Chile en Shangai 2010

(La Tercera. 7/06/2009) How 2 Build a Rapper buy

Columna Pablo Allard
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Como era de esperarse, el anuncio de que Chile participará en la Exposición Mundial de Shanghai desató polémica, y esta vez los dardos apuntan al pabellón y su contenido. Si bien las ferias mundiales son plataformas para posicionar a los países y fortalecer su comercio exterior, en la mayoría de los casos son alardes efímeros que poco o nada dejan para anfitriones y participantes. En el caso chino, la situación es distinta, y puede convertirse en una oportunidad sin precedentes para demostrar lo que hemos logrado como país.
Lo que diferencia a Expo Shanghai de otras es que, con su pragmatismo extremo, los chinos decidieron poner a la ciudad como tema central con el lema “Mejores ciudades, mejor vida”. ¿A qué se debe ese énfasis en lo urbano? El gigante asiático enfrentará en los próximos años una vorágine de urbanización sin precedentes en la historia de la humanidad: en 20 años, más de 300 millones de chinos migrarán del campo a la ciudad, y para hacerse cargo de sus demandas de vivienda, infraestructura y servicios, tendrán que construir el equivalente a 66 veces Buenos Aires o Sao Paulo. En este contexto de urgencia urbana, no cabe duda del porqué astutamente los organizadores convocan a que los participantes muestren sus mejores ideas para construir este nuevo mundo.
En el caso chileno, como era de esperarse, llegamos tarde a la pega, y a menos de dos años del inicio de la Expo se formó un comité organizador que prepararía un pequeño stand dentro de un galpón compartido. El poco tiempo e importancia que tenía la muestra llevaron a la asignación directa de arquitectos y curadores, y a último minuto los organizadores se atrevieron a dar el salto y jugársela por un pabellón. Esa es la principal razón por la cual no se llamó a concurso, y más allá de criticar la factura del proyecto o entramparnos en el proceso, estamos a tiempo de aportar para que la única bala que nos queda pueda acertar en el blanco. Esa última munición es el contenido de la muestra y no el contenedor.

En ese sentido, el equipo creativo a cargo de la muestra consideró que Chile no tenía mucho que ofrecer al mundo respecto a ciudades y calidad de vida, y optó por mostrar un “manifiesto conceptual” de lo que debiera ser una ciudad a partir de relaciones humanas. Pese a lo anterior, admito que tanto el pabellón como el concepto presentan una base apropiada, que los organizadores deben capitalizar antes que sea demasiado tarde.
Puede que no tengamos ciudades memorables, pero Chile tiene la ventaja de contar con una serie de soluciones reales a los problemas planteados por China que debemos visibilizar en la muestra: es el único país en vías de desarrollo que ha logrado en 30 años desarrollar una política habitacional que aspira a eliminar el déficit en menos de una década, y que desarrolla modelos de vivienda de calidad por menos de US$ 10 mil la unidad (premiados mundialmente por su diseño). Es ejemplo mundial de asociación público-privada para la construcción de infraestructura, el primero en poner en operación un sistema integrado de cobro (TAG) y el próximo año el 100% de las aguas servidas de Santiago serán conducidas separadas de las aguas lluvia, siendo tratadas y devueltas limpias a nuestros ríos.
La clave del éxito de estas y otras tantas experiencias que Chile debe llevar a Shanghai radica en que todas ellas se hicieron en un contexto de escasez propia de nuestro país, donde la capacidad de innovación y voluntad de hacer las cosas bien superaron las dificultades. Podemos decirle a China y al mundo que en esas materias “ya estuvimos allí y lo hicimos”. Estoy seguro de que si apoyamos y complementamos nuestro pabellón y su contenido con esas historias, experiencias y capacidades, Chile dejará de ser un mero “concepto” para los chinos y se convertirá en un gran aliado en su desarrollo urbano.

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