Carta – Fondos para el Transantiago

(El Mercurio. 24/07/2009)

Señor Director:

El acuerdo alcanzado por el Gobierno y el Congreso para entregar recursos al Transantiago ha sido recibido por muchos de manera más bien negativa. Al respecto, quisiera decir lo siguiente:
1. Desde hace más de dos décadas se ha demostrado en la literatura económica que un subsidio a la tarifa es eficiente, y surge de considerar en el diseño los tiempos de espera y caminata de los usuarios. Estos subsidios a la tarifa permiten mejorar el nivel de servicio, haciendo al sistema más competitivo, y no deben ser confundidos con gastos en infraestructura, aun cuando la construcción de vías segregadas y pistas sólo-bus disminuirá el tamaño óptimo del subsidio.2. Es por razones como las anteriores que en el documento con recomendaciones que un panel de 12 expertos generó para enfrentar los problemas del transporte público en Santiago, se dice que “se justifica por razones de eficiencia subsidiar al transporte público (…) La magnitud de los subsidios debe ser estudiada en forma conjunta y simultánea con las tarifas a ser pagadas por los usuarios y el nivel de servicio del sistema”. Es importante notar que en este panel hubo expertos de todas las sensibilidades políticas.
3. Las ciudades que tienen sistemas de transporte público de calidad subsidian su operación, en muchos casos, en más del 50%. El actual acuerdo propone un subsidio que alcanza, aproximadamente, el 15% del gasto operacional del Transantiago. En un artículo recientemente aparecido en American Economic Review -la más prestigiosa revista de economía del mundo- dos autores calculan para tres ciudades si los subsidios debiesen mantenerse, crecer o disminuir. La respuesta empírica dice que es óptimo que éstos crezcan.
Por lo tanto, este acuerdo para subsidiar el transporte público hasta el 2014 es una buena noticia, aunque insuficiente. Lo que se requiere, además, para finalmente estar en la senda de un sistema de transporte público moderno y eficiente, es que se hagan los rediseños necesarios y se mantenga abierto un diálogo franco y técnico para introducir aun más mejoras a futuro. El autofinanciamiento significaría ir en una dirección de deterioro de la calidad del transporte público y, por ende, de mayor congestión, contaminación, ruido y más espacio dedicado a vialidad.

LEONARDO BASSO, PHD
Universidad de Chile Departamento de Ingeniería Civil – Transporte