Indignación por rayados en árboles del Parque Metropolitano

Administración reforzó la vigilancia para evitar más actos vandálicos de este tipo, que podrían dañar de manera irreparable los ejemplares del lugar.

Por Sebastián Sottorf, El Mercurio

Georgina Masaura es brasileña. Lleva cuatro días en Santiago y no deja de alabar la cordillera. ” Uma beleza “, repite una y otra vez, con un acento inconfundible. Está de pie, en la cumbre del cerro San Cristóbal y repasa con su mirada la ciudad que se esconde bajo una densa bruma.

A pocos metros, Luis, su marido se esmera en disparar con su cámara de fotos. Retrata un fragmento de la virgen monumental que se erige sobre su cabeza, un perro incansable que se esfuerza en ganarse el cariño de todos y un árbol que se yergue junto al precipicio. Su tronco evidencia las vulnerabilidades a la que está expuesto: el frío, el sol y, últimamente, los rayados.

“Denise, Tomás, Dominique y José. Los chamaquitos de la Villa Brasil. San Joaquín”, dice una de las leyendas plasmadas en el tronco. Más abajo, alusiones a equipos de fútbol, declaraciones de amor, más nombres y otras indescifrables rayas.

“Mira, Georgina, el árbol dice Villa Brasil”, grita Luis, el turista, mientras inmortaliza el rayado con su cámara. “¿Pero por qué dañan el árbol?”, agrega. Nadie lo sabe.

En el último tiempo, la cantidad de rayados en troncos y árboles del Parque Metropolitano está creciendo. Ciclistas, visitantes y turistas han presenciado la proliferación de estos actos vandálicos, que muchas veces son ejecutados con aerosol, cuchillos, clavos o pedazos de vidrio. La situación, lejos de embellecer el parque, indigna.

“Estamos sumamente preocupados por este tema. Como administradores del lugar tenemos la obligación de protegerlo. Así que hemos redoblado la vigilancia, no solo para proteger a los visitantes, sino que también para cuidar de nuestros árboles de esta actividad nefasta”, explica Hernán Merino, director (s) del parque.

Además de las rondas en moto y a caballo de los vigilantes, la división técnica del parque está trabajando en las áreas afectadas y estudia opciones para la recuperación de los ejemplares. Pero no es fácil.

“Dependiendo de la agresión, algunos árboles podrían morir. Y, a pesar de que muchas veces la pintura no sobrepasa la corteza del árbol, sus raíces o sistemas vasculares, es difícil encontrar un producto de limpieza que no lo afecte”, agrega Merino y hace un llamado que suena simple, pero clarificador: “Le pedimos a la gente mayor conciencia, que cuiden este lugar y que nos ayuden a controlar este tipo de actos, que afecta a todos quienes nos visitan”.