Estadio Nacional

(El Mercurio, 26/06/2009)

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  • En varios medios de prensa se ha hecho hincapié en la repentina voluntad de la Presidenta Bachelet de acelerar el proceso de licitación de la remodelación del Estadio Nacional, enfatizando que “los trabajos deberían comenzar de inmediato para que ella pudiera inaugurar la obra antes del 11 de marzo de 2010”.
    La necesidad de contar con un hito presidencial, algo que marque la era de un mandatario, un ícono de un gobierno, no puede afectar los correctos procesos mediante los cuales se hacen las ciudades, ni tampoco a los elementos que las componen, más aún cuando se trata de un edificio público para el cual se destinará un presupuesto de 34 millones de dólares. Los edificios como el Estadio Nacional no pertenecen a un gobierno, ni a un candidato, ni a un precandidato. No se puede politizar con la infraestructura. La “inauguritis” contra el tiempo, a la rápida, tiene como único propósito colocar una bandera de triunfo y sólo afecta a la ciudad, y eso ya lo sabemos de sobra.
    Chile ganará la remodelación de un inmueble en evidente estado de deterioro, pero perderá la opción de tener el mejor Estadio Nacional que le sea posible, y eso es porque no hay mejor manera de tener un resultado óptimo que hacer un concurso de arquitectura abierto, nacional o internacional, con tiempo de desarrollo, que dignifique la obra desde su origen y no sea producto de una “jugada presidencial”, como se le ha denominado en la prensa. La arquitectura a esta escala, lamentablemente para algunos, es un proceso largo, complejo y participativo, que no puede hacerse en dos semanas ni ser asignado “a dedo”. El Estadio Nacional, la ciudad y sus habitantes, se merecen otra cosa.

    Felipe Assadi Figueroa

    Director Escuela de Arquitectura Universidad Andrés Bello