Columna – Los "come-parques"

(La Tercera. 13/07/ 2009)

Por Pablo Allard

Si usted viaja por Américo Vespucio Oriente hacia el sur, a la altura del 2700 en Vitacura notará cómo, sin mediar aviso, ninguna consulta a los vecinos y para qué soñar con alguna evaluación social o ambiental, una empresa contratista destruyó más de dos mil metros cuadrados de parque para ensanchar la mentada avenida, de manera que el tráfico fluya más expedito.

Esta historia se repite todos los días en Chile, independientemente de la comuna o pueblo donde ello ocurre, y la prepotencia con que se desarrollan estas “mejoras” urbanas equipara la “impotencia” de los vecinos y ciudadanos que vemos cómo nuestros pocos parques van cediendo cada día al hormigón.

Lo paradójico del Parque Vespucio Oriente es que éste es el mismo que ha levantado enardecidas discusiones respecto de la importancia de preservarlo ante la eventual construcción de una autopista concesionada, forzando a que el proyecto se construya en túnel, con un costo tan alto en mitigaciones que se estima que cada árbol existente en el parque hoy estaría avaluado en cerca de 60 millones de pesos.

Así y todo y a nuestras espaldas, “alguien” decide “comerse el parque” como si nada, sin ninguna consideración o mitigación.

El problema es bastante simple, el suelo urbano es un recurso escaso, más aún el suelo urbano público, por lo que la competencia por el espacio vial es cada vez más dura, particularmente en áreas urbanas consolidadas, donde los valores de suelo hacen impensable las expropiaciones, y con un parque automotriz en alza, pese a las crisis y eventuales mejoras del transporte público. Si no hay lugar para más calles y el taco sigue aumentando, entonces las autoridades deciden echar mano a lo que les resulta más fácil: comerse los pocos parques y plazas que nos quedan.

Esta situación es crítica, si pensamos que Santiago tiene un déficit de áreas verdes que nos coloca entre las peores capitales del continente, con 3,5 m2 de área verde pública per cápita, cuando la Organización Mundial de la Salud sugiere al menos 8 m2.
Si a ello sumamos la urgente necesidad de forestar la cuenca de Santiago para mejorar su calidad ambiental, no podemos darnos el lujo de perder ni un solo metro cuadrado de parque consolidado, si es que no se mitiga de alguna forma.

Como los árboles no lloran ni se movilizan, resulta mucho más fácil entrar a picar que pensar en poner restricciones más severas al uso del automóvil.

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Y así, poco a poco, nuestros parques quedan cercenados, igual que sus árboles mutilados por la poda ignorante que sufren todos los inviernos.

A nadie parece importarle este tema, que debiera ser prioritario. Y lo peor de todo, es que si intentamos encontrar al responsable para exigir una explicación, la maraña burocrática se encarga de despistarnos hasta el hastío, de manera que los “come-parques” puedan seguir ampliando sus calles.

Si nos preguntamos quién está a cargo de las calles y avenidas de nuestro país, la respuesta es tan incriminatoria como disuasiva: el MOP, a través de Concesiones (si son rutas concesionadas); el MOP, a través de Vialidad (si son rutas intercomunales y “nacionales”;); el MOP a través de Vialidad si existe norma expresa (por ejemplo: Norte-Sur, Anillo Vespucio), el Gore (Gobierno Regional), y, finalmente, el Serviu (Servicio de Vivienda y Urbanismo) del Minvu (Ministerio de Vivienda), que ha sido responsable histórico del “resto de calles”. Por último, existe delegación de funciones en el Gore y municipios, más transferencia de recursos para otros proyectos de pavimentación.

Con una superposición y multiplicidad de responsabilidades así, difícilmente podremos llegar a la persona que decidió que era mucho más importante ampliar la vía que cuidar el parque. ¿Acaso esa persona consideró alternativas? ¿Se evaluó la necesidad del ensanche, a sabiendas que en los próximos años habrá una autopista bajo el parque?

Y por último: ¿Se consultó a los vecinos y usuarios respecto de la medida? Yo viajo diariamente por ese tramo de Vespucio, y nunca he percibido problemas mayores de congestión que justifiquen la destrucción del parque.
Es hora de ordenar las cosas, de simplificar y aclarar las atribuciones y responsabilidades sobre nuestro entorno urbano, darle más capacidad y autonomía a los municipios para decidir, junto a sus vecinos, las obras, y, de una vez por todas, hacer las cosas bien y no a parches o mordiscos.

Stir of Echoes: The Homecoming release