La nueva batalla de Til Til

RunguePor David Aguayo C.

Rungue pertenece a la comuna que dice ser “el basurero de Santiago”. Los vecinos acusan ser el foco de la contaminación y hoy están en alarma: en diciembre se aprobó el tercer relleno sanitario de la zona.

Rungue parece un pueblo fantasma. Está a un costado de la Ruta 5 Norte, pero no se escuchan risas, música ni conversaciones entre vecinos. Lo único que se siente es el sol que quema los zapatos y la cara. También el paso de un tren de la empresa que opera uno de los rellenos sanitarios en el sector. Entre los caminos de pavimento y tierra aparece una casa que actúa como la posta local; luego un puente que atraviesa el tranque de esta localidad, de poco más de mil vecinos, que pertenece a Til Til, la comuna que se autodenomina “el basurero de Santiago”, como señala su alcalde Nelson Orellana .

En el lugar, donde se supone hay agua estancada, sólo se observa guano y el cadáver de una vaca en descomposición. Los habitantes de Rungue sufren por la sequía: “Tenemos problemas de agua, el tranque está contaminado desde 1986 con arsenico y plomo”, asegura Orellana.

El nuevo conflicto partió luego de que la Comisión de Evaluación Ambiental (CEA) de la región aprobó el 29 de diciembre, con la unanimidad de sus miembros, la instalación de un relleno sanitario a tres kilómetros de la localidad: el proyecto Centro Integral de Gestión de Residuos Industriales (CIGRI) de la empresa Ciclo S.A.

En la página web de la empresa explican que “el proyecto CIGRI prestará el servicio de eliminación (valorización, reciclaje, recuperación, tratamiento y disposición final) de residuos industriales peligrosos y no peligrosos, aplicando los más altos estándares regulatorios y tecnológicos vigentes”.

En julio de 2015, el gobierno reconoció que en la comuna conviven con problemas estructurales. Así se especificó en el plan estratégico que busca revertir esta situación. El municipio asegura que habita con “dos rellenos sanitarios, seis tranques de relaves mineros, cuatro subestaciones eléctricas, una granja de cerdos, dos cárceles, una planta de tratamiento y residuos sólidos, y transporte de basura por zonas urbanas con vertimientos de líquidos percolados”. A esto se suma un sistema de movilización interurbana que obliga a los trabajadores y estudiantes a esperar locomoción o “hacer dedo” a un costado de la carretera.

Maritza Arancibia, vecina de la localidad, cuenta que todo partió con la contaminación del agua, y luego vinieron los rellenos sanitarios a empeorar la situación ambiental. Ella trabaja como auxiliar de aseo de la Escuela G-345, el único centro educacional de la localidad, que por segundo año consecutivo obtuvo la “excelencia académica”. Sin embargo, el lugar sólo imparte hasta octavo básico. “Acá la mayoría de las personas trabajan en los vertederos, porque no hay otra opción”, agrega Maritza, quien dice no quejarse por el nuevo relleno, pues sería “una oferta importante de trabajo para el sector”.

Una visión totalmente opuesta tiene Sabina Martínez, presidenta de la agrupación Acción Ambiental y Salud de Rungue. “Es terrible lo que vivimos. Estamos asustados. La gente ya comenzó a tener problemas estomacales y nos despertamos con malos olores”, afirma Sabina.

Lo propio reconoce Rubén Tapia, criador de cabras, quien vive a pocos metros del tranque seco, en una casa que fabricó hace seis años. Rubén reafirma la tesis de la contaminación del agua, la sequía y el aislamiento. “En todo este tiempo se me han muerto como 60 cabras, todas por tomar agua. No hay otra explicación”, dice.

En ese plano, el alcalde de Til Til, Nelson Orellana, critica a la autoridad regional y anuncia la presentación de un recurso de protección, ir al consejo de ministros de marzo, la Corte Suprema y los tribunales internacionales medioambientales para frenar el proyecto. “Es una traición para nosotros como comuna. La Intendencia levantó el Plan Til Til para mitigar los efectos de la contaminación. Cuando esperábamos los beneficios, llega esta noticia y nos deja en el suelo”, aclara Orellana, quien cuenta con el apoyo del Consejo Regional Metropolitano de Santiago, que en un comunicado aseguró que “no fue parte de la decisión adoptada” y “no la comparte”.

Ante esto, el intendente (s) de Santiago y seremi del Medio Ambiente, Jorge Canals, afirma que el proyecto cumple con todos los requisitos. “No es un capricho de la comisión medioambiental”, dice Canals, quien agrega que “el único lugar de la Región Metropolitana que permite este tipo de actividad es Los Ciruelos, en Til Til”. Para el intendente, “lamentablemente es el mercado, acorde al tipo de suelo, quien define si van a existir o no rellenos sanitarios”.