Peligro Participación Ciudadana

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foto: flickr.com/photos/acedia

Hace algunas semanas pasó desapercibida la desafortunada frase de nuestra Ministra de Vivienda y Urbanismo Patricia Poblete: “Estamos convencidos de que no existe un lugar más democrático y abierto a todos los ciudadanos, para converger en las reformas que nuestras ciudades necesitan, que el Congreso de la nación”. Semejante calamidad es algo sobre lo que necesariamente tenemos que detenernos, más aún si lo tomamos como un síntoma del lugar que ocupa la participación ciudadana en el imaginario de nuestra clase política.
Claramente, los dichos de la ministra echan por suelo las aspiraciones de quienes han defendido la bandera de la participación ciudadana, como es el caso de muchas agrupaciones de las que se ha hablado en Plataforma Urbana y que han tenido aquí algún espacio de expresión. Lo mismo para nosotros, quienes creemos en la construcción de medios para la democratización de la discusión sobre nuestras ciudades.

Voy a intentar relacionar algunos problemas que me parece iluminan esta discusión que parecería verse trabada por estas posiciones que parecen polarizadas.

Creo que es importante el hecho de que estas declaraciones vengan de la institucionalidad política. Se trata de la autoridad que en el ejecutivo es responsable de los problemas de ciudad, dirigiéndose hacia el legislativo, cuyos miembros parecen esforzarse por desencantarnos de la democracia “representativa”. Es como si se construyese un muro entre los deseos de la ciudadanía y las respuestas desde la institucionalidad; las decisiones parecen tomarse lejos y obedecer a una racionalidad ajena. Este problema no pertenece sólo a la discusión sobre nuestros marcos legislativos: la gestión urbana público-privada en Chile, y especialmente en las áreas metropolitanas, tiene un alto grado de verticalidad. El mejor ejemplo es Santiago, donde los tres principales sistemas funcionales (el transporte público, las autopistas y la vivienda social) son gestionados por ministerios presidenciales (MTT, MOP, MINVU). ¡El Ministro de Transporte es el gerente del sistema de transporte público de la ciudad!

Esto pone en evidencia una situación en la que la realidad urbana está determinada por un flujo de poder absolutamente “desde arriba hacia abajo”. Es natural que sea difícil que en las decisiones del ministro haya un flujo “desde abajo hacia arriba”, si la única autoridad que está por sobre él es la propia Presidenta de la República. La “participación ciudadana” es un concepto que ha venido a manifestar la necesidad de ese flujo desde las bases.

Efectivamente, aunque escasos, han existido algunos diseños institucionales en los que aparece la participación ciudadana asumida como un requisito para dar sustentabilidad social a las intervenciones urbanas. Al respecto, las declaraciones de la ministra en relación a la discusión de nuestra legislación sobre urbanismo son todavía peores que lo paupérrimo que pueda ser el papel de la participación ciudadana hoy en la construcción de nuestras ciudades.

Creo que este desencuentro es sintomático de una situación a nivel de muchos otros problemas del país. Nuestra institucionalidad política, y nuestra actual clase dirigente, se aleja cada vez más de lo que Norbert Lechner entiende como la relación entre el deseo de ser sujeto y las posibilidades que los individuos ven en la sociedad para entregar los espacios de elección y autodeterminación de la propia realidad social. Esto último no es nada más ni nada menos, que la esencia del ejercicio de lo político. El divorcio del accionar de la clase dirigente – y la ministra Poblete nos deja claro que no se trata solo de las torpezas que cometen sino también de lo que piensan – con los deseos personales y colectivos de la ciudadanía, provocan que nos encontremos cada vez más paralizados e impotentes viendo que lo que ocurre allá arriba parece tener cada vez menos cosas en común con los problemas y voluntades de acá abajo.

Aquí aparece un riesgo, un peligro para la participación ciudadana. Como bien dijo Lake Sagaris en el Seminario Santiago Presión Alta, la participación de la ciudadanía no es más que hacernos cargo de nuestra propia existencia y del ejercicio de lo político. La política está en el cotidiano, y no es monopolio de los políticos. Hay quienes intentan hacernos creer que los cambios sociales necesarios deben provenir de cambios desde la institucionalidad. Cuando esto no ocurre, no podemos olvidarnos que mucho antes de las instituciones se encuentra el ejercicio de la política como una manera de decidir cómo queremos vivir: ¡hace casi 300 años se le ocurrió ya a Rousseau la idea del Contrato Social!

Si las palabras de la ministra Poblete son la demostración de que la institucionalidad y la clase política ven a la participación ciudadana en el desarrollo urbano como reuniones en los que algunos vecinos escuchan un rato a la autoridad, de manera que éstas puedan decir que en sus planes hubo algo de participación, entonces tal vez sería hora de que nos olvidemos de la famosa “participación ciudadana”, y nos hagamos cargo de nuestros problemas, concentremos en el ejercicio autónomo de lo político.