Cómo hacer ciudad: Helsinki se re-diseña

Con más de la mitad de la población mundial viviendo en ciudades, existen presiones por invertir en diseño para posicionar a estos espacios como atractivos e innovadores. Un buen diseño de nuestro entorno es esencial para mejorar nuestra calidad de vida. Basta con pensar que un diseño acertado y creativo es más “útil”, para imaginar que ciudades mejor diseñadas suplen mayores necesidades de habitabilidad y del modo en que las personas ahí se relacionan. Helsinki es la capital del diseño mundial 2012, con una cartera de proyectos que busca trascender en impactos a nivel de espacio público, la economía y sus ciudadanos. Este año,  Helsinski ha desplegado estrategias de diseño que atienden desde detalles aparentemente imperceptibles -como el diseño en los boletos de tranvía – que transforman el modo que percibimos nuestras ciudades, revelando un intento por mostrarse al mundo como una ciudad reinventada.

Este año la ciudad se vende como Helsinki abierta, el diseño incorporado a la vida, interviniendo a través de la precisión del detalle. El pensar que es fundamental para cambiar la percepción sobre el transporte público un buen diseño de los pequeños boletos que recibimos y miramos a diario, es pensar en grande. Se trata de volver el diseño accesible a todos los ciudadanos en su cotidianidad, construyendo una identidad consciente de la estética urbana. Muchas veces recorremos las mismas avenidas, prestando poca atención a las partes que componen el total de nuestro paisaje urbano. Darnos el tiempo para reflexionar sobre ellos y proponer para realzar su visibilidad, facilita a los ciudadanos a construir una identidad visual de nuestras ciudades.

Buenos diseños en el espacio urbano pretenden acercarnos a un mayor uso de él, promoviendo la apropiación por parte de los ciudadanos y su constante intercambio. Un buen diseño puede ser la estrategia para integrar, resolviendo los límites de su escisión y proyectando en los vacíos que construyen territorios fragmentados. Muchas veces los espacios de operación pueden alcanzar el más pequeño, imperceptible y acotado detalle, para trascender a mayores impactos. Muchas veces podemos llegar a concluir de que sólo existen los problemas de diseño.

Ahora, no sólo se trata de proyección de detalles aislados: hacia el 2030 se pretende reestructurar el diseño urbano de Helsinki, orientando las intervenciones en un proyecto estratégico. Esta instancia de creatividad ha incentivado el delirio sobre la imagen de la ciudad en un largo plazo. Entre estos, la reestauración de su planta arquitectónica, el repensar sus 20 kilómetros de costa portuaria y el desarrollo de un trazado que proyectaría un conjunto de canales artificiales para regar la ciudad, que se encuentra ya situada en un fiordo.

Helsinki tiene un año para demostrarle al mundo la importancia de volver accesible el buen diseño. Este que nos trae mayores beneficios a partir de valores de estrategia, estética y eficiencia. Es por esto que invertir en él es crucial para obtener una mayor calidad de vida y un desarrollo integrado y equitativo dentro de las ciudades. Todos tienen el derecho a un buen diseño que les permita acceder a mayores oportunidades, y bajo esta idea, la ciudad es el territorio perfecto para comenzar a re-pensar.