Opinión. Ensambles cotidianos: arte urbano y bancas pintadas

© Con la cámara en el bolsillo

Montevideo, Uruguay. © Con la cámara en el bolsillo

Por Ricardo Klein. Sociólogo especializado en sociología del arte y la cultura, y de las políticas culturales. Candidato a Doctor en el Doctorado en gestión de la Cultura y el Patrimonio (Universidad de Barcelona) Twitter: @rkleinca.

Iniciativas compartidas

Hace unas semanas se publicó en Plataforma Urbana un post sobre bancas intervenidas por artistas urbanos en la ciudad de Santiago, más precisamente en el barrio El Golf, en la comuna de Las Condes. Las iniciativas de “bancas pintadas” son propuestas de intervención urbana no exclusivas de una determinada ciudad o territorio local. En referencia al caso de Santiago, desde hace al menos cinco años se desarrollan por diversos barrios de la ciudad acciones similares que seguramente persiguen objetivos parecidos.

No se trata, pues, de innovaciones creativas únicas, sino que son parte de acciones más globales, aunque no necesariamente con diálogos previos entre sí. Presentamos, a continuación, y tomando un ejemplo regional más cercano, el caso de una iniciativa similar que ha ocurrido en Montevideo.

En esta ciudad, en el año 2008, surge la experiencia “Yo te banco” en la considerada “zona diseño” de la capital uruguaya. Lo interesante de estas acciones, más allá de los resultados o el impacto que se obtenga de ellas, es que pueden ser concebidas en términos de experiencias compartidas.

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Hacia dónde apunta el arte urbano

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Montevideo, Uruguay. © Con la cámara en el bolsillo

Es indiscutible que el arte urbano se desarrolla en el espacio público de las ciudades como génesis mismo de la expresión. Esto permite, a quienes llevan adelante estas prácticas, visualizar materialmente su intención de comunicar un algo con un otro. Ese otro será, precisamente, el habitante de la ciudad en su cotidianeidad. El arte urbano es, en definitiva, un medio y un lazo comunicante entre el artista, la ciudad, la calle y la vida cotidiana.

Por otra parte, los artistas urbanos interpretan la ciudad, la discuten desde su lugar, la alteran buscando cambiar órdenes y lógicas del espacio público previamente construidas. En definitiva, aparece, un juego de poderes entre diferentes agentes (artistas urbanos, administración pública, sector privado, etc.) que se manifiestan en el espacio territorial y simbólico de la ciudad. Uno de los objetivos que persigue el arte urbano es el de recuperar la idea de “la calle es de todos” o “la ciudad es de quien la vive” y, de esta manera, poner en valor el derecho a la ciudad.

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Montevideo, Uruguay. © Con la cámara en el bolsillo

Acciones directas, como la intervención artística de las bancas, tienden a desarrollar aportes a la ciudad a través de su embellecimiento, entendido también como estetización urbana. Más allá de un posible acuerdo público sobre qué es algo bello, el fin último de estas prácticas será el de otorgar colorido al gris dominante de las ciudades donde, por citar algunos procesos, la alta contaminación, la desorganización urbana o el desfasaje en la arquitectura de la ciudad son temas complejos de resolver.

En principio, se tiende a pensar que estas acciones logran atraer a aquellos habitantes curiosos ante el quiebre de un objeto cotidiano del equipamiento urbano, como en el caso citado de las bancas. Por consiguiente, ya no se trata de un lugar material donde sentarse, sino que también aporta un plus sensitivo de quien descansa o reposa sobre ellas.

Algunos puntos de vista en discusión

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Montevideo, Uruguay. © Con la cámara en el bolsillo

Con relación a la experiencia de las bancas pintadas podría discutirse el papel a cumplir del arte urbano y los objetivos que buscan estas acciones. Por ejemplo, ¿estas iniciativas trastocan el orden del espacio público o generan lo contrario, es decir, lo ordenan?

De la misma manera, si bien algunos artistas urbanos cuestionan la dinámica de la ciudad, ¿cómo logran transmitir estas máximas a través de experiencias que en todo caso buscan exclusivamente el embellecimiento urbano? En este sentido, si el arte urbano es considerado como una práctica que busca enfrentarse a lo establecido, ¿qué ocurriría en estos casos que están objetivando procesos como la estetización urbana? ¿Dónde queda la calle como espacio alternativo de denuncia y expresión subalterna?

La discusión es amplia y obviamente no se restringe a una acción de intervención artística tan puntual. En este caso en concreto, el arte urbano como espacio de resistencia queda en suspenso.

La intervención de las bancas pintadas, quizás, podría ser entendida como una forma más de musealization (Visconti et al, 2010: 518) que vive el arte urbano en el espacio público. La demanda de empresas privadas o de la administración pública posibilita una parte importante de lograr este destino. También podría ser visto como urban design (Burnham, 2010), dando señales de cambio en cuanto al papel estético que toma la ciudad. En definitiva, este nivel de lenguaje en la calle permite generar una plataforma de diálogo de la ciudad a partir del diseño artístico.

Fuente imágenes: Con la cámara en el bolsillo (Visto: 10-3-2015).