Santiago Cerros Isla: La ciudad en una mirada

© Lihor Gurvich

Por: Organización Santiago Cerros Isla

Es la tierra de Soria árida y fría.
Por las colinas y las sierras calvas,
verdes pradillos, cerros cenicientos,
la primavera pasa
dejando entre las hierbas olorosas
sus diminutas margaritas blancas.
Campos de Soria, Antonio Machado

Soria era un paisaje inédito hasta que llegó Antonio Machado a iluminarlo con la poesía. El territorio de Soria, desprovisto de relato, fue descubierto por las palabras de Machado hasta volverlo paisaje. “Aunque las colinas estén desnudas, el poeta ha hecho grande su desnudez”¹. Santiago, inundado de cerros isla, se encuentra reducido de palabras, relatos y experiencias que nos recuerden la grandeza de su paisaje.

Valorizar el territorio es convertirlo en paisaje, desde nuestra identidad más remota y menos reconocida. Proponemos mirar (y no solo ver) los cerros de Santiago. Proponemos explorarlos, subir unas cotas y poder avistar la cuenca para alfabetizarnos con nuestra geografía rebosante de cultura. Es necesario ganar altura en el valle para sentirnos parte del sistema geográfico que, pese a que nuestra percepción lo desprecia, insistentemente nos rodea. Invitamos a subir los cerros para contemplar Santiago y sus eminencias paisajísticas.

Alrededor de 1920, Alberto Mackenna, intendente de Santiago y presidente de los boy scouts, incitó a estos últimos a subir el cerro San Cristóbal y realizar prácticas de apropiación del territorio para integrar la naturaleza expresada en el interior de nuestra ciudad. Una vez activado su uso por los grupos scouts y otros ciudadanos, el cerro fue la ilusión de un parque público. Hoy, se trata de nuestro parque Metropolitano y el parque urbano más grande de latinoamérica. Hoy, es un espacio donde comparten miles de personas semanalmente. Es también un cerro resguardado de la presión inmobiliaria pese a su estratégica ubicación.

Además de este, contamos con el potencial de 25 cerros isla que se mantienen como espacios abiertos de paisaje xerófito en medio de la ciudad, pero afectos a altos índices de degradación y vulnerables a desaparecer en la expansión del tejido urbano. La ciudad debe invertir su planificación y su fragilidad normativa para consolidar estos espacios abiertos, cerros, ríos y corredores verdes, que configuran una matriz de irremplazable valor ambiental y social. No se trata de limitarse a restaurar sus funciones ecológicas, sino alcanzar niveles superiores de regeneración en la relación entre la ciudadanía y la naturaleza. Empezar a construir relatos colectivos desde nuestro entorno para entender que no existimos fuera del ecosistema, somos parte de él, dependemos de él y tenemos que diseñar en él.

Fuente: Santiago Cerros Isla

Los beneficios ecológicos de los cerros dentro de las ciudades tienden a percibirse en un nivel de abstracción que no conduce fácilmente a políticas públicas ¿Por qué creemos en la necesidad acuciante de aproximarnos a los cerros por medio de la experiencia física? La práctica de recorrerlos es un medio operativo para hacer visibles sus beneficios. Subir los cerros y extender nuestro horizonte visual es una potente estrategia de integración urbana. Podemos traspasar muros de edificios, intrincadas perspectivas de calles, trascender nuestros barrios y los lugares donde nos movemos diariamente para alcanzar una vista total de la cuenca desde un fragmento de la cordillera en medio de la ciudad. Es desde ese lugar donde nos sentimos parte de todo y percibimos que habitamos el mismo valle, más cerca entre nosotros de lo que nos podría llegar a parecer. Sólo en este escenario, la relación de los ciudadanos con el cerro más próximo de su casa trasciende para revelar su vínculo con el resto de los cerros de la ciudad.

Como organización, Santiago Cerros Isla busca transformar la geografía de Santiago en paisaje y cultura. Creemos que para valorar y proponer debemos conocer. Es por esto que hemos creado una plataforma de información y conocimiento colaborativo sobre nuestros cerros y nuestra ciudad. Buscamos levantar ideas y relatos colectivos para ser partícipes de las construcciones culturales de nuestro paisaje más que consumidores pasivos de sus servicios ecosistémicos. Para esto, es necesario fecundar el intercambio físico en estos espacios junto con las distintas experiencias y prácticas de apropiación que ahí puedan ocurrir.

Fuente Imagen: Santiago Cerros Isla

Charles Darwin se enfrentó a la cuenca de Santiago reconociendo ante todo sus características montañosas. Pese a que la ciudad se ha expandido rodeando y remontando la mayoría de estas “solitarias colinas”, basta subir una sola para mirar y comprender el paisaje que alguna vez Darwin reveló.

“Cuando una niebla espesa recubre como una capa todas las partes inferiores del país, los blancos vapores que ruedan por los barrancos representan, hasta causar asombro, otra tantas bahías y abras pequeñas, mientras que aquí y allá una solitaria colina que surge de la niebla semeja a una antigua Isla. El contraste de esos valles y hoyas llanas con las irregulares montañas que les rodean da al paisaje un carácter que no he visto hasta ahora en otra parte y que me interesa en gran manera”. Darwin, Ch.  (1839) “Viaje de un naturalista alrededor del mundo”


Vista desde el Cerro San Cristobal hacia el sur poniente de Santiago.
Foto por Fernanda Ruiz.

Imagen portada completa
Foto por Lihor Gurvich a 75 km de Santiago / Aporte de En Terreno

Referencias:
¹Martínez de Pisón, E. y Ortega Cantero, N. (eds.) (2010): El paisaje: valores e identidades. Madrid, Fundación de Duques de Soria, Ediciones de la Universidad Autónoma de Madrid