Vías exclusivas y segregadas: una oportunidad de buen diseño para el espacio público

Por Carolina Katz. Directora Magíster Construcción y Ciudades Sustentables, UDD.

Imagen vía La Segunda

 

En las últimas semanas, las autoridades y los expertos urbanos, se han referido a las medidas contempladas para hacer frente a la creciente contaminación ambiental de Santiago.  Gran parte de ellas aluden a la implementación de vías segregadas con pistas sólo buses, nuevas vías exclusivas donde no pueden circular vehículos particulares y, ejes ambientales que rigen en los episodios de preemergencia ambiental en los horarios punta de mañana y tarde. Todas estas medidas apuntan a descongestionar dichas vías disminuyendo por ende la emisión de contaminantes y aumentando las velocidades de viaje del transporte público.

Visto desde el Diseño Urbano y de la Arquitectura del Paisaje, estas medidas de transporte son la esperada oportunidad de mejorar sustancialmente el espacio de las calles de nuestra ciudad, ya no sólo desde el punto de vista de la circulación de los buses, sino también desde una visión global de mejoramiento de las condiciones urbanas y de la calidad del espacio público. De este modo, la necesidad de reestructuración de las calles que albergan vías segregadas, exclusivas o ambientales, debe entenderse como una excelente e imperiosa oportunidad de rediseñar adecuada y respetuosamente los espacios para cada uno de los usuarios, transporte público, peatones y ciclistas, aportando calidad al lugar en busca de lograr un ambiente más grato e inclusivo.

Una medida de mejoramiento, es pensar en arbolado continuo de buen tamaño para las calles que brinde abundante sombra en verano y que logre configurar gracias a su continuidad y, en conjunto a los árboles de otras calles, una trama de vías verdes que actúen como corredores ecológicos. Estos corredores contribuirían a la descontaminación y ventilación de las zonas urbanas, a la biodiversidad, entendiendo las calles como parte de un sistema verde en conjunto con plazas y parques, como también a la reducción de las temperaturas en zonas excesivamente pavimentadas, haciéndolas más agradables y habitables, redundando directamente en la calidad de vida de los usuarios.

Otra medida a adoptar, como señalamos, es la redistribución inteligente y equitativa del espacio entre los diferentes modos de circulación, peatones, buses, taxis, ciclistas y automovilistas. Es la ocasión para crear veredas anchas y continuas con espacios para circular y para descansar bajo la sombra de un árbol o en la extensión de un café, veredas que además deben ser inclusivas, sin peldaños ni desniveles importantes. De este mismo modo, deberíamos pensar en el espacio adecuado y seguro para la circulación de los ciclistas, para los paraderos y los buses, buscando eliminar roces innecesarios entre unos y otros, y evitando con ello accidentes. Las líneas de árboles y otro tipo de plantaciones de menor altura son beneficiosos separadores de usuarios. Dispuestas de modo adecuado en el espacio a compartir pueden aislar del ruido, limitar los cruces imprudentes y de paso contribuir a la absorción de aguas lluvia, incrementando las superficies permeables.

En fin, entender bien la redistribución del espacio de la calle para permitir las vías segregadas, las exclusivas y las ambientales, puede ser la oportunidad para mejorar la calidad de vida de los diferentes usuarios, al recuperar el agrado de caminar por la calle, de circular seguro en bicicleta, de esperar bajo un buen paradero los buses. Mejoras que de seguro en algo, contribuirán a bajar los niveles de estres urbano de los santiaguinos, y que deberíamos adoptar no sólo en las vías en cuestión sino ojalá en todas las calles de nuestras ciudades.