A prepararse para un mundo sin glaciares

(El Mercurio. 29/07/2009)

Por Nicolás Luco Rojas

screenhunter_03-jul-31-0138Es más bien fantasía, esto de imaginar un mundo sin glaciares. Pero resulta clave preocuparse. Los glaciares conforman la vida humana de muchos pueblos, como Chile.

Si desaparecen, es como si nos quitaran la “blanca montaña” del himno nacional. Y peor: deberíamos enfrentar la escasez de agua, el desplome en la producción hidroeléctrica, los cambios en la agricultura.

Ayer, la Academia Estadounidense para la Ciencia y la Tecnología, con sede en la Universidad de Talca, reunió en Santiago a cuatro especialistas, con el auspicio de la embajada de EE.UU.

Cuestión global

Bryan Mark trabaja en la Universidad de Ohio junto a Lonnie Thomson, investigador desesperado por recuperar los testigos de hielo en los glaciares del mundo. Gino Casassa es el investigador principal en glaciología del Centro de Estudios Científicos de Valdivia. Gonzalo Barcaza dirige los estudios en la Dirección General de Aguas. Claudia Ferreiro dirige los estudios de la Comisión Nacional de Medio Ambiente.

¿Viviremos en un mundo sin glaciares?
Bryan Mark dice que habrá que adaptarse.
Aunque los glaciares no están derritiéndose del todo, los que están a más baja altura están definitivamente desapareciendo. Pero sobre los 5.500 metros no se derriten, hace tanto frío. Sí, viven la “sublimación”, que es el paso directo del hielo al estado gaseoso.

Los glaciares de media altura son los que contienen la mayor cantidad de agua.
Gino Casassa pide que nos imaginemos viviendo gracias a un banco de agua, como gracias a un banco financiero.
La Tierra tiene un crédito a plazo, podemos ir consumiéndolo. Incluso, si el derretimiento es intenso, podremos beneficiarnos de “plata dulce”. Pero habrá que pagar, eventualmente.

Bryan Mark ha recorrido los glaciares de todos los continentes, estudiando, por ejemplo, las aguas que las poblaciones consumen a los pies del Kilimanyaro, en Tanzania, África. El glaciar de la cima, muy pequeño, está destinado a desaparecer a más tardar en 2020.

Chile y sus glaciares encantan al planeta. Algunos de nuestros hielos se dan en ambientes muy secos. Y aquí hay una de las redes de observación más completas del mundo, afirma Mark.

Son pocas estas moles gélidas en el planeta, salvo en la Antártica y Groenlandia, donde suman 14 millones de km {+2} . Si éstos se derriten sí que puede elevarse peligrosamente el nivel del mar. Sudamérica tiene 29 mil km {+2} de glaciares.

Para jóvenes
Son poco relevantes fuentes de agua en el mundo, dice Gino Casassa. No así en Chile, donde nos proveen de agua, de energía, de agricultura.
Cada vez más científicos jóvenes, dice Casassa, se vuelcan a la glaciología. Hay una belleza natural en lo que se estudia, un sabor especial, una aventura.

Y surgen fondos para atender estos tesoros que se nos van. En La Serena, el CEAZA; el CECS en Valdivia; la Universidad de Magallanes y la Dirección General de Aguas se concentran en estrujarlos. Esta última aumentó sus recursos anuales para investigación de $ 10 millones en 2000 a $ 800 millones en 2008.
Se trabaja con sentido de urgencia: al revés de las células madre congeladas en los laboratorios hospitalarios, estos testigos de hielo de millones de años se pierden aceleradamente. Y con ellos, la posibilidad de comprender la evolución del clima en la Tierra.

Tan sólo analizándolos, dice Mark, podemos demostrar que en los últimos 50 años hay una tasa de calentamiento anormalmente rápida comparada con la de los miles de años anteriores.

Y lo peor, ese derretimiento se cuela a través del hielo y va destruyendo la evidencia.

Los glaciares, dice Mark, han capturado la imaginación; particularmente porque se nos van.
Chile está recién construyendo un registro de los suyos.