Experto en Transportes del MIT: “La cara que da la Alameda como la avenida principal del país me da pena”
Por Benjamín Blanco A., La Tercera.
Especialista en transporte y desarrollo urbano lidera el jurado del concurso que elegirá el diseño para remodelar la principal arteria de Santiago.
La primera vez que visitó Chile, hace 25 años, en Santiago circulaban centenares de micros de colores con recorridos que atravesaban la ciudad, lo que para Christopher Zegras -actual profesor de transporte y planificación urbana de Massachusetts Institute of Technology- fue uno de los hitos más llamativos de la capital. “La Alameda era una feria de vehículos y desde ahí se podía tomar un bus y llegar a cualquier rincón de Santiago, probablemente no de forma cómoda, pero esa fue mi manera de conocer la cuidad”, recuerda. Su vínculo con Chile perduró en el tiempo: residió en la capital entre 1994 y 1998 y constantemente ha visitado el país para asesorar a autoridades y dar charlas en universidades sobre el desarrollo sustentable del transporte. Su último viaje, esta semana, se relaciona con el concurso convocado por la Intendencia Metropolitana, que busca un nuevo diseño para la Alameda y la Avenida Providencia, el cual se conocerá el próximo viernes.
¿Hoy, al pararte en medio de la Alameda, como visualiza esa vía en relación al transporte público?
No es una avenida tan congestionada como antes. Sin embargo, la cara que da la Alameda como la avenida principal del país me da pena: es una calle con mucho potencial y hay que darle más atención. No sólo en términos de la fluidez del transporte motorizado, creo que una calle como Alameda merece algo más. Ahora Santiago tiene la capacidad para cambiarle el perfil, ya que hay otras vías creadas para absorber el flujo y es el momento de mejorar nuestra cara.
¿Cómo debería ser la Alameda?
Es una opinión estética, pero prefiero calles con una escala más humana. En Washington hay avenidas que son monumentos al hombre, con grandes estatuas y a mi juicio debería tratar de cumplir con su nombre original: Alameda de las Delicias. Tiene además la potencialidad de integrar la sociedad y ese debe ser su rol: ser una calle diversa.
¿El concurso también busca el diseño de los corredores del Transantiago?
Los proponentes en el concurso tienen el gran desafío de cómo resolver este conflicto, que es la priorización de transporte público de superficie con la creación de espacios que sean amigables (…). También hay que reconocer que los autos deben perder espacio, pero tampoco tenemos que tratar que Alameda nueva sea una carretera para buses, que hoy ya lo es cuando no hay cogestión. Ahora, dentro de la solución del Transantiago, también me gustaría ver un nuevo estilo de bus, a la industria la falta creatividad en tener buses que a la gente les guste y les tenga más cariño, no camiones gigantes.
¿El Transantiago provocó un quiebre en el sistema?
No es nada polémico decir que la instalación fue mala. Había que hacerlo, pero evidentemente no se estaba preparado. Aunque el Estado mantenía durante mucho años una retórica sobre priorización del transporte público, eso se manifestó más que nada en red de Metro y muy poco en superficie. Mientras tanto, mucho esfuerzo del Estado y el capital privado se dirigió a las autopistas y los buses quedaron como los primos pobres. También hubo muchos esfuerzos en la modelación perfecta del sistema, pero con una suposición incorrecta, que fue pensar que el subsidio a la operación no iba a ser necesario. El sistema sería distinto si desde un principio se asumía que había que subsidiarlo.
Pero el traslado de buses disminuyó en los últimos 10 años y aumentaron los viajes en auto. ¿Cómo contrarrestar la tendencia?
Hay dos opciones: mejorar la oferta del transporte público y el desincentivo del automóvil particular. Sobre este último punto, estoy viviendo en Singapur, donde existe tarificación vial por congestión, existe una gestión sobre el uso de estacionamiento y tener un auto cuesta tres veces más que en EE.UU. o en Chile. Tampoco creo que eso sea lo mejor, pero la tarificación ha mostrado, también en ciudades como Londres y Estocolmo, que ayuda y es económicamente eficiente. Santiago ya tiene vía tarificadas, que son concesionadas.
¿Es enemigo del auto?
No soy enemigo del auto. Tengo uno, lo manejo, pero debe tener su lugar y su momento. La idea es utilizarlo, pero que no sea el rey de la calle y en Santiago es el rey de la calle, como también en Boston.
¿Se ha planteado aumentar la restricción para los cataliticos y así combatir la contaminación?
La restricción en una buena medida, en días de premergencia y emergencia ambiental, pero no soluciona el problema a largo plazo, en lo que respecta a contaminación de los automóviles. Sería más importante más transporte público y tarificación vial.
¿Cómo entran en este debate el metro y las bicicletas?
Para alguien que viene de cuando en cuando, es muy notable el incremento del uso de la bicicleta. Creo que el pueblo chileno es un pueblo ciclista y se está manifestando esta demanda, que ya no es latente, sino presente. Lamentablemente muchos circulan en las veredas, porque no hay espacio. Me parece que la oferta no está bien equilibrada con la demanda y el Estado debe responder, porque además, mucha de la infraestructura es de mala calidad.
¿Y el Metro?
Las sociedades se fascinan con los trenes, tanto el usuario como el Estado. No estoy diciendo esto como un caso chileno específico: cualquier autoridad le gusta construir un tren y el usuario piensa que es la solución, ya que existe la idea de que es más confiable y frecuente. Yo prefiero el bus, porque me gusta más ver la ciudad, además se demora menos tiempo llegar a la parada. El problema, claro, es la congestión y también la percepción de que es un sistema más informal. Pero la tecnología permite, en algunas ciudades, darles más certeza a los usuarios mediante los Smartphone, lo que reduce la incertidumbre sobre frecuencia y horarios. Estamos muy enfocados en que el tren es la solución a todo y lo cierto es que todo medio de transporte cumple su rol: bus, metro, auto. Como cualquier ecosistema, se requiere diversidad.