Otras 28 ciudades enfrentan alto riesgo de que incendios forestales lleguen a zonas pobladas

Por Fabián Álvarez, Sebastián Henríquez y Hernán Cisternas, El Mercurio.

Así como en Valparaíso, la cercanía a bosques las convierte en vulnerables:

Informe de Conaf precisa que estas comunas concentran el 55% de los siniestros de este tipo registrados en el último decenio en el país.

“Acá podría pasar lo mismo que en Valparaíso, y nuestra única ventaja es que tenemos el golfo, que es cerrado y tapa el viento”, dice José Hernández, vecino de Lota, con justo temor, pues esa comuna de Biobío es una de las 29 del país más vulnerables ante incendios forestales.

El catastro de la Corporación Nacional Forestal (Conaf) incluye al puerto principal, que ya comprobó el inconmensurable daño que causan las llamas cuando escapan del bosque y se cuelan por las casas.

Como Valparaíso, que está en el segundo lugar del ranking , hay otras diez ciudades en situación crítica, nueve con riesgo alto y once con peligro mediano (ver infografía) de que el fuego llegue a zonas pobladas.

El informe de Conaf precisa que el 80% de estos siniestros comienza en el área de interfase rural-urbana, allí donde el bosque se desdibuja para dar paso a sectores habitados.

Sobre la base de 312 comunas que enfrentan cada temporada amenazas de incendios forestales, desde la Región de Coquimbo a Magallanes, el estudio precisa que estas 29 comunas concentran 3.399 incendios, el 55% del total de 6.165 registrados en el último decenio en el país.

Y en ellas hay que poner la atención, dice Herbert Haltenhoff, jefe del Departamento de Prevención de Incendios Forestales de la Conaf. “Se requiere una atención prioritaria, porque sus centros urbanos están cercanos a lugares boscosos. Lo importante acá es aprender a convivir con la naturaleza: hacer buen manejo de bosques y de la vegetación”, explica Haltenhoff.

Según Sergio Baeriswyl, premio nacional de Urbanismo, “la gran mayoría de las zonas amenazadas por este riesgo son barrios que han surgido como asentamientos informales y que luego en el tiempo se consolidaron sin el equipamiento e infraestructura adecuada”.

El arquitecto detalla que los accesos viales son precarios: no hay áreas verdes o franjas de protección que ayuden como cortafuegos; no hay grifos, hay alta densidad poblacional y las casas son de madera. “Esto no significa que los cerros no sean habitables: significa que es necesario adoptar ciertos criterios en la planificación de estos barrios que disminuyan su vulnerabilidad”, dice Baeriswyl.

Realidades

A diez minutos del centro de Viña del Mar, subiendo por el sector donde está el hospital Gustavo Fricke en dirección al camino Las Palmas, se encuentra el campamento Parcela 11, el más antiguo de la comuna, en la parte más alta del barrio Forestal.

Allí, 538 familias (más de 2.500 personas) viven bajo el temor de que los incendios forestales del fundo Siete Hermanas alcancen sus precarias viviendas. La amenaza más reciente ocurrió hace un par de semanas, cuando se quemaron cientos de palmas chilenas.

No hay grifos, pero los vecinos se las ingenian para poner a raya cualquier llamarada que venga del bosque.

“Desde las casas se empiezan a tocar pitos para advertir que hay peligro de fuego. Todos llegan a la quebrada con baldes de agua para humedecer la tierra. Otros hacen cortafuegos con palas mientras llegan los bomberos”, cuenta Solange Lucero, vecina del sector Las Colinas. “Igual, hace dos años se nos quemó una casa”, lamenta.

“Como somos pobres y somos irregulares, no contamos con apoyo municipal para desmalezar o retirar basura de las quebradas. Menos nos ponen un grifo. De nuestros bolsillos pagamos entre 8 y 10 ‘luquitas’ a un camión tolva para limpiar los terrenos cuando las ramas están grandes o abundan los roedores”, dice Álex Zamorano.

Pero la alcaldesa Virginia Reginato lo desmiente. La Ciudad Jardín tiene 85 km {+2} de áreas vulnerables de incendios forestales en su periferia, por lo que, asegura, se gastan $627 millones al año en construir cortafuegos con maquinaria pesada, limpiar quebradas y sitios eriazos, controlar bosques y difundir medidas de prevención que, asegura, no todos los vecinos cumplen.

“Yo no tengo presupuesto ni para comprar un Nikolo “, dice Patricio Marchant, alcalde de Lota, quien enfrenta críticas de vecinos, como Miriam Sánchez, quien asegura que operativos de limpieza no ha visto nunca.

Marchant dice: “No hemos hecho nada, pero a raíz de lo de Valparaíso se ve que es necesario hacer algo”. Esta semana convocará a un comité de emergencia. “Nosotros, la empresa Arauco y la sanitaria Essbío, porque sin los privados no hacemos nada. No hay plata”, insiste.

Normas e imposiciones de la autoridad es lo que pide el alcalde de Ercilla, José Vilugrón. “No hay un reglamento nacional que diga que hay que dejar tantos metros entre casas y bosque. Ahí hay un problema. No tengo un plan de prevención, porque no tengo recursos”, afirma.

BIOBÍO

concentra 16 de las 29 comunas en riesgo. La Araucanía tiene 6, Valparaíso, 5; la Metropolitana, una, y Los Lagos, una.