Proponen plan de obras y reformas legales para corregir desigualdad urbana en Santiago

Por Manuel Valencia, El Mercurio. (27/04/14)

Expertos sostienen que los desequilibrios en infraestructura se han profundizado en los últimos 30 años:

Diagnóstico incluye aumento de presupuestos de los municipios y obras de alto impacto social, como centros culturales y deportivos, además de servicios, equipamientos y mejoras al Transantiago.

El amplio contraste urbano que se observa entre comunas como Vitacura y Lo Espejo no solo se materializa en los ingresos de sus habitantes y su correlación con el tipo de viviendas que compran o construyen y los servicios de un estándar dispar que se crean en sus barrios. También el Estado ha contribuido a crear y profundizar los contrastes, al menos en los últimos 30 años, según analizan cinco especialistas urbanos consultados por “El Mercurio”.

La situación se da en obras tan evidentes como las autopistas: mientras que Américo Vespucio Sur costó aproximadamente US$ 340 millones y se construyó con una zanja abierta que dividió el sector sur de la periferia, el nuevo proyecto de Vespucio Oriente tendrá un valor de US$ 900 millones, porque su trazado subterráneo busca preservar íntegros los barrios residenciales de Vitacura, Las Condes y Ñuñoa.

El Metro también es otro ejemplo arquetípico, que se confirma en cifras: mientras que un kilómetro de la Línea 1, en el tramo que va de entre Escuela Militar y Los Dominicos, costó US$ 90 millones, el mismo kilómetro de la extensión de la línea 5 a Maipú (por viaducto) ascendió a un poco menos de la mitad: US$ 57 millones. Según el experto en transportes de la UDP, Louis de Grange, esta brecha responde a políticas fiscales de fondo. “Son presupuestos aprobados por el gobierno central que obedecen a metodologías del Ministerio de Desarrollo Social que desconocen los impactos negativos de construir en superficie y priorizan esas alternativas porque es más barato. Es fundamental actualizar las metodologías de evaluación social de proyectos, de tal forma de capturar los importantes costos urbanos de construir transporte masivo en superficie”, dice.

El contraste, también se da en obras más pequeñas: en promedio, los colegios del sector oriente tienen un equipamiento superior a los 10 m {+2} por alumno, y, en tanto, los liceos municipales del sector poniente y sur de Santiago alcanzan a 4m {+2} por alumno.

Las diferencias se aprecian en instrumentos de planificación urbana. Según el subdirector de Estudios Urbanos de la UC, Luis Fuentes, los planes reguladores de comunas como Las Condes y Providencia incluyen 100 modificaciones, pero en el sector surponiente hay algunos que tienen 30 años casi inalterados y heredados, como Estación Central, que heredó en su plan aspectos de los instrumentos de sus comunas “madre”, como Maipú y Santiago.

Estos planes también concretan sus disparidades en las calles: mientras en el oriente, en comunas como Las Condes, definen anchos superiores a 15 metros que permiten veredas anchas y arborización, en una comuna como Lo Espejo proliferan los pasajes de seis metros de ancho que imposibilitan áreas verdes en sus flancos. “Santiago siempre ha sido una ciudad desigual. Sin embargo, los procesos de los últimos 30 años la han profundizado aún más (…). En algunos sectores se vive como en África y en otros como en Suiza”, señala Fuentes.

Arturo Orellana, académico y especialista del Instituto de Estudios Urbanos de la UC, atribuye la desigualdad al déficit institucional del Estado. “Familias que no logren que sus ingresos autónomos superen dos sueldo mínimos terminan viviendo en comunas cuyas prestaciones en materia de salud, educación, transporte público y seguridad presentan déficit importantes en cantidad, cobertura y calidad, siendo estas casi el 50% de las comunas. Ello determina los atractivos de los territorios para la inversión privada, haciendo finalmente que el mercado refuerce de manera importante las desigualdades que el Estado ha generado con sus políticas públicas en materia de desarrollo urbano y territorial”, sostiene.

¿Qué hacer?

El intendente metropolitano, Claudio Orrego, vincula los problemas a la planificación desarticulada que opera hoy. “La única forma de lograr un desarrollo equitativo y justo es desarrollar proyectos enlazados entre sí, en armonía, bajo estándares comunes que permitan accesos democráticos a los espacios públicos de la ciudad, y así mejorar la calidad de vida de los santiaguinos”.

Para el presidente del Consejo Nacional de Desarrollo Urbano, Luis Eduardo Bresciani, la construcción de una ciudad “más justa” debe ser la prioridad de las nuevas políticas urbanas. “Se debiera combinar una fuerte intervención en los barrios más vulnerables, y eso implica recuperar espacios públicos, equipamiento y viviendas, posibilitando la integración social y la revalorización de amplios sectores. También, el diseño y construcción de grandes obras de transporte, espacios públicos y equipamiento urbano con alto estándar de diseño capaces de igualar las condiciones de las zonas más desiguales y segregadas de la ciudad. Y, finalmente, la implementación de amplios procesos de participación, que transfieran poder y recursos a los vecinos y gobiernos locales, para reconstruir relaciones sociales y empoderar a la comunidad”.

Coincide Luis Valenzuela, director del Centro de Inteligencia Territorial de la U. Adolfo Ibáñez e investigador del Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social (COES). En su opinión, debe mejorar el estándar de infraestructuras ya construidas, como la autopista Américo Vespucio Sur y el Transantiago. “Se debe incorporar legislación para que los proyectos inmobiliarios paguen por impactos a los municipios y estos tengan fondos para invertir en el espacio público. En 2013, en Santiago, sólo un 3% de los permisos de obra pagaron por sus impactos, según nuestras investigaciones”.

Agrega que otra política urbana es volver a reactivar la promoción de subcentros urbanos en los cuales se localicen comercio, servicios y educación, basados en lugares estratégicos de transporte público.

Cifras dispares

Áreas verdes: Vitacura alcanza 21,8 m2 por habitante y El Bosque apenas 1,9 m2 por habitante.

Servicios: entre 1992 y 2012, Las Condes construyó 3,1 millones de m2 y Lo Espejo apenas ejecutó 35 mil.

Cajeros automáticos: Las Condes tiene 320 y Lo Espejo apenas 7.