Un tercio del agua potable se pierde por filtraciones

filtraciones aguaPor Sergio Espinoza V., El Mercurio.

Empresas buscan reducirlas:

“Estamos por sobre el promedio de la OCDE”, admite el presidente de la Asociación de Empresas Sanitarias.

Grifos abiertos, llaves mal cerradas, cañerías rotas y tuberías en mal estado… todos estos factores se conjugan para que un tercio del agua potable que abastece a las ciudades en Chile se pierda cada año. Un indicador que, además de ser alto, adquiere mayor significación considerando la creciente escasez hídrica que enfrenta gran parte del país por la sequía.

En general, se considera un nivel eficiente de agua no facturada -ya sea por pérdidas en las etapas de producción o de distribución- cuando no sobrepasa un 20% del total. Pero en 2013, último año del que se tiene registro, según el informe de gestión sanitario de la superintendencia del ramo, ese indicador alcanzó al 33,7%.

“Pese a que en relación con América Latina el porcentaje es razonable, si nos comparamos con los países de la OCDE estamos por sobre el promedio”, reconoce el presidente de la Asociación de Empresas Sanitarias, Guillermo Pickering. En dicho bloque la pérdida de agua fluctúa entre 22% y 25%.

Pickering sostiene que reducir ese porcentaje es una meta fundamental de las empresas del sector, pero también recuerda que la industria sanitaria solo representa el 5% del total de agua que se usa en el país (ver infografía). “El esfuerzo deben hacerlo todos los sectores, especialmente los que más consumen”, añadió.

Según el mismo informe, el 74% de esa agua que se pierde corresponde a cañerías rotas o fisuras que producen filtraciones que no afloran, las que a su vez ocurren por fatiga de material, instalaciones deficientes, mala calidad de los materiales o variaciones en la presión.

El saldo corresponde no a pérdida física propiamente tal, sino a consumos ilegales, lecturas de los medidores menores a las reales o consumos nos medidos por incendios o apertura de grifos. Ante un escenario de menor disponibilidad del recurso, la fiscalización, advierten en el sector, es deficiente.

Tampoco se controlarían efectivamente las descargas ilegales de aguas servidas y es cuestionable que los parques se rieguen con agua potable y no con agua de riego. Para Pickering, el manejo de los recursos hídricos es un tema que requiere cambios profundos: “Esto no se puede gestionar desde el último piso de los ministerios en el centro de Santiago; debe hacerse cuenca por cuenca”.