollados, tal vez desde US$30 mil millones a US$ 70 mil millones anuales para el 2020. Dependiendo del resultado de las discusiones sobre carga compartida, la parte que le corresponde a la UE podría ir desde un 10% a un 30%, es decir, hasta US$ 22 mil millones anuales.

Tenemos que dar señales de voluntad para hablar de financiamiento esta semana. Por su parte, los países en vías de desarrollo -al menos los más avanzados económicamente- tienen que ser mucho más claros sobre qué es lo que están preparados para hacer para mitigar las emisiones de carbono.

Estas naciones están poniendo en marcha medidas domésticas para limitar sus emisiones, pero dichos esfuerzos deben aumentar. Ellos sostienen comprensiblemente que la disponibilidad de financiamiento de carbono desde los países ricos es un prerrequisito para las acciones de mitigación de su parte. Pero el mundo desarrollado no tendrá nada que financiar si es que no hay un compromiso hacia tales acciones.

Nos quedan menos de 80 días para Copenhague. El borrador del acuerdo hoy tiene unas 250 páginas repletas de alternativas y un sinfín de frases entre paréntesis. Si no llegamos a un acuerdo, este documento corre el riesgo de convertirse en la nota suicida más larga y global de la historia.

Esta semana promete ser decisiva, porque revelará qué tan listos están los líderes globales para impulsar un resultado exitoso. La opción es simple: sin dinero, no hay acuerdo. ¡Pero si no hay acciones, no hay dinero!

Copenhague es una ocasión crucial para cambiar la trayectoria de las emisiones y lograr que el calentamiento global no supere los 2° C. Así que la pelea comienza esta semana en Nueva York.

José Manuel Barroso

Presidente de la Comisión Europea