Llaman a construir obras de mitigación para evitar más aluviones
Por S. Sottorff y D. Quevedo, El Mercurio.
Como pozas de retención en riberas aledañas a los cauces:
Expertos afirman que las condiciones geográficas y edificaciones vulnerables influyeron en la devastación y en la muerte de personas.
Escasa vegetación, terrenos poco asentados, viviendas precarias y ausencia de regulaciones urbanas.
Esas serían, según coinciden varios expertos, algunas de las razones que explican la magnitud de los daños provocados por la serie de aluviones que han afectado a localidades como Chañaral, Alto del Carmen, El Salado y Taltal.
¿Qué hacer para evitar una nueva catástrofe como esta? Los especialistas no solo apuntan a mejorar las condiciones de los damnificados, sino también a replantear el asentamiento de personas en las zonas de riesgo.
Según el arquitecto Alfredo Iturriaga, experto en diseño bioclimático de la Universidad Mayor, una de las condiciones que generaron la destrucción de varias edificaciones fue su diseño estructural.
“Producto de la poca presencia de lluvias, casi todas las viviendas tienen un techo plano que no permite que las aguas escurran. A eso se suma un constante goteo que termina también dañando las paredes y cimientos”, agrega Iturriaga. Añade que la ausencia de un plan regulador también explica la proliferación de casas en zonas no aptas o cercanas a los cauces de agua.
En ese sentido, Guillermo Donoso, académico de la UC, cree que una buena solución es construir obras de mitigación como las pozas de retención que permiten capturar el agua antes de que llegue a zonas pobladas.
“Las quebradas en las regiones III y IV, por la característica climática desértica, no tienen vegetación que reduzca la velocidad del agua que escurre y tampoco se percola a las napas subterráneas”, plantea Donoso, quien recuerda que la falta de agua tampoco permite recurrir al aumento de la cobertura vegetal como medida de mitigación.
Juan Luis García, profesor de Geografía de la UC y director del centro “Desierto de Atacama”, señala que durante muchos años los vecinos no han tomado en cuenta los cursos o marcas de las aguas. A eso se sumaría un crecimiento desbordado de las poblaciones.
“En Copiapó la topografía favorece que estas situaciones sean más desastrosas. Por ejemplo, tienen pendientes de tres mil metros para que el agua de las quebradas alcance la ciudad, que está a apenas 100 kilómetros de distancia”, agrega.
A las medidas de mitigación aconsejadas, que también incluyen piscinas de decantación como las que hoy existen en la quebrada de Macul, en la Región Metropolitana, y en Antofagasta, García sostiene que estos eventos climatológicos son una condición natural de país.
Sin embargo, asegura que la destrucción y el daño pueden ser aplacados mediante obras de infraestructura. “Chañaral se ha ido expandiendo sobre las quebradas que alimentan el río Salado; más al sur tenemos otras zonas, como Diego de Almagro, en que la ciudad está sobre las quebradas. En otras épocas, ha llovido más, pero el desastre no ha sido tanto porque había zonas que no estaban pobladas”, concluye.
“Las quebradas en las regiones III y IV, por la característica climática desértica, no tienen vegetación que reduzca la velocidad del agua que escurre y tampoco se percola a las napas subterráneas”.
GUILLERMO DONOSO
Académico UC