El municipio y el rol de representación vecinal

© imagen usuario flickr Jorge Eduardo Chamorro license CC BY-NC-ND 2.0

Alejandra Rasse*

Hace algunos días, una estudiante comentó en clases que los vecinos de su barrio tuvieron una reunión con autoridades de su gobierno local. Los vecinos plantearon una serie de problemáticas del sector, ante las cuales la respuesta era, en prácticamente todos los casos, la misma: no tenemos las competencias para solucionar ese tema.

Si bien es efectivo que los municipios tienen atribuciones limitadas en muchos ámbitos, una gestión local efectiva no se reduce sólo a lo que el municipio puede hacer de forma directa, sino también a lo que puede lograr colaborando con otras organizaciones e instituciones. En efecto, en la actualidad, es ilusorio pensar en un proyecto urbano que transforme sustancialmente un territorio sin incluir diversos agentes que lo hagan posible en la práctica.

Esto no sólo habla de la relevancia de comprender la gestión local desde una lógica de gobernanza, sino que también llama la atención sobre un rol del municipio que muchas veces queda olvidado: la representación de los vecinos de un territorio comunal. No solo se trata de “satisfacer las necesidades de la comunidad local”, sino de “asegurar su participación en el progreso económico, social y cultural”, lo que resulta difícil de conseguir actuando solo en la escala local y como un actor aislado.

Mayoritariamente se entiende el municipio simplemente como un prestador de servicios locales, considerándose un municipio más efectivo aquel que mejores servicios comunales presta, en la lógica de la primera parte de su misión: satisfacer necesidades. Y es lo que podemos apreciar en gran parte de las propuestas de los candidatos: más áreas verdes, mejor salud, aumento de la flota de vehículos de seguridad ciudadana, etc. Pero esto es sólo una parte de la labor municipal.

Promover “la participación en el progreso económico, social y cultural” por parte de un territorio, y elaborar planes y normativas locales que permitan esto, implica comprender qué entienden los habitantes por el progreso de su comuna, y aliarse con ellos en su consecución, aun cuando se carezca de las atribuciones a nivel local para alcanzar esta visión de desarrollo. En ocasiones, se requiere liderar negociaciones y generar consenso entre intereses contrapuestos, para construir de forma conjunta un proyecto de desarrollo local, cuyo logro habitualmente excede al municipio.

Lamentablemente, muchas veces esta labor de representación de los habitantes queda relegada a un segundo plano, invisibilizada por la gestión de servicios municipales. A los vecinos se les ofrece una mejor comuna para vivir, pero salvo para algunos proyectos puntuales, rara vez se les pregunta cómo quisieran que fuera su comuna, y muy difícilmente se les ofrece acompañarlos en la consecución de esta visión: al exceder las capacidades comunales, parece riesgoso, ya que se puede tener éxito o fracasar. Existen algunos casos de alcaldes que han apoyado las batallas de sus vecinos frente a privados u organismos del nivel central. Pero para muchas organizaciones territoriales, el municipio ha sido un obstáculo más que un aliado en las luchas que han tenido que dar para lograr vivir en el barrio que desean.

En este marco, se extrañan programas abiertos, que no sólo describan lo que se pretende realizar como una lista de actividades y proyectos, sino que planteen espacios para discutir sobre lo que los habitantes quisieran lograr en su territorio, y se comprometan a representar a los vecinos en instancias en las que ellos muchas veces no tienen voz.

*Alejandra Rasse es socióloga, magíster en Sociología y doctora en Arquitectura y Estudios Urbanos UC. Además, es investigadora del cluster Planificación Integrada del Centro de Desarrollo Urbano Sustentable.