Una idea buena que comienza mal

(El Mercurio. 24/06/2009)

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    Señor Director:

    La nueva licencia de manejar que tendrá puntos a favor y en contra de los automovilistas es una buena idea que parte mal, para variar, por los castigos abusivos.
    En efecto, está bien castigar severamente la conducción bajo la influencia del alcohol, pero reducir tres puntos de un total de 12 por conducir con menos de 0,5% gramos por mil de alcohol, esto es, por haber bebido una cerveza, no sólo dejará sin licencia incluso a los parlamentarios que aprueben tamaña ley, sino que es injusto, ya que los accidentes por alcohol los protagonizan quienes manejan carreteando con dosis significativas de alcohol en la sangre. Para variar, entonces, y por exagerar, la nueva ley será abusiva y se desprestigiará.
    Lo mismo con la velocidad. Está bien castigar severamente a quienes manejan a excesos riesgosos, los que perderán seis puntos (de un total de 12), pero castigar con reducciones de dos puntos a quienes van pasados en 10 kilómetros sobre la máxima implica que, en Santiago, por ejemplo, todos los que van a 70 (sobre la máxima urbana de 60) perderán los 12 puntos en una semana.
    Por otra parte, la clave no es la represión, sino que la educación. Los mil millones de pesos anuales que se gastan en sueldos en la Comisión Nacional de Seguridad en el Tránsito podrían emplearse en campañas educativas en la TV a las horas peak . No está de más recordar que hace unos 15 años, cuando en Chile se ocasionaban casi dos mil muertes anuales por tránsito, con cuatro veces menos autos que ahora, fueron los buenos caminos y no la represión los que bajaron esa cifra brutal a los mil 700 de hoy, pese a los actuales tres millones de autos.
    Hay que buscar soluciones; después, culpables. Sin un buen diagnóstico, la mano dura es un tosco remedio.
    Finalmente no está bien imitar a países europeos. Ellos tienen una justicia garantista que en Chile -en el tránsito- no existe, y eso es sabido de sobra. Aquí el parte policial es la sentencia. Tampoco en España existen las espeluznantes señaléticas criollas.

    Héctor Precht