Inío, la localidad más apartada de la Región de Los Lagos, ya cuenta con aeródromo

Por Soledad Neira F., El Mercurio. (26/10/13)

Obra, que significó una inversión de $200 millones, fue ejecutada por la administración del Parque Tantauco:

La pequeña caleta no tiene conectividad por tierra ni transporte público por mar. Sus habitantes ahora pueden estar en 30 minutos en Castro.

Con el corazón apretado, Edita Cárdenas mira cómo se eleva la pequeña avioneta Cessna 206 que despega rumbo a Castro desde la pista de Inío. Su hija, Zulema Hueicha, va en el avión a hacer trámites. “Esta es la segunda, porque ayer ya se fue Rosa”, cuenta entre preocupada y emocionada.

Inío está revolucionado por la llegada de las pequeñas aeronaves. “Antes venían helicópteros a buscar a un enfermo o por cosas de emergencia, pero nunca aviones como están viniendo ahora, y eso es muy bueno para nosotros”, “para los que se animen a embarcarse”, comenta y aclara Edita, porque por ahora no está en sus planes subirse “a una de estas cosas, ¡nooo!”.

A seis horas de navegación en lancha y sin conectividad terrestre, la caleta Inío es la localidad más aislada de la Región de Los Lagos y no cuenta con ningún medio público de transporte. Sus cerca de 300 habitantes han dependido históricamente “de la voluntad de las lanchas buceras (de buzos mariscadores) para poder ir o venir a Quellón”, explica María España, quien vive hace 32 años en Inío. Por eso están felices con la construcción de la pista aérea que habilitó Parque Tantauco y que permite ahora que en 30 minutos estén en Castro, y en unos 18 en Quellón.

Es una pista de tierra, de 600 metros de largo por 36 metros de ancho, que fue certificada por la Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC) y que permite operar a aparatos de hasta 5.750 kilos, explica Alan Bannister, administrador del Parque Tantauco. Es decir, hasta aeronaves del tipo Caravan o Twin Otter, como los que van al archipiélago Juan Fernández, por ejemplo.

Cuenta que el proyecto era muy antiguo, “una idea del padre Antonio Ronchi, quien lo planteó como posibilidad para permitir evacuaciones aeromédicas”, explica Bannister.

La pista demandó una inversión de $200 millones por el alto costo de traer la maquinaria, que fue transportada en barcaza desde Quellón, y además por las complejidades del terreno, un tanto pantanoso, en el que se habilitó la pista.

Prosperino Ramírez llegó a trabajar a la zona hace más de 20 años, y es oriundo de Temuco. “Vine a hacer trabajos en madera y me quedé”, cuenta.

Está a punto de abordar el avión para ir a ver a su hijo que está hospitalizado en Quellón. “Hace dos meses que no lo puedo ir a ver, así es que voy confiado. Primera vez que me subo a uno de estos”, aclara.

Para la mayor parte de los residentes en Inío, tener la posibilidad de salir en estas avionetas es cuestión de vida o muerte. El hijo de Prosperino perdió una pierna, “porque se le gangrenó esperando que lo evacuáramos. Cuando está malo el tiempo, las lanchas no llegan no más, y por ello perdió su pierna. Ahora será distinto con los aviones”, comenta Ramírez.