Comercio ilegal: cocinerías ambulantes retornan al centro de la capital

cocinerias en plaza de armas santiagoPor Sebastián Sottorff, El Mercurio.

En calles aledañas a la Plaza de Armas.

A pesar de la presencia de carabineros, decenas de vendedores instalan sus precarios puestos al anochecer.

Durante el día, el clásico ajetreo acelerado que rodea a la Plaza de Armas de Santiago.

Por la noche, aquella metamorfosis que transforma el centro de la capital en una zona más calmada.

Sin embargo, el sosiego nocturno se rompe en algunas áreas, pues con la noche aparecen también actividades que antes de las 20:00 horas no se ven.

La más llamativa tiene que ver con la venta de comida de carácter informal, o, más directamente, con la instalación de cocinerías ambulantes e ilegales.

Esto, porque las cuadras que forman las calles Catedral, Bandera y el paseo Puente se convierten al atardecer en improvisados polos gastronómicos. Polos que, por cierto, carecen de permisos, espacios establecidos y, ciertamente, normas de higiene.

En estos puestos, que no son más que parrillas y carros de supermercado adaptados para asar comida, hay una amplia oferta de platos, mayoritariamente extranjeros.

Además del anticucho de corazón -un tradicional plato peruano-, los transeúntes pueden encontrar pollo frito, e incluso postres, como crema volteada y mazamorra morada.

Y pese a la presencia policial en la Plaza de Armas, los comerciantes instalan sus negocios sin problemas.

“Dependiendo del día, llegan después de las seis de la tarde, aprovechando que nuestros locales no están abiertos. No molestan a nadie, pero sí dejan una mala impresión de todos los extranjeros que trabajamos en el sector”, dice Luz María Suárez, dependienta peruana de un local de comida instalado en el caracol comercial de Bandera.

“Muchos empezamos así en la calle, así que entiendo su trabajo. Ahora, si no cuentan con el permiso, lamentablemente no hay mucho que se pueda hacer”, dice Leonel Sánchez, vendedor colombiano de la misma área.

Hace más de cinco años este problema afectaba gravemente al sector. Y luego del traslado de algunos comerciantes al barrio Franklin, la situación disminuyó, pero no desapareció.

Tal como ocurre con el comercio ambulante, la carrera entre carabineros y vendedores -o, en este caso, cocineros- es de nunca acabar.

“Ya hemos actualizado la ordenanza de vía pública y se ha trabajado desde 2013 en el otorgamiento de permisos en base a criterios de transparencia y ecuanimidad, considerando la planificación urbana en cuanto a lograr equilibrios en el uso del espacio público”, dice Marcelo Muñoz, director de seguridad vecinal de Santiago, quien explica que la fiscalización y posterior expulsión de los comerciantes es una tarea de carabineros.

Según agrega, permanentemente se controla toda la comuna, y precisa que la venta de comida no está permitida. “Pero nuestros inspectores solo pueden fiscalizar a quienes tienen permiso. Por ello, estamos en constante coordinación con carabineros para realizar un trabajo de fiscalización articulado, en pos de evitar el comercio de alimentos en la vía pública”, agregó Muñoz.